El Capitolio poco a poco recupera su esplendor. Luego de cuatro años de arduas labores de restauración, los andamios dejan de colgar sobre gran parte de su fachada, que luce un color vistoso, a piedra limpia de capellanía. En su exterior, la armazón de hierro cubre todavía la cúpula y las dos esculturas de bronce, de 6,5 metros de alto, La Virtud tutelar del pueblo y El trabajo, de la autoría del italiano Ángelo Zanelli que custodian la entrada principal.
Dentro del edificio las labores de restauración continúan. Albañiles, carpinteros, eléctricos, artesanos, arquitectos y conservacionistas no dejan al descuido ninguno de los detalles que dan vida al edificio, inaugurado en 1929, y que desde principios de este año acoge al Parlamento cubano.
Restaurar este monumento nacional ha sido el reto de la Oficina del Historiador de la ciudad de La Habana como encargo de la nación cuyo esfuerzo ha aportado los medios y recursos para preservar este patrimonio, en cuyo interior la estructura parece detenida en el tiempo.
Aunque el andamiaje todavía recubre las paredes, en la rotonda del Salón de los Pasos Perdidos, en la segunda planta del edificio, se conserva con cuidado el espacio donde se restituirá el diamante de 25 quilates, que marcó simbólicamente el kilómetro cero de la red de carreteras nacionales.

RESCATAMOS UN SÍMBOLO
En el primer piso, justo debajo de la rotonda, está La Cripta del Mambí Desconocido, una sala en forma de bóveda que honra a los que cayeron por crear una nación libre y soberana, y cuya recuperación se le debe a la inquieta meticulosidad de los restauradores.
Cuando apenas empezaban a empaparse de información sobre el Capitolio, los restauradores centraron su atención en la Cripta del Mambí Desconocido, un proyecto que tenía como fin rendir honor a los caídos en las luchas de independencia y que nunca se concretó.
Por eso, «al comenzar las restauraciones en el año 2013 retomamos la idea original, por su valor simbólico», cuenta a Granma Mariela Mulet, jefa del Grupo Inversiones Prado e inversionista de la obra.
Eusebio Leal, Historiador de la ciudad de La Habana, ha sido su principal impulsor. «Recuerdo la primera vez que vio el lugar –añade Mulet– todo en penumbras y en muy malas condiciones. Sin embargo, él nos cautivó y la Cripta es hoy lo que él soñó aquel día».

Ahora, un sarcófago que exhibe los atributos nacionales conserva en su interior los restos de un mambí desconocido traídos del Panteón de los Veteranos de la Independencia del Cementerio de Colón y, a sus pies, sobresale una ofrenda floral que se recibe cada semana a nombre del General de Ejército Raúl Castro Ruz, Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros.
La llama eterna ocupa el centro de la Cripta, perfectamente alineado con el diamante del Salón de los Pasos Perdidos y la cima de la cúpula del Capitolio. En los laterales, tallados en bronce se encuentran, junto al Escudo de Armas de Cuba, las notas del Himno de Bayamo, compuesto por Perucho Figueredo, y las palabras de Carlos Manuel de Céspedes al ser proclamado Presidente en la Asamblea de Guáimaro.
Tras cinco meses de restauración, el piso del salón también reluce el retoque de un diseño único. «Conservamos aquí, como en el resto del edificio, su piso de mármol original», dice Mulet.

Mientras, la obra del compositor Hubert de Blanck, Paráfrasis sobre el Himno Bayamés, e interpretada por la Camerata Romeu se hace escuchar en cada espacio del panteón. Mulet explica a Granma que «en el salón contiguo –que está aún en reparación–, incorporaremos un audiovisual donde se muestre la historia de este panteón y del resto del edificio».
Este espacio está abierto al público de 8:00 a.m., a 4:30 p.m., de lunes a sábado; en la medida que se vaya terminando la restauración, se irán abriendo otros espacios de este monumento nacional.
El proyecto inacabado del arquitecto Félix Cabarrocas, construido bajo la dirección del también arquitecto Eugenio Raynieri Piedra, ha tomado cuerpo al situarse el túmulo, tal y como ellos lo imaginaron. Con letras de bronce se lee en la cubierta: Al Mambí Desconocido, y en el frente, está el Escudo cubano, del cual parten hojas de laurel y acanto que envuelven la piedra blanca, símbolos de la gloria combativa y del mérito alcanzado en el campo de batalla.
Es un precioso rincón del Capitolio que desde ahora rinde homenaje a todos los mambises sin nombre que dieron su vida por la independencia de Cuba.



















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Aníbal "Revolución" dijo:
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18 de octubre de 2017
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César.O Gómez López dijo:
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jorge dijo:
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WENDY dijo:
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Kgbramirez dijo:
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Sandra Suárez Mesa dijo:
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