La extraordinaria alegría de ser, estar, respirar, asumir mi país.
Pequeño, golpeado, luchador, creativo, resistente.
Del amor.
Frente a los mensajes o las acciones del odio, la fortaleza de la vida que nace.
Como surgen plantas en una tierra dura, el ansia de crecer y salvar: ese misterio de lo que germina en condiciones difíciles.
La inteligencia, la capacidad de trabajo, la inventiva, la entrega de los directivos, investigadores y, en general, de todo el personal nuestro que lucha contra esta pandemia de la COVID-19.
La aplicación de protocolos propios para el tratamiento a los pacientes en sus diversos estados y, de manera especial y aún más impresionante, todo aquello que trata de los empeños para lograr las vacunas cubanas contra el virus.
La perseverancia, serenidad y claridad política de los dirigentes del país en momentos como el actual.
La mente única de Fidel, realista y soñador a la misma vez, visionario, fabricante de futuro.
¡Cuánta hondura del aliento mientras se pronuncia el posesivo: nuestro!
¡Cuánta amplitud!
Gente humilde, cercana.
Uno los imagina tan ocupados siempre y desearía no molestarlos, apoyar, serles de ayuda.
Gracias por ser, estar y fortalecernos.
¡Nuestro!
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