ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
 Foto: Juvenal Balán

«Lo más terrible de este mundo es que cada uno tiene sus propias razones», se decía en ese clásico de Jean Renoir, La regla del juego (1939), uno de los títulos más significativos de la Historia del cine y una profecía, a las puertas de la Segunda Guerra Mundial, de la derrota de los valores humanistas.

En lo personal, la frase me ha servido para tratar de explicarme, más allá de los calentones humorales que puedan sobrevenir ante cualquier infamia, el móvil de ciertas conductas que bien pudieran englobarse en una definición salida de la pluma de Mario Benedetti: «En el mercado de la deslealtad, el arrepentimiento no es la más fiable de las mercancías» (El País, 25 de febrero de 1994).

En «el caso cubano» sobran historias al respecto, e igualmente canciones contrarrevolucionarias surgidas desde el mismo año 1959, como aquella que decía en tono compungido: «Pobre Jesús Sosa Blanco, por su valentía y honor, lo asesinó Fidel Castro, llenando a Cuba de horror…».

La tonadilla la transmitieron emisoras auspiciadas por la cia de Allen Dulles, como parte de un plan de acciones encubiertas contra Cuba. Eisenhower era el presidente de Estados Unidos y no le tembló la mano para aprobar medidas encaminadas a deteriorar el apoyo popular a la Revolución. Cualquier manual al uso ofrecía la fórmula: crear oposición interna, bombardear propaganda a los cuatro vientos desde la Voz de las Américas y otros medios y, como jugada maestra, la preparación de lo que poco después sería la invasión a Playa Girón.

 Jesús Sosa Blanco había sido uno de los criminales más despiadados de la tiranía de Batista y sobraron acusaciones y testigos en el juicio, transmitido desde la Ciudad Deportiva, para impugnarle sus asesinatos, torturas y saqueos incendiarios en los campos orientales. Sin embargo, el lamento musical, ampliamente difundido desde el exterior, trataba de convertirlo en la pobre víctima de una Revolución naciente.

 A mis 13 años de edad yo había visto el juicio y oído la canción y puedo asegurar que fue mi primera gran experiencia de contrastes entre una gran verdad y la manipulación que se puede tejer en torno a ella.

 El «cada uno tiene sus propias razones», emanado del clásico de Jean Renoir, encontraría en este caso una respuesta tan clara como vulgar, primero con los bombardeos que tuvieron lugar en La Habana, a manera de ablandamiento, y más tarde con la invasión mercenaria.

 Esa era la verdadera «razón», y el objetivo de los que elaboraron aquella tonadilla y las muchas patrañas que más tarde vendrían.

–2–

Tratar, sin embargo, de analizar ciertas razones políticas desde una ética, o lógica elemental que excluyera conveniencias materiales, o económicas, en personalidades con pies de barro sería un error, y el Miami furioso archiva ejemplos al respecto.

Todavía se recuerda el fenómeno de empatía musical y humana que significó la visita de Oscar de León a Cuba, en 1983, un viaje que el propio cantante no deja de reconocer como uno de los grandes acontecimientos de su vida artística. Pero cuando las emisoras de Miami, y de la Venezuela de esos tiempos, le cortaron la luz y el agua como castigo por la confraternización cubana, el músico optó por hundir la cabeza en medio del pecho y alegar que, aunque lo suyo «no había sido político», se había equivocado.

Los ejecutantes del último tema musical contrarrevolucionario, más allá del lloriqueo político-visual del que hacen gala, están sometidos, igualmente, por una regla del juego que gradualmente les fue recordando que, si bien Miami y La Habana están entre dos aguas, en ellas no se puede flotar en un sonriente ir y venir libre de definiciones.

¡Hay que rajar la caña brava, y así, hasta a lo mejor, les devolvemos las llaves de Miami, y no les entorpecemos más contratos, y se frena la campaña para quitarles la residencia, y hasta con Otaola hablamos… ¡Que aprendan de Los tres de La Habana, que de la nada pasaron a planos estelares tras hacerle una cancioncita chambelonera a Trump para su campaña…!

Tan patético como real. Lo cual no le quita responsabilidad a la infamia.

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rubert dominguez dijo:

1

23 de febrero de 2021

22:05:31


Yo creo que en ambos lados del estrecho del la florida hay oportunista, cada cual tiene el derecho de hacer lo que quiera, oir la musica que quira, el tiempo se encargara de jusgarnos. cuba es de TODOS...