Nacida en el capitalino municipio de Playa, la investigadora Beatriz Martínez Daranas sintió desde niña una fuerte predilección por las ciencias naturales, en particular hacia la biología.
Tuvo el privilegio de pertenecer a la generación fundadora de la Escuela Vocacional Vladimir Ilich Lenin, pues junto a sus compañeros de estudio participó en la construcción del emblemático plantel, mientras cursaba allí los grados 12 y 13 de la enseñanza preuniversitaria, graduándose en julio de 1974.
Ver el documental El Mundo silencioso, realizado por el célebre oceanógrafo, explorador e investigador francés Jacques-Ives Cousteau, y pertenecer de manera activa durante la infancia a círculos de interés vinculados a la Pesca, determinaron que la joven Beatriz optara por la carrera de Licenciatura en Biología, en la Universidad de La Habana, con la perspectiva de dedicarse a la biología marina.
«Mi familia no tuvo nada que, ver en esa elección, salvo estimularme a que continuara mis estudios y escogiera la carrera que yo prefiriera. Mi padre era piloto aviador y mamá oficinista y traductora».
La hoy Doctora en Ciencias Biológicas detalló a Granma que, una vez egresada, comenzó su vida laboral en el Centro de Investigaciones Electroenergéticas (cie), del Ministerio de la Industria Básica.
«Quizá muchas personas no lo saben, pero los sistemas de enfriamiento de las termoeléctricas cubanas emplean agua de mar. Ello implica que, al utilizarla, entren un sinnúmero de larvas de organismos marinos, las cuales al crecer son capaces de atascar los condensadores y los filtros, ocasionando muchos contratiempos. Guardo magníficos recuerdos de ese lugar, que contaba con un colectivo muy trabajador y unido.
«Después del cierre del cie, fui ubicada en la Empresa Tecenergo, también perteneciente al entonces Minbas. Allí atendí todo lo relacionado con la protección del medio ambiente en las termoeléctricas.
«Pero el periodo especial perjudicó notablemente esa actividad, y se hizo muy difícil seguir trabajando en el tema. Para suerte mía, me avisaron de la existencia de plazas vacantes en el Instituto de Oceanología, una plaza muy codiciada para cualquier especialista que amara las ciencias marinas, como era mi caso».
Según narró la doctora Beatriz Martínez, tuvo el privilegio de trabajar con el doctor Pedro Alcolado Menéndez y con otros reconocidos especialistas, que la introdujeron en el estudio de los pastos marinos y los arrecifes de coral.
«Oceanología representó una verdadera escuela. Recibí una excelente formación como investigadora, y adquirí conocimientos que mucho me han ayudado a lo largo de mi carrera profesional.
«En 2012, la profesora Ana María Suárez me pidió incorporarme al colectivo del Centro de Investigaciones Marinas de la Universidad de La Habana (cim-uh), para que colaborara con ella en la docencia, sin desvincularme de la investigación.
«Llevo 12 años allí y debo decir que, desde el punto de vista de la realización profesional se han superado todas mis expectativas».
Sencilla, afable y perseverante, la doctora Martínez Daranas es Miembro Académico Titular de la Academia de Ciencias de Cuba, en la Sección de Ciencias Naturales y Exactas, para el periodo 2024–2029, tiene una profusa obra editorial, que incluye la autoría de cinco libros, 14 capítulos de libros y la publicación de más de 60 artículos, en revistas científicas arbitradas.
Imparte clases de pregrado en la Facultad de Biología de la uh y cursos de posgrado en las maestrías de Biología Marina y Acuicultura y en la de Manejo Integrado de Costas.
Merecedora recientemente del Premio Nacional de Ciencias del Mar 2024, también es miembro del Grupo de Expertos del Programa Sectorial de Ciencia Uso sostenible de los componentes de la Diversidad Biológica en Cuba, del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente.
Participante en numerosos proyectos de investigación a lo largo de 40 años de vida profesional, su labor científica ha estado centrada, fundamentalmente, en los pastos marinos, tema en el que es considerada una autoridad más allá de nuestras fronteras.
«Los pastos marinos son la Cenicienta de los ecosistemas marinos a nivel internacional. Hasta en Cuba son poco conocidos y, sin embargo, tienen vital importancia.
«Están compuestos, básicamente, por plantas con hojas, flores y raíces ancladas (angiospermas), adaptadas a vivir de forma permanente sumergidas en agua salada. Sirven, en primer orden, como hábitat principal y zona de refugio y alimentación para muchas especies de valor económico y ecológico, entre ellas la langosta, el camarón, el cobo, diferentes tipos de moluscos, el manatí y algunos quelonios.
«Igualmente, amortiguan el impacto del oleaje sobre la línea costera, protegiéndola de la erosión, y a los arrecifes coralinos de la sedimentación excesiva. Constituyen uno de los mayores sumideros de carbono en la naturaleza y son, asimismo, potenciales reservorios de sustancias bioactivas, con aplicaciones en la búsqueda de nuevos medicamentos y en la cosmetológica».
Galardonada con dos Premios Nacionales de la Academia de Ciencias de Cuba y con el Premio Julián Acuña, de la Sociedad Cubana de Botánica, la doctora Beatriz Martínez expresó con preocupación que las ciencias marinas en el país sufren los impactos del bloqueo.
«Resulta muy difícil reponer equipos obsoletos, acceder a nuevas tecnologías, reactivos y otros recursos para trabajar. Las instalaciones sufren, en su mayoría, un marcado deterioro estructural, y carecemos de embarcaciones y medios de transporte.
«Las matrículas para carreras afines se mantienen altas en las universidades, pero el éxodo profesional es lacerante y duele ver cómo se pierden tantos talentos. A pesar de las inmensas dificultades, los profesionales del sector no han dejado de tributar aportes significativos al conocimiento de nuestro medio marino, ni de concebir acciones fundamentadas en la ciencia para su cuidado y preservación».
Reserva para el final de la entrevista, la mención al apoyo incondicional que siempre ha tenido de su esposo, Ángel Fernández Medina, buzo y fotógrafo submarino aficionado.
«Más allá de que me enseñó a bucear, y de acompañarme en mis periplos investigativos bajo el agua, compartimos las mismas aficiones por la música y el cine. Juntos, hemos podido sortear los vaivenes buenos y malos de la vida».
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Elvira dijo:
1
21 de octubre de 2024
10:38:00
Antonio dijo:
2
12 de mayo de 2025
13:27:30
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