
SANTA CLARA.— Dice una vieja sentencia, que en la sencillez está la grandeza, una máxima que le viene muy bien al reconocido científico Sergio Rodríguez Morales, director del Instituto de Investigaciones de Viandas Tropicales (INIVIT) y autor, junto a su colectivo, de decenas de inventivas que hoy se encuentran diseminadas por todo el país.
Comunicador nato y de una simpatía sin par, este guajiro salido de un recóndito paraje del poblado de Guayos, en Sancti Spíritus, confiesa que lo que más aprecia en la vida es poder servir a su Patria desde la trinchera de la ciencia.
Con el objetivo de conocer acerca de su vida, Granma se acercó un poco más al hombre, al ser humano que hay detrás de uno de los científicos más reconocidos en Cuba en los últimos años.
—Nací en 1948 en un lugar muy pobre perteneciente a Guayos, conocido como Barrio Azul, en medio de un ambiente campesino. Mis abuelos procedían de Islas Canarias. Papá era obrero agrícola y recuerdo muy bien el pito del camión que tocaba a las tres de la mañana, hora en que él salía a alzar la caña a mano. Cuando terminaba de cargar el camión, iniciaba entonces el corte. En ese contexto de trabajo y humildad fui educado.
—¿De él heredó la pasión por el campo?
—De papá, que se llamaba igual que yo, aprendí mucho. Recuerdo que me enseñó a sembrar tabaco. Era una persona muy noble, que siempre tuvo la claridad de apoyarnos en los estudios. En medio de aquella miseria, él sacaba un dinerito de donde no había para pagar mis estudios.

—¿Dónde lo sorprende el triunfo de la Revolución?
—Estaba cursando la secundaria básica. Luego seguí estudiando hasta llegar a la Universidad Central de Las Villas, donde, en 1972, me gradué como ingeniero agrónomo.
—¿Cómo nace la pasión por la ciencia?
—Creo que viene de esa cualidad que tienen las personas pobres de ayudar a los demás. A esa condición debo agregar, que fue Fidel quien despertó en mí la pasión por la agricultura y por la ciencia. En verdad yo quería ser médico, pero él, con sus discursos y argumentos, me llevó a involucrarme en este campo, de lo cual no me arrepiento.
—Y al INIVIT, ¿cuándo llega?
—Siempre me gustó la genética, por eso al graduarme pedí ir para el Centro de Mejoramiento de Semillas Agámicas (CEMSA), que era como se llamaba entonces el actual INIVIT. Allí aprendí mucho, sobre todo de Arnaldo Milián, entonces primer secretario del Partido en Las Villas, quien frecuentaba el centro. A Milián lo considero uno de los alumnos más aventajados de Fidel.
—¿Qué ha significado esa institución en su vida?
—Todo. Allí me he realizado profesionalmente. Disfruto mucho estar en ese centro, el trabajo, y el gusto que da compartir con compañeros tan talentosos.
—¿Qué siente Sergio Rodríguez cuando ve una realización del INIVIT concretada en la práctica?
—Un orgullo muy grande y una gran motivación para seguir adelante. Cada logro obtenido es parte del trabajo de muchas personas, sin ellos, yo no hubiera podido hacer ciencia.
—¿Y cuando se malogra un resultado?
—Una gran insatisfacción, conmigo en primer lugar, porque creo que no hemos sido capaces de convencer a los demás de la utilidad del descubrimiento.
—¿Por qué el divorcio que prima en algunos lugares entre ciencia y agricultura?
—Por la deficiente labor extensionista. No es correcto culpar a los productores de los bajos rendimientos o por la no introducción de algún logro importante, sino a nosotros y a quienes tienen la responsabilidad de generalizar un resultado.
No obstante, veo que se ha ido avanzando en los últimos tiempos, aunque no con la celeridad requerida.
—¿Cómo transcurren los días de Sergio Rodríguez?
—Me levanto bien temprano y pongo los programas Haciendo Radio y Patria para informarme. A las 6:30 a.m. voy para mi oficina a realizar actividad científica. Allí leo, consulto Internet y proyecto ideas. Luego realizo los trabajos más operativos, hasta las 4:00 p.m. cuando regreso de nuevo a mi despacho a continuar la preparación científica. Ah, y cuando llego a la casa es para atender a la familia, a partir de un pacto establecido con mi esposa, Magalis, de no hablar de trabajo en el hogar.
—¿Qué es para usted la sencillez?
—Es una gran virtud que no se puede fingir, se lleva dentro. El mayor ejemplo es Fidel. Cuando uno se acerca a él lo ve como algo inalcanzable; sin embargo, al intercambiar criterios te das cuenta de la extraordinaria sencillez que lo caracteriza. Igual sucede con Raúl, una persona que da mucha confianza para compartir, a pesar de sus grandes responsabilidades.
—¿Cómo asume la responsabilidad de miembro del Consejo de Estado?
—Creo que no es un mérito mío en particular, sino del colectivo del INIVIT por sus logros y de todos los científicos cubanos.
—¿De sus resultados científicos, a cuál le tiene mayor cariño?
—Es una pregunta difícil de responder, pero a los relacionados con la yuca les tengo un aprecio especial.
—¿Cuando ya no pueda hacer ciencia a qué labor se dedicará?
—Yo no concibo mi vida fuera de esta actividad. Por eso puedo asegurar que moriré con mi mente pensando en hacer ciencia.
COMENTAR
rfs dijo:
1
26 de abril de 2014
11:41:26
ISBEL RODRÍGUEZ dijo:
2
26 de abril de 2014
12:24:45
Nébuc dijo:
3
26 de abril de 2014
15:45:47
Armando Cardona dijo:
4
26 de abril de 2014
18:21:26
cuauhtemoc dijo:
5
27 de abril de 2014
00:42:19
rfs dijo:
6
27 de abril de 2014
09:22:34
Francisco Pacheco dijo:
7
27 de abril de 2014
09:31:33
René dijo:
8
27 de abril de 2014
13:45:30
rfs dijo:
9
27 de abril de 2014
17:51:13
javier uzcategui h dijo:
10
27 de abril de 2014
18:34:58
ismael dijo:
11
28 de abril de 2014
08:41:19
rpg dijo:
12
28 de abril de 2014
15:07:44
Luis Suárez dijo:
13
23 de mayo de 2014
14:34:22
Responder comentario