ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Foto: Archivo

Juan Manuel Márquez Rodríguez, el segundo jefe de la expedición del yate Granma, perdió la vida el 15 de diciembre de 1956 mientras intentaba alcanzar las alturas de la Sierra Maestra. Desde muy joven, en su natal Marianao, Juan Manuel se destacó por su gran inteligencia natural y honestidad sin límites puestas al servicio de la nación. Hombre de pensamiento y acción, dedicó toda su vida a la lucha por un futuro mejor para Cuba.

Tras navegar durante siete días y cuatro horas por las encrespadas aguas del Caribe, que en ocasiones alcanzaron fuerza 6, el 2 de di­ciembre de 1956, con las primeras luces del ama­necer el yate Granma quedó encallado en un sitio conocido por Los Cayuelos, a casi dos kilómetros del lugar que tenían previsto para desembarcar.

En una entrevista que concediera el Co­mandante en Jefe Fidel Castro a un periodista venezolano, al exponerle cuán difícil fue la travesía para los expedicionarios que navegaban en el pequeño yate, contó que no menos azaroso fue desembarcar y avanzar por 60 metros de pantano, con el agua a la cintura, para luego atravesar la intricada maraña que formaban las raíces de los mangles. Fidel al concluir sus palabras reafirmó: «Como decía Juan Manuel Márquez, aquello no fue un desembarco, fue un naufragio».1

Después de una larga caminata, el 5 de diciembre de 1956, extenuados y hambrientos, los expedicionarios llegaron a un pequeño cayo de monte muy cercano a la colonia cañera de Alegría de Pío. Aquí, se tomó la decisión de acampar para reponer fuerzas antes de continuar la marcha hacia la Sierra Maestra.

Confiados, con la aparente tranquilidad del lugar, la mayoría de los combatientes se quitan las botas en un intento de sanar sus lacerados pies. Unos descansan mientras mitigan el hambre en el campo de caña de azúcar próximo al montecito. A media tarde, inesperadamente, los sorprende una compañía reforzada con más de cien soldados del ejército batistiano.

Los expedicionarios responden con las armas y se inicia el combate. En el fragor de la lucha, se esfuerzan en cumplir las órdenes de hacer una retirada organizada, pero las condiciones del terreno conspiran contra ello, al tiempo que las fuerzas de la tiranía prenden fuego al cañaveral para forzarlos a salir al descubierto. Los expedicionarios comienzan a retirarse en pequeños grupos. Todos saben que deben encaminarse hacia las montañas de la Sierra Maestra.

Sobre lo acontecido en aquellos momentos, Universo Sánchez relató:
«Juan Manuel convenció a Fidel de que debíamos retirarnos al igual que nuestra gente y comenzamos a marcharnos paralelamente a los soldados hacia un montecito que había cerca. Caminaba Fidel o corría. Se tiraba cinco o seis metros, después Juan Manuel y yo. Así nos fuimos retirando hacia el segundo monte hasta que una de las veces Juan Manuel no llegó a donde estábamos nosotros, y Fidel dio órdenes de regresar a buscarlo. Yo así lo hice, arrastrándome retrocedí hasta el último lugar donde lo había visto. Lo llamé varias veces, pero no lo encontré. Regresé y se lo informé a Fidel».2

El combate de Alegría de Pío cobró la vida de tres expedicionarios: Humberto Lamothe, Is­rael Cabrera y Oscar Rodríguez Delgado.

NOSOTROS VINIMOS A DEFENDER UNA CAUSA

Perseguidos con saña por las huestes del dictador, los expedicionarios intentaban romper el cerco enemigo, cada vez más estrecho y esquivar el asedio de la aviación.

El viernes 7 de diciembre, asesinan a Miguel Saavedra Pérez.
Al día siguiente, en un verdadero baño de sangre, fueron vilmente asesinados: Antonio, (Ñico) López; Armando Mestre;

José Ramón Martínez, René Bedia, Santiago Hirsel, José Smith Comas, Miguel Cabañas, Tomás David Royo, Cándido González Morales, René Reiné García, Raúl Suárez Martínez, Noelio Capote, Andrés Luján, Félix Elmusa, Luis Antonio Arcos y Eduardo Reyes Canto.

El medio geográfico resultó en extremo ad­verso a los expedicionarios. Se les hizo muy difícil encontrar agua y alimentos para sobrevivir, tampoco les fue fácil protegerse de las em­bos­cadas y de los aviones que sobrevolaban el área.

El segundo jefe de la expedición fue capturado el 15 de diciembre de 1956 cuando, acosado por el hambre y la sed, deambulaba por inhóspitos parajes en busca de un camino que lo llevara a la Sierra Maestra.

El campesino que lo delató, encontró a Juan Manuel tirado de bruces sobre el camino y no se detuvo para ayudarlo, sino que salió en bus­ca del sargento Eugenio Montero para denunciarlo. Ambos lo llevan hacia la casa situada más cercana al lugar.

A pesar de su ropa hecha jirones, del cuerpo debilitado y los labios agrietados, Juan Manuel Márquez conservaba toda su dignidad y entereza. Así se evidencia en el testimonio de Lorenzo Matamoros, hijo de los dueños de la casa donde Juan Manuel fue llevado:

«Entre el guardia y el delator lo trajeron aquí detenido. […] Tenía diez días sin comer y nue­ve sin tomar agua. Tomaba agua del rocío de las hojas de caña y de algunas matas de cupey.

«Lo sentaron aquí en este portal. La vieja mía lo llevó adentro para que se lavara y comiera algo. Se le dieron boniatos hervidos y carne.

«No podía comer porque tenía toda la boca cuarteada por la sed. […].

«El sargento Moreno le preguntó:

«—¿A qué tú viniste aquí?

«Él respondió:

«—Nosotros vinimos a defender una causa».3

Luego del interrogatorio, Juan Manuel fue montado en un vehículo y, en una guardarraya de la finca La Norma, cerca del central San Ramón, Campechuela, el expedicionario fue brutalmente golpeado y dejado por muerto. En horas de la noche, los soldados vienen a enterrarlo, mas al encontrar su cuerpo aún con vida, uno de ellos lo remató con dos disparos.

En aquellos dramáticos días, de los 82 expedicionarios del Granma, 21 perdieron la vida, Juan Manuel Márquez fue el último de ellos; otros 21 combatientes cayeron presos y fueron condenados. Por azares de la vida, 13 expedicionarios lograron evadir el cerco y escaparon de las garras del ejército batistiano.

Durante el transcurso de la lucha, 27 expedicionarios lograron alcanzar las estribaciones de la Sierra Maestra e incorporarse al Ejército Rebelde que, comandado por Fidel Castro Ruz, logró la definitiva libertad de Cuba.

UN COMPAÑERO QUE DEBE RECORDARSE

En una entrevista que diera en el aniversario 40 del desembarco del Granma, en muy pocas palabras Fidel sintetizó la vida de su entrañable compañero de lucha, cuando dijo:

«Juan Manuel Márquez era un muchacho muy bueno, era del partido Ortodoxo, de las figuras jóvenes, un orador brillante, y como cuando nosotros salimos de las prisiones teníamos la idea de ampliar el movimiento con nuevas figuras, reunimos a los que habíamos estado en el 26 de Julio con algunas otras organizaciones —así algunos compañeros se unieron en ese equipo—, y para nosotros era muy importante contar con una figura joven, del prestigio de Juan Manuel.

«Entonces, hablamos con él, lo captamos, y lo ganamos, pero de una manera decidida.(...) él se une y era todo un símbolo, y fuimos a hacer los trabajos en Nueva York y en otros lugares y en­tonces él actuaba como segundo al mando, porque los mandos en la guerra, y después vimos cuántos compañeros valiosos teníamos, esos se fueron ganando por méritos de los compañeros.

«Juan Manuel Márquez, que tenía ya una larga historia política, revolucionaria, sana, un compañero muy bueno, muy competente, era el segundo jefe del movimiento. Juan Manuel es un compañero que debe recordarse. Juan Manuel fue excelente, desde que empezó a trabajar con nosotros no tuvo un fallo; fue decidido, valiente». 4

A 60 años de la muerte de Juan Manuel Márquez, su obra y su pensamiento siguen inspirando a los cubanos por su honestidad y firmeza revolucionaria.

1 http://www.cubadebate.cu/opinion/2011­/09/­10/­­entrevista-fidel-castro-con-...

2 Fernando Inclán Lavastida: Apuntes biográficos de Juan Manuel Márquez. Comisión de Orientación Revolucionaria del Comité Central del Partido Comu­nista de Cuba, La Habana, 1972, p. 93.

3 Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de Estado: La Epopeya del Granma, 2016, p. 64.

4 Fidel Castro Ruz: Periódico Granma, 5 de diciembre de 1996, p. 3.

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Quyen Ta dijo:

1

16 de diciembre de 2016

01:07:35


Gracias por mantener siempre viva la historia de la revolucion cubana. Es asi como tenemos que defender nuestras ideas, como la defendio JMMarquez. Nunca dejemos morir nuestra lucha. La continuaidad de la obra de Fidel esta en nuestras manos.

Juan Avilés Fuentes dijo:

2

16 de diciembre de 2016

08:50:24


Para un Hombre de esa grandesa debería de existir más dibulgación acerca de su legado, tengase en cuenta que fue el segundo de la expedición del ''GRANMA'' y de lo que sí estamos seguros es que no fue por casualidad, teniendo en cunta quien fue el lider.... ''FIDEEEEEL

susana anaya dijo:

3

16 de diciembre de 2016

10:29:33


Nos tenemos que sentir orgullosos por los magníficos hijos que ha dado nuestra patria, entre los que se cuenta a Juan Manuel Márquez y si él supo decir:"Nosotros vinimos aqui a defender una causa" hoy se impone decir que estamos y estaremos aqui para cumplir su palabra.

Susana dijo:

4

16 de diciembre de 2016

12:01:07


Muy de acuerdo contigo Juan Avilés, ese gran hombre, yan joiven y de tanto valor debería ser mas honrado.Vivo muy cerca de un parque que lleva su nombre en Santa Fé y da pena ver el microvertedero de desechos que permanece en el lugar a la vista de todos.