Educar es depositar en cada hombre toda la obra humana que le ha antecedido: es hacer a cada hombre resultado del mundo viviente, hasta el día en que vive; es ponerlo a nivel de su tiempo, para que flote sobre él, y no dejarlo debajo de su tiempo, con lo que no podrá salir a flote; es preparar al hombre para la vida.
Esa máxima del maestro por excelencia que fue José Martí, aparecida en su artículo titulado Escuela de electricidad, en la revista La América, de Nueva York, en noviembre de 1883, ha de ser bandera que presida cada día del magisterio cubano.
Es inadmisible con la prédica de la Revolución, con su ejemplo, que profesores, ?hasta ahora tres ya detenidos por las autoridades, busquen estudiantes con problemas en tal o más cual asignaturas, o que les propongan a los propios alumnos un negocio lucrativo mediante el cual se altere una calificación o se filtre un examen, sea ordinario o de ingreso a la Universidad, como ocurrió el pasado 6 de mayo con el examen de Matemática.
Un profesor vinculado a un hecho de fraude no educa ni enseña, envilece y ha de caer sobre él la máxima fuerza de la sanción para estos casos. Padres que amparen esa actitud y conduzcan a sus hijos a una fechoría de este tipo, cometen el crimen de comprar lo que deben exigir que se gane como hombre de bien. Alumno que participa de un fraude solo consigue autoengañarse y lo que es peor, se edifica sobre la mentira. Comparte la misma responsabilidad quien guarde silencio cómplice.
Estamos empeñados en construir y actualizar nuestro modelo económico y social y este pasa justamente por la educación e instrucción de nuestra juventud. ¿Cómo entonces admitir algo tan discordante con los valores que hemos forjado y defendido por más de 50 años? La educación de un pueblo significa independencia, soberanía. A los hombres se les domina, manipula y engaña, solo si no están bien preparados, y Cuba lo sabe bien; por eso el primer derecho humano que entregó esta Revolución fue el de saber leer y escribir.
Quienes dirigen en nuestro sistema de educación, en cualquiera de sus enseñanzas, han de perfeccionar los métodos y procesos frente a este flagelo destructor de valores. Ya el pasado año sucedió algo similar, precisamente con un examen de Matemática de onceno grado, también en la capital, cuyos autores finalmente recibieron las sanciones correspondientes.
No puede quedar fuera ningún eslabón de la cadena en el análisis, porque tampoco puede quedar impune algo tan denigrante y bochornoso.
No podemos convivir con la mentira, porque se apoderaría de no-sotros algo peor, la falta de credibilidad en una obra, que como pocas en el mundo, ha hecho tanto por la educación de sus hijos y las de otros en el planeta. Un fraude es una farsa y si es escolar, repercute en la economía o en cualquier otra esfera de la sociedad, pues si el fraudulento llegara a graduarse no tendría cómo hacer desarrollar al país, si no es sobre la propia mentira.
La verdad es el bastión de donde ha emergido invicta la Revolución, se ha hecho sólida sobre el postulado de Fidel de que ella es no mentir jamás ni violar principios éticos. Pasar por encima de ese principio es ofenderla, ponerla en peligro.
Los que intentaron sacar ventajas sin estudiar en varios preuniversitarios de La Habana son la causa por la cual se hace obligado repetir el examen. El próximo día 26 todos los aspirantes tendrán una nueva oportunidad, pero en igualdad de condiciones. Es cierto que incluirá a quienes suspendieron, a los que incurrieron en el despreciable fraude y a los que vencieron la prueba por sus propios conocimientos, esfuerzos y méritos. A estos últimos, no debe haber nada que los inquiete; ellos son, también al decir de Martí, los hombres, que se cultivan, y se levantan por sí propio, y llegan a ser los más altos de los reyes. Volverán a pasar la meta.
La Revolución ha puesto en la educación de sus hijos su desvelo y la mayor cantidad de sus recursos. En ella y la salud, por muchos años ha destinado la mayor parte de sus presupuestos anuales; ha inundado de jóvenes sus universidades, de las cuales han salido más de un millón de egresados, porque les dio las mismas oportunidades a todos.
Esa riqueza social hay que defenderla, como mismo hacemos con nuestro cielo, con nuestras costas, porque en ello nos va la potencialidad del capital humano que hemos construido, pilar esencial de la obra revolucionaria.



















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oscar.hh dijo:
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21 de mayo de 2014
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Marvin Prado dijo:
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Jose dijo:
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Marcela G. dijo:
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conrado rodríguez ochandarena dijo:
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José Rodriguez dijo:
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Juan Garcés Sigas dijo:
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jose antonio dijo:
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marcos godoy villasmil dijo:
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Guillermo Baute dijo:
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Dr. José Luis Aparicio Suárez. dijo:
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21 de mayo de 2014
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Dr. José Luis Aparicio Suárez. dijo:
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Ernesto Bustos dijo:
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José Alberto Gómez Pérez dijo:
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Lisardo dijo:
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espero dijo:
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Esperanza dijo:
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21 de mayo de 2014
10:20:34
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