ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Foto: Germán Veloz Placencia

EL COCO, Granma.–En las mismas tierras que durante años sembró sin obtener grandes producciones, hace ya algún tiempo que el campesino Luis Alberto López Chávez cosecha hasta tres toneladas de frijol por hectárea y más de seis de maíz, resultados que lo avalan como el mayor productor de granos en esta provincia.

El salto productivo es el fruto de una integración eficiente de la ciencia y la técnica con la sabiduría campesina de quien, por más de 30 abriles, ha salido para el campo antes que el sol.

Productor extensionista líder, asociado a la cooperativa de créditos y servicios (CCS) 8vo. Congreso Campesino, de Yara, López Chávez garantiza, en las más de 60 hectáreas de su finca Santa Rita –ubicada a unos tres kilómetros del citado poblado–, la producción de toda la semilla básica del territorio granmense, como parte del proyecto de mejoramiento del sistema de extensión agraria para la obtención de granos básicos en Cuba (Segranos).

Junto a él, otros 39 productores de la provincia están insertados en el programa, que apuesta por el desarrollo de una agricultura sostenible mediante la articulación de la investigación científica con las experiencias prácticas desde el campo; una forma de facilitar, transmitir y socializar los saberes entre los agricultores, técnicos y decisores de las áreas de producción agrícola, que tiene su máxima expresión en la Política para la extensión agraria en Cuba.

Según explicaba Telce González Morera, director general del Instituto de Investigaciones de Granos, al presentar la Política ante el Presidente de la República, esta busca actualizar las bases que sustentan el sistema de extensión agraria como proceso facilitador del desarrollo en el sector; establecer conceptos y principios para su organización estructural, gerencial y funcional, e instaurar los indicadores para monitorear y evaluar su eficacia.

«Este es un avance importante para algo que es una experiencia que ha dado resultados, que es uno de los aprendizajes que hemos tenido en este tiempo, que se enlaza perfectamente con la agroecología y con el desarrollo sostenible; pero que no teníamos orgánicamente bien apoyado», había argumentado Díaz-Canel.

Precisamente para conocer cómo se ha implementado el proyecto en el territorio granmense, y de qué manera transita hacia ese necesario crecimiento productivo que deberá impactar con mayor presencia y diversidad en la mesa familiar, Granma conversó con Yosvani Núñez Valera, director de la Estación Territorial de Investigaciones de Granos Jucarito.

–¿Cómo se ha caracterizado el programa de mejoramiento del sistema de extensión agraria en Granma?

–Este es un programa que se puso en marcha desde el año 2016, con la participación de varias entidades adscritas al Ministerio de la Agricultura, a centros académicos y a proyectos de colaboración como Cuba-Vietnam, Prodecor (Proyecto de Desarrollo Rural Cooperativo en la Región Oriental), PIAL (Programa de Innovación Agrícola Local), y Agrocadena (Proyecto Alternativas para el fortalecimiento de cadenas de valor agroalimentarias en Cuba), además de la cooperación recibida de la agencia JICA, de Japón.

«También desde la primera etapa están integradas al proyecto las dos empresas agroindustriales de granos del territorio: la José Manuel Capote Sosa y la Fernando Echenique, imprescindibles en nuestro propósito de llegar a un mayor número de productores.

«Ese vínculo ha sido necesario para descifrar las principales problemáticas que limitan el mejor desarrollo de las bases productivas, y para viabilizar los resultados de la ciencia y la técnica de una manera más rápida y efectiva para los campesinos.

«Es decir, añadir a sus prácticas comunes en la siembra de granos como arroz, maíz, frijol y otros, los avances que en materia científica puedan implementarse en nuestro territorio, de acuerdo con las características climatológicas y del suelo, y que ello repercuta en un incremento de los rendimientos agrícolas.

«Esto ha permitido contar en Granma con cinco variedades de maíz que no formaban parte de la estructura varietal de la provincia y que, además, muestran un buen comportamiento.

«Entre esas variedades se encuentra el MAIG 5461, con rendimientos superiores a las cinco toneladas por hectárea, así como el Dorado, cuya semilla ya se multiplicó en el territorio».

–¿Qué condiciones deben tener los productores para formar parte del programa?

–El eslabón más importante en este proyecto es el productor extensionista, quien está dentro de la base productiva e intercambia con el resto sobre las experiencias y resultados en sus tierras con la aplicación de la ciencia y la técnica.

«Nosotros no exigimos que estos agricultores sean los de mayores producciones; lo importante es su disposición para aplicar las investigaciones en el campo, que sean capaces de transmitir sus conocimientos a otros campesinos, y tengan un ganado prestigio no solo entre el campesinado, sino en el sistema de la Agricultura granmense y en el grupo empresarial al que pertenecen».

–¿Cómo se ha promovido esa integración institucional con los hombres de campo?

–El proyecto ha unificado en un solo sistema los eslabones que anteriormente trabajaban de forma independiente el extensionismo, a fin de lograr sinergia entre los productores y las instituciones; una tarea que no ha sido sencilla ni rápida, pero que ya incluye hasta una labor de formación vocacional con los círculos de interés y la incorporación de los estudiantes de los Institutos de Producción Agropecuaria (IPA) a las bases productivas.

«Por otra parte, contamos con los valiosos estudios que nos aportan la Universidad de Granma y el Instituto de Investigaciones Agropecuarias Jorge Dimitrov, muchas de la cuales están siendo aplicadas en bases productivas hasta donde llegan los académicos.

«El programa favorece, además, el acceso a una amplia bibliografía en diversos formatos, que les ha permitido a los agricultores conocer más sobre su cultivo tanto en el ámbito nacional como en el internacional».

–¿Cuáles han sido entonces los resultados de la implementación de este sistema de extensión agraria?

–Por una parte, nos hemos beneficiado con la introducción de tecnología de punta y de otros recursos necesarios para el desarrollo del programa, como el lote de motos para facilitar la movilidad de los extensionistas hacia las diferentes bases productivas, y las maquinarias para las áreas demostrativas, como trasplantadoras mecanizadas, tractores y cosechadoras.

«Pero lo más significativo ha sido lograr introducir en más del 75 % de los municipios las nuevas variedades de maíz, además de sumar cuatro variedades de frijol común, algunas de ellas muy resistentes a los intensos periodos de lluvias.

«Se incorporaron también, en el registro oficial de variedades, cuatro de arroz, y se elevó el número de productores que utilizan medios biológicos en ese cultivo. Asimismo, avanzamos en la sostenibilidad de la producción de semillas propias con alto potencial genético y libre de plagas.

«¿Desafíos? Muchos. El principal es que todos estos resultados los granmenses puedan verlos en el plato, y para ello aún queda camino por recorrer.

«El programa está llamado a incentivar el mayor uso de los medios biológicos, como respuesta al déficit que enfrenta el país con la importación de productos químicos para la fertilización de los campos y la sostenibilidad de las producciones.

«Sabemos que no tienen el mismo impacto que los orgánicos en el rendimiento de los granos, pero son alternativas necesarias que evitan la paralización de la siembra, cuando producir alimentos es una urgencia».

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