La Casa de Orientación a la Mujer y la Familia es más que un espacio físico en cada municipio del país. El trabajo educativo y preventivo que realiza la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) desde estos hogares no se limita a una estructura, sino que se hace extensivo a todas las comunidades que la rodean. Para Lizette González García, secretaria general de la FMC de la provincia de La Habana, la razón de ser de las casas de orientación es esa: «multiplicarnos».
Las Casas son el corazón de nuestra organización, dice a Granma Maritza Marquetti, secretaria general de la FMC en el municipio de Plaza de la Revolución. Al cumplir la organización 57 años de creada, ambas funcionarias reconocen que ese es el primer espacio de acercamiento de las personas, parejas y familias.
Las 173 casas que funcionan en todos los municipios del país son una «garantía de que mujeres, hombres, niños y ancianos recibirán una atención individual para contribuir en la solución de conflictos, como casos de violencia, y la asistencia en cuestiones jurídicas, la educación de los menores de casa, la atención a los adultos mayores y discapacitados».

La sede de Plaza de la Revolución recibe mensualmente entre 600 y 700 personas, asegura Maritza Marquetti. «En su mayoría jóvenes desvinculados del estudio y del trabajo que se acercan a la institución para matricular en los distintos cursos que ofrecemos».
Los cursos están disponibles a lo largo de todo el año, particularmente los de peluquería, idiomas, contabilidad, cerámica fría, manualidades, gastronomía, masaje asiático y tailandés, corte y costura, papelería y decoración, cocina, gerencia empresarial, computación. De este último, lo más curioso es que en lugar de estar lleno de jóvenes está repleto de personas mayores, explica.
Nancy Martínez, una joven graduada de Sociología, se interesó hace unos años por los talleres de corte y costura, muñequería y crochet «porque siempre he sentido mucho interés por las manualidades. También había escuchado de la reputación de la institución y los cursos», cuenta a Granma.
Luego del taller, Nancy abrió su propio negocio particular de recorte y papelería. Con el excedente de materiales de su tienda, a lo largo de los meses de julio y agosto ha impartido un curso de manualidades para niños entre cinco y 13 años.
«Es la mejor manera de retribuir lo aprendido en la Casa».
Es muy lindo que la gente quiera quedarse colaborando con estos centros en su tiempo extra, pues a ellos no se les paga por eso, admite la secretaria general de la organización en la provincia. Esto se debe a la sensibilidad y humanidad del trabajo en estos hogares.
APOYO ANTE CONFLICTOS
En la Casa de Orientación a la Mujer y la Familia del municipio de Plaza «no esperamos solo a que las personas se nos acerquen para consultarnos problemas. Visitamos las comunidades y hospitales maternos de la localidad para aconsejar a la familia, principalmente, sobre cómo llevar una sexualidad responsable y los riesgos que puede traer la maternidad en edades tempranas», comenta Lizette González.
La Federación de la provincia está centrando sus esfuerzos en esos tópicos, pues «se están dando casos de comunidades capitalinas donde se ha disparado el número de adolescentes embarazadas en los dos últimos años».
La comunidad de La Timba, ubicada en Plaza de la Revolución, es una de esas zonas donde han aumentado los casos de adolescentes en estado de gestación, asegura la secretaria general de la FMC en el municipio. En situaciones como esta, la casa de orientación visita la localidad junto a sus colaboradores (sicólogos, siquiatras, médicos), para aconsejar a sus familias. «Por eso extendemos las fronteras de nuestra sede», añade.
También se brinda atención individual a las personas con conflictos
familiares, como es el caso del divorcio. «Orientamos a mujeres y hombres sobre cómo llevar la separación sin que afecte a los menores de la casa», dice Maritza Marquetti.
La violación de los derechos de las mujeres en el sector cuentapropista es otro de los asuntos que sigue con particular atención la FMC. «Por ejemplo, se han detectado establecimientos donde se promueve que las empleadas sean muchachas jóvenes, de determinado aspecto físico y edad; o incumplimiento del contrato laboral. Incluso hemos recibido quejas de madres a las que no se les ha permitido cobrar su licencia de maternidad en el negocio particular donde laboraban», explica.
Desde la FMC se han tratado esos casos con las colaboradoras jurídicas de las casas de orientación y cada denuncia se tramita con las autoridades competentes. «Las que hemos recepcionado han tenido solución», asegura Lizette González.
Por último, aunque en Cuba la prostitución no es un fenómeno social grave, según Maritza Marquetti «la casa de orientación también ha recibido casos de muchachas que están involucradas en ese mundo por presión familiar o de otra índole. Las hemos insertado en nuestros cursos, las orientamos en privado y aconsejamos a sus familias».
La dignidad de las cubanas no será violentada mientras exista la FMC, que sigue activa 57 años después de su fundación, «constantemente generando qué podemos hacer mejor y, sobre todo, cómo nos parecemos a los nuevos tiempos sin perder el impulso de sus fundadoras, en especial de Vilma», dice.
COMENTAR
Responder comentario