Son las ocho de la mañana y las aulas dejaron atrás el silencio del periodo vacacional, pero el inicio del curso era un hecho consumado para los docentes, quienes desde una semana antes daban los toques finales al recibimiento de los casi 2 millones de estudiantes que arriban hoy a las escuelas de todas las enseñanzas.
Este será un periodo no exento de grandes responsabilidades, en pos de lograr una educación a la altura de demandas urgentes en materia de formación de valores y calidad de la docencia.
Disímiles transformaciones se implementarán en el panorama educativo durante este periodo; y al mismo tiempo, otras se deberán fortalecer. El propósito: solidificar una educación heredera de paradigmas pedagógicos sustentados en los nombres de Varela, José de la Luz, Enrique José Varona, Mendive y su discípulo José Martí.
La efectividad de una organización docente flexible, pero que no limite la preparación y conducción del alumnado; el control y la exigencia de quienes deben velar por el cumplimiento del horario y el reglamento escolar; y la verdadera conjunción de todos los factores para hacer valer, en la praxis, “que la escuela sea el centro cultural más importante de la comunidad”, serán las cartas de triunfo en el empeño de todos por perfeccionar la educación.
Se necesitará de un apadrinamiento pertinente para los más de 4 mil jóvenes graduados de las escuelas pedagógicas quienes desde hoy impartirán clases, y coadyuvarán a paliar la situación de la cobertura docente. La calidad de los egresados, su estabilidad, la rigurosidad de su superación, y sobre todo, la responsabilidad y amor con que asuman el magisterio, consistirán los medidores en el análisis de cuánto puedan brindar, de todo lo que se espera de ellos.
Las universidades tendrán también enormes compromisos: ellas son la antesala donde termina de moldearse el profesional, donde debe adquirir una amplia visión cultural y las herramientas para decidir y pensar por sí mismo, con criterios propios y bien fundamentados, a los cuales pueda acceder por la vía del desarrollo intelectual.
Necesita para ello encontrar en la cátedra a un maestro preparado, que no dicte una sentencia sin antes servir de guía, que premie a quien sí sabe, y se libere de dogmas y métodos arcaicos.
Las universidades emprenden el desafío de sacar provecho a la integración de saberes. Estará en sus docentes la capacidad de brindar una formación integral, y tomar como divisa la sentencia del endocrinólogo español Gregorio Marañón: “El médico que solo sabe de medicina, ni de medicina sabe”.
Este año se prevé llevar la Historia Patria a todas las carreras, así como hacer más atractiva la enseñanza del Marxismo Leninismo, pero ello debe venir acompañado de métodos pedagógicos para entrenarse en el análisis, y desterrar la repetición y el aprendizaje memorístico.
Por encima de todo, será indispensable la función de la familia, en compartir con la escuela la responsabilidad de la formación de sus hijos, y no dejar caer sobre la institución escolar todo el peso de una maltrecha o adecuada educación.
Tiene el magisterio, en general, el desafío de educar a jóvenes profundos, cultos, con altos valores cívicos y una formación polivalente que le permita sostener las conquistas alcanzadas durante tantos años de prestigiosa educación.
Así como acuñó José Martí: “La prueba de cada civilización humana está en la especie de hombre y de mujer que en ella se produce”.



















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Carlos de New York City dijo:
1
1 de septiembre de 2014
10:27:34
Ismael dijo:
2
1 de septiembre de 2014
13:29:28
Canario. dijo:
3
1 de septiembre de 2014
19:31:39
NoName dijo:
4
2 de septiembre de 2014
10:51:14
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