Como de costumbre, la doctora Yudany Bonachea Espinosa, médico del consultorio 19-28 de Santa Clara, realiza su habitual recorrido mañanero por la comunidad donde labora, desde hace varios años, y en la que atiende a poco más de 700 vecinos.
A su paso no falta el saludo o la invitación a compartir una tacita de café, a lo que ella, con la amabilidad y profesionalidad que la caracteriza, corresponde solo con un gesto, una sonrisa y la pregunta que nunca deja de hacer: «¿Cómo amaneció hoy esa familia?».
Sin embargo, esa rutina fue interrumpida el día que llegó al sitio el familiar de una paciente, de quien dijo que se quejaba de tener mucha falta de aire, decaimiento y fiebre.
Sin perder un minuto, la doctora Bonachea se presentó en el hogar de la joven, a la que realizó un pormenorizado análisis clínico epidemiológico. «No me parece dengue», se dijo para sí, explicando a la familia su sospecha de que estaba en presencia de una posible portadora de la COVID-19, lo que debía ser corroborado por la prueba de PCR correspondiente.
No tardó en llamar al policlínico Capitán Roberto Fleites, al que pertenece, para coordinar el proceder, el que fue realizado con urgencia, constatándose la preocupación de la doctora Yudany: la muchacha era positiva al SARS-CoV-2.
«Fueron días de mucha angustia, porque, aunque mi deseo era estar en la comunidad, que dicho sea de paso fue puesta en cuarentena ante la aparición de nuevos casos positivos en la familia, debí aislarme durante 14 días», explica la doctora, quien en todo momento estuvo al tanto de la situación, la que califica como una de las experiencias más difíciles de su carrera.
«Saber del sufrimiento de una familia que tuvo en su seno a cinco personas contagiadas, de las cuales, una falleció, es muy duro para cualquier persona», cuenta Yudany Bonachea Espinosa, quien es un buen ejemplo de lo que puede lograrse en el enfrentamiento al nuevo coronavirus, cuando el sistema de atención primaria de Salud funciona como es debido.
«Nuestra labor en ese frente no acaba en la pesquisa diaria, sino que continúa una vez que los pacientes positivos reciben el alta médica, a los que se les debe dar un estricto seguimiento epidemiológico durante los diez días posteriores, e incluso, después de esa fecha, atendiendo a las múltiples secuelas que puede dejar la enfermedad», explica.
A nosotros nos corresponde también coordinar la visita de especialistas de diversas ramas, entre ellas Medicina Interna, Sicología u otras, en dependencia del comportamiento y las manifestaciones que presenten los pacientes que han padecido la COVID-19, señala.
«Nos corresponde velar por el control y seguimiento del resto de la familia, a la que debemos visitar con frecuencia, entrevistarlos, y al menor síntoma, informarlo mediante los canales establecidos para que se actúe con prontitud», afirma la doctora del consultorio 19-28 de Santa Clara, un bastión ante el patógeno, el más importante, el del barrio.
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