Hace casi un año, el 30 de diciembre del 2016, expresé que veía a Ciego de Ávila con más posibilidades que Granma para ganar la 56 Serie Nacional, cuya final se jugaría en el enero del 2017. Lo que pasó fue diametralmente lo contrario, lo que nadie esperaba: los Alazanes vencieron 4-0.
Entonces, el 26 de enero del 2017, ya con los granmenses enfundados en sus túnicas de campeones escribí en esta misma columna: «La pifia profética de diciembre pasado nos permitió apreciar, además, a los jugadores comprometidos con las graderías, con aquel que en las calles los admiraban y les demandaban total entrega. Mientras veíamos a los Alazanes en los pechos de los granmenses y los vítores a Despaigne, Avilés, a Lázaro Blanco, a los que llegaron desde otras latitudes patrias como Denis Laza, YuniorPaumier, YordanManduley, Lahera o Frank Camilo; cuando observamos el respeto hacia el orfebre de la estrategia, al pensador, ecuánime y atinado director de la escuadra, Carlos Martí; o al pueblo desbordado en la emoción y la alegría, con sus congas pasadas las 12 de la noche y con la hospitalidad hecha un bate y una pelota, nos damos cuenta que este deporte nos une, nos identifica, hace brotar las virtudes y la defensa del terruño cual ejército mambí.Cuando tienes la oportunidad de tocar con tus manos esas escenas y un estadio Mártires de Barbados hecho una ciudad entera, bienvenido entonces aquel desatino».
Hoy no me queda más remedio que hacer una reverencia ante Carlos Martí y sus peloteros y delante de toda Granma. Como el hombre es el único animal que tropieza con la misma piedra dos veces, pues ahora di a Matanzas con más posibilidades. Su pitcheo y una versátil ofensiva, me inclinaron, como a muchos colegas –a la mayoría—a dar a los yumurinos en calidad de favoritos. Y por segundo año consecutivo, Martí y su tropa nos dieron un golpe de autoridad. No fue 4-0, pero sí un demoledor 4-1 y los cuatro éxitos en línea.
Felicitamos --y una vez más nos alegramos de errar--, a los campeones defensores. Y como aquel 26 de enero, cuatro días después, de coronarse por primera vez, repito: «… Granma, sus peloteros y directivos, nos dejaron claro, que de pelota solo sabemos que no sabemos nada. El aplauso para ellos, los que saben…»
Y en el Latinoamericano. “Es una fiesta, es muy bueno para el pelotero jugar con este estadio así, a punto de reventarse”, dijo Rey Vicente Anglada, uno que sabía hacerlo muy bien cuando las tribunas estaban preñadas de humanidad. El coloso del Cerro recibió a sus Industriales tras tres años de ausencia en las postemporadas de la pelota cubana, con sus gradas abarrotadas, las cuales también batearon y lanzaron para que los azules vencieran 4-0 en el tercer juego de la semifinal de la actual campaña e inclinar la balanza 2-1 sobre Las Tunas.
El Latino hizo temblar a la capital en el primer episodio del choque, cuando YordanisSamón disparó largo cuadrangular entre el bosque izquierdo y el central; registró otro movimiento telúrico luego de que Orlando Acebey, con felinos reflejos, hiciera trizas una línea salida del bate de Andrés Quiala, en la segunda entrada. En ese mismo acto, Juan C. Torriente congeló un metrallazo, este del maderodel líder en ofensiva de la contienda, Jorge Yhonson, para convertirlo en salvador dobleplay. Y en la quinta escena Jorge L. Camero, en la pradera izquierda, inscribió una obra de arte en la galería de la temporada.
Sin esas perlas defensivas, Las Tunas hubiera inaugurado el marcador bien temprano, lo que no empaña el trabajo del zurdo artemiseño Misael Villa, quien en la noche de un jueves de lujo con el retiro del deporte activo de Carlos Tabares, firmó su mejor actuación en los clásicos cubanos. Él cubrió siete y un tercio ante una ofensiva que fue capaz de pegarle jits en todos los actos, menos en el primero.
Fue una velada en la que Cuba se vistió de cubanía, arropada por una de sus más fieles expresiones culturales, la pelota. El estadio, la casa del béisbol, vivió cómo hacía años no lo experimentaba las emociones que solo este deporte es capaz de generar. Ya habíamos dicho que el Latinoamericano es capaz de ganar juegos, pero solo no puede, lo hace con el pueblo, principal destinatario del esfuerzo de los héroes en el terreno. Y ayer, en una verdadera fiesta deportiva, fue tan protagonista como los peloteros.
Sin embargo, no creo que esta semifinal encuentre en el Latino su decisión. Los Leñadores deben afilar sus hachas, han demostrado que no se mellan de un día para otro, pero necesitan de sus bates más poderosos, los de Rafael Viñales, que en estos tres primeros partidos tiene solo un jit en ocho turnos; del siempre combativo Yosvani Alarcón y del propio Yhonson, tres puntales que trajeron a Las Tunas hasta esta instancia y que ayer, por ejemplo, se fueron de 12-1. Ese fue el principal mérito del joven Villa, desde la lomita ganadora.Les urge también a los tuneros que Yoalkis Cruz se encarame hoy tan alto como su récord personal de 14 triunfos para una lid, lograda en esta 57 Serie Nacional, pues un tercer fracaso consecutivo sí empezaría a ser lapidario y para nosotros, los periodistas, o al menos para este servidor, una prueba más de que no sabemos nada de pelota. Es que también dimos a Las Tunas como favorito.
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