ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Alfredo Curbelo, especialista de Cubaenergía. Foto: Ismael Batista

Desde finales del siglo XIX el mundo conoce la gasificación de la biomasa como una tecnología limpia y fácil de operar. Si bien los primeros gases que se utilizaron en la iluminación de las ciudades y la cocción de alimentos fueron producidos mediante el carbón, muchos países utilizaron el biogás para obtener los mismos efectos, lo cual tuvo un repunte significativo luego de la segunda crisis del petróleo, una vez concluida la segunda Guerra Mundial.

En la actualidad, no obstante —tras la búsqueda de nuevos recursos energéticos que pue­dan resultar más económicos que los com­­bustibles fósiles y menos dañinos al medio ambiente—, muchas naciones como China y la India han incrementado sus instalaciones para la gasificación de la biomasa, convirtiendo a esta tecnología como una de las alternativas más viables.

Cuba, por su parte, no se ha quedado rezagada. Experiencias como el proyecto para de­sarrollar las energías renovables en la Isla de la Juventud así lo demuestran, sobre todo la edificación de una central eléctrica para la gasificación de la biomasa, ubicada en el poblado de La Melvis con una potencia de 500 kilowatts. A ellas se suman todas las acciones previstas a partir de la aprobación en el pasado mes de junio de la Política de Fuentes Re­novables de Energía, que de alguna manera contemplan la biomasa como materia prima fundamental para la generación eléctrica.

De acuerdo con Alfredo Curbelo, especialista de Cubaenergía la gasificación de la biomasa permite obtener combustibles gaseosos, los cuales son más eficientes que el resto. “Si bien es cierto que posee un componente calórico inferior, es decir, la cantidad de energía que se obtiene por unidades de volumen es me­nos que la de los combustibles convencio­nales, el gas que se adquiere es en la ma­yoría de los casos a partir de un residuo mucho más limpio.

“El proceso para gasificar incluye una conversión termoquímica, porque la biomasa ca­ñera o forestal se somete a un tratamiento con calor en ausencia o poca presencia de oxígeno. Un gasificador está compuesto por un ci­lindro, al cual por su parte superior se le introduce la biomasa; mientras por el inferior se le añade aire. El gas se extrae y debajo tiene un dispositivo por donde sale la biomasa restante.

“Luego se pasa a una etapa importante de limpieza del gas porque este tiene determinados productos que una vez fríos, se condensan y producen líquidos, los cuales no se pueden usar en los motores de combustión interna”, sostiene el experto.

Esquema de un prototipo de gasificador de la biomasa. Foto: Internet

Otro de los beneficios de esta tecnología, más allá de los conocidos, es que el gas generado puede ser utilizado en motores diésel, de gran empleo en el país, sustituyendo hasta el 80 % del mismo.

Sobre el proyecto recién concluido en la Isla de la Juventud, Curbelo indica que, si bien se miden los resultados por los megawatts instalados, entonces estos no son significativos. “Lo relevante del proyecto es que permitió un ambiente de discusión técnica económica sobre las oportunidades de la tecnología en el país e involucró a varios ministerios y empresas encargadas de hacer ese tipo de análisis para desarrollarla”, subraya.

Asimismo, entre los factores que más dificultan el avance en este sentido se encuentra lo relacionado con el suministro de la biomasa, pues —según declaraciones de Curbelo— las empresas que utilizan la tecnología deben tener garantías que obtendrán la materia prima para operar.

Durante muchos años, comenta el experto, las empresas forestales y azucareras plantearon la necesidad de una plantación energética. Si bien hoy existen estudios de factibilidad en este sentido, no se tiene una experiencia acumulada.

“Por ejemplo, sabemos que Cuba tiene mucho marabú el cual puede ser aprovechable, pero no conocemos al cabo de cuánto tiempo se alcanza una densidad de madera importante por hectárea. Las evaluaciones en las cuales trabajamos es que si limpiamos con fines energéticos una plantación de cinco hectáreas de marabú, se debe dejar como mínimo una, la cual garantice que dentro de cinco o seis años se obtenga el mismo volumen”, indica.

No obstante, otro de los retos es transferir la tecnología a la industria nacional. Por ello, según informa el especialista, a partir de ene­ro del próximo año Cubaenergía participará junto al Fondo Global de Inversiones (GEF) y a la Estación Experimental de Pastos y Fo­rrajes “Indio Hatuey”, en un nuevo proyecto con el cual se pretende trabajar en dos campos: el biogás y biodiésel para los pequeños productores agrícolas.

“Pretendemos apoyar la fabricación de equi­­pos por la industria nacional que em­plean­ el biogás en su funcionamiento. Asi­mis­mo, trans­­formar motores de gasolina a biogás y construir dos plantas para la producción de biodiésel y materiales para los biodigestores.

“Todo esto con el objetivo de demostrar que Cuba sí posee la infraestructura para producirlos, para que luego exista un programa estatal de fabricación comercial de estos equipamientos”, concluye.

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jaime lombana dijo:

1

22 de julio de 2016

01:26:14


Necesito informacion sobre construccion de gasificadores,gracias.