
La imagen que regresa a mi mente es la de mi padre, recostado a la pared, muy cerca de la esquina donde se cruzan las calles Infanta y San Lázaro. La expresión en su rostro es de un desasosiego total, como si la única protección imaginable estuviese conectada a esa pared, como si temiese (o no pudiese) dar, aunque sea, un paso.
Los que conocen la zona caerán en la cuenta de que la cuadra a la que me refiero –entre las calles Concordia y San Lázaro– es pequeña. Sé que resulta extraño asociar la idea de protección con una concurrida esquina de la ciudad, pero tal fue la sensación que tuve cuando lo vi.
A unos metros de mi padre, un grupo de personas (la mayor parte, ancianos, igual que él) compraba bolsas de frijoles; de hecho, es eso mismo lo que él salió a buscar, solo que tres horas antes.
Basta saber que la casa familiar se encuentra a unos escasos cinco minutos, caminando con paso normal, para empezar a entender que algo muy grave tuvo que haber ocurrido durante esas tres horas en las cuales, más preocupados con cada minuto que pasara, esperaban su regreso.
El caso es que mi padre (dentro de mi cabeza) está en esa esquina: solitario, asustado, confundido. «Chico, no conozco estas calles», me dijo al verme llegar. «Puedo leer los letreros, pero no los entiendo…». Ese fue el debut –así, sin señal previa alguna– de la enfermedad de Alzheimer que mi padre iba a padecer en los años siguientes. Después, en la cadena de pequeñas anécdotas, vendrían momentos como cuando ya no recordaba la palabra televisor, y me pidió que prendiera «el cristal que nos divierte», o cuando ya no reconocía a familiar alguno.
Pocos años antes, a escasas cuadras de esa misma esquina, me tocó presenciar los lentos estragos de la misma enfermedad en una de las personas que más he querido: la poeta Albis Torres, quien una tarde, volviendo de su trabajo, no recordaba qué debía hacer para abrir la puerta de su casa. Además de esto, y para alargar los enlaces hasta el presente, es ahora mi madre la que padece de demencia senil.
Lo cuento para que se entienda la carga emocional con la que leí la noticia que informa sobre los investigadores que presentaron el NeuroEpo, medicamento cubano para combatir el Alzheimer (con particular efecto en las etapas inicial y ligera de la enfermedad).
Mientras leía, no pude menos que recordar los momentos de vida familiar que antes comenté, agradecer el esfuerzo sin límites que estos científicos nuestros realizan cada día, aplaudir el logro que acaban de obtener como investigadores y, finalmente, celebrar la esperanza que traen para los miles de personas (enfermos, sus familiares y seres queridos) ante quienes ahora se abre la posibilidad de una existencia menos desgarradora y destructiva.
Si, desde un punto de vista personal, la noticia constituye motivo de alegría, cuando lo pienso desde la escala de un país como el mío (pobre, ubicado dentro del circuito del subdesarrollo, y sometido a las violencias desmesuradas de la(s) política(s) de bloqueo), mi admiración –por los científicos que lo consiguieron, y por el Estado que lo impulsó y apoyó– se extiende más allá de cualquier límite que se me ocurra imaginar, como mismo crecen mi comprensión y mi orgullo. Son gigantes, son héroes, prueba viva de la increíble capacidad visionaria de Fidel cuando (¡nada menos que en febrero de 1960!) propuso que el futuro del país tenía que ser de hombres de ciencia.
Se trata de sumar, al NeuroEpo que celebramos hoy, la tremenda hazaña de quienes desarrollaron todo un conjunto de medicamentos para enfrentar la actual pandemia de la covid-19 (encabezados por nuestras Soberanas y Abdala), así como el logro enorme de ese otro equipo de científicos que ha desarrollado una vacuna para la prevención del cáncer de pulmón.
La alegría es más grande que los momentos penosos. Enfermos, familiares y el amplio abanico de los seres queridos; lo mismo del país cubano que de la humanidad, en general.
¡Qué personas extraordinarias los científicos que han desarrollado estos medicamentos! ¡Qué país de sorpresas y muestras de estatura mayor el nuestro! ¡Qué deseos de acompañar y ser acompañado!
Aquí…
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Osvaldo dijo:
1
27 de octubre de 2021
07:23:57
Grissel dijo:
2
27 de octubre de 2021
07:36:23
Grissel dijo:
3
27 de octubre de 2021
07:44:33
María Josefa Rivera Calvo dijo:
4
27 de octubre de 2021
10:26:09
Viriato dijo:
5
27 de octubre de 2021
15:56:52
luis dijo:
6
27 de octubre de 2021
21:10:11
Mireilys Rollán Pino dijo:
7
28 de octubre de 2021
15:00:27
Sandra Ceballos dijo:
8
2 de noviembre de 2021
22:14:36
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