VILLA CLARA.—Tres décadas han transcurrido desde aquel mes de julio de 1986, cuando las pacientes Teresa Vera y Marta Rodríguez fueron intervenidas quirúrgicamente en el Cardiocentro Comandante Ernesto Che Guevara, de Santa Clara, con lo cual se daba inicio a una de las historias más grandiosas de la ciencia médica cubana.
Nacía así una institución que es fruto de la imaginación y la sabia de Fidel, quien tuvo la visión de extender hasta el interior del país los servicios de cardiocirugía, con cuya idea se contribuía a salvar miles de vidas.
Desde entonces suman más de 9 000 las operaciones realizadas en esa prestigiosa institución, un centro que ha sido capaz de sobrepasar en dos ocasiones las 700 intervenciones en un año de labor, y que logra, además, la mayor supervivencia del país, superior al 95 %, indicador que la ubica como puntera entre sus similares de la nación.
HITOS DE UN CENTRO DE EXCELENCIA
Cuando el Cardiocentro fue fundado, su perfil era quirúrgico, desarrollando la cirugía valvular y algunas operaciones congénitas en adultos, sin embargo más tarde asumió otras tareas como resultado del crecimiento técnico y profesional de sus especialistas, además del apoyo brindado por la dirección del país.
Surgen así los servicios de Hemodinámica, que comenzó sus labores a partir de 1988 y la Cardiología Intervencionista, iniciada en marzo del 2003 gracias a la ayuda prestada por Fidel al crear la Red de Cirugía Cardiovascular de la Región Central, que abarca las provincias desde Villa Clara hasta Camagüey.
Otras prestaciones incorporadas al accionar del centro son la electrofisiología y la cirugía coronaria, perfil que fue desarrollándose de manera progresiva hasta lograr en estos momentos la generalización de este proceder sin usar la máquina corazón pulmón, así como la cirugía pediátrica, comenzada a partir del año 1997, con resultados que lo igualan a los alcanzados por los países desarrollados.
LA GLORIA DEL MUNDO EN UN GRANO DE MAÍZ
Si de algo puede vanagloriarse el Cardiocentro de Villa Clara, es de la grandeza del colectivo que ha logrado nuclearse alrededor del doctor Raúl Dueñas, su director, donde la profesionalidad y sabiduría de sus especialistas, desde el más encumbrado hasta el más simple, han sabido ganarse la consideración y el respeto de los miles de pacientes y familiares que durante estos años han acudido a ese centro para recibir sus favores.
Por razones de trabajo he tenido la posibilidad de estar cerca de varios de esos especialistas, además de muchas personas que han pasado por ese lugar, y puedo dar fe de que nunca he escuchado una crítica o un señalamiento negativo sobre el accionar de médicos, enfermeras, intensivistas, anestesistas, camilleros, dietistas, laboratoristas y el resto de los trabajadores de esa institución.
Así por ejemplo, no puedo olvidar la expresión de Aymé Gómez Moya, la madre del niño Ángelo Reinier Suárez Gómez, a quien le practicaron una compleja cirugía combinada corazón pulmón. Ella dijo no tener palabras para expresar el agradecimiento por todos los trabajadores del Cardiocentro, a quienes consideraba desde ese momento como su gran familia.
También el caricaturista Pedro Méndez, exdirector de Melaíto, me dijo un día que lo que más admiraba de los especialistas que lo habían operado, a cuya cabeza estuvo el doctor Álvaro Lagomasino, era la sencillez y la manera en que enfrentaban su trabajo, con un trato y una humildad que ya de por sí curaban.
“A cualquiera de ellos, Lago, el Moro, Monteagudo, Roger, Gustavito, Roberto, Chuchi, Javier, Rosendo, en fin todos, se les puede observar en el centro o en plena calle mientras hablan con un obrero, un dirigente, un carretonero, una mujer o el más encumbrado pelotero o científico, y sabes por qué, porque son gente de pueblo”, expresó Pedro.
Asimismo, no olvido las palabras del matancero Noel Miguel Hernández Cepero, un cardenense de 58 años de edad que padecía una obstrucción severa en varias arterias coronarias, quien antes de entrar al salón de operaciones y al despedirse de Zoraida Hernández, la esposa, y de Alejandro, su hijo, los abrazó fuerte y, en un susurro, les dijo “no se preocupen, quien me va a operar es el profesor Lagomasino, esto está garantizado”.
Y así, estoy seguro que se han expresado otros familiares acerca de quienes le han servido en el prestigioso centro, porque si algo portan en su conducta la gente del Cardiocentro es aquella idea de Martí en la que expresó que toda la gloria del mundo cabía en un grano de maíz.
Por último guardo con agrado un pasaje que demuestra cuánto quiere la gente a los médicos y trabajadores de ese colectivo, y fue la ocasión en que Lagomasino debió ser intervenido quirúrgicamente en su corazón, entonces hubo velas encendidas por su vida, sonaron los tambores en Sagua la Grande y otros lugares, y no fueron pocos los que esperaron con preocupación a las afueras del Cardiocentro por los resultados de la operación.








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Angela dijo:
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6 de agosto de 2016
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FRANCISCO PEREZ dijo:
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Dr. José Luis Aparicio Suárez dijo:
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17 de agosto de 2016
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sonia Respondió:
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sonia dijo:
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Jose Rodrìguez Mèndez dijo:
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18 de agosto de 2016
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