ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Foto: Jorge Luis González

Solo los niños, con esa capacidad de percibir las sensaciones aunque no sepan, o no lleguen a comprender, la dimensión del todo; solo su energía, esa tan de ellos, que contagia y nos saca casi a fuerzas la sonrisa; solo la originalidad y lo sencillo de sus palabras para pintarnos el mundo, podrían, en un día tan triste, darle color al silencio de la Plaza. Porque ellos también querían ver a Fidel. Y ahí estaban, de primeros, con las pañoletas más azules que nunca, de la mano de sus padres, con sus gorras de ¡Viva Cuba!, o como los trajo Tin (Carlos Alberto Cremata, director de la compañía La Colmenita), para crear arte donde nace el dolor.

«Él hizo muchas cosas por nosotros. Sí, yo soy pequeñita, pero me doy cuenta de las cosas. Yo sé que si voy a la escuela o al médico y me cuidan y me enseñan sin que mis padres tengan que dar dinero, es porque Fidel nos dio eso». Así nos dice Car­men Paz, que sonríe y gesticula con las manos y con los ojos mientras habla, como si quisiera decir más de lo que puede con sus cinco añitos.

Era imposible dejar de venir, por el agradecimiento inmenso que tenemos hacia él, porque sin Fidel la historia fuera otra, y quizá no existiera una Colmenita, confiesa por su parte Claudia Alvariño, la actriz cubana que ha crecido como persona y profesional junto a las tablas de la compañía infantil.

«Ahora mismo lo que nos queda es una misión muy grande, seguir la imagen de Fidel y su persona, y tratar de contarle esto a los niños, porque muchos no han tenido la posibilidad de recordarlo como lo hacemos nosotros, de pie, desfilando por este mismo lugar, o en los congresos pioneriles cuando nos abrazaba o nos pasaba su mano suave, cálida, por la cabeza… Esa es la ta­rea, y vamos a contarles todos los días algo sobre el Comandante, aunque la vida no alcance para ello».

A Dagna Barcia le gusta mucho hablar. Ha venido con su uniforme, el de «abejita». «Vine para saludarlo porque él es como si fuera mi familia, y a la familia se le quiere»…, y entonces calla, piensa —así como lo hacen los grandes cuando meditan o buscan una palabra enrevesada para en falso impresionar —, pero a Dagna no le hace falta más. «Es que Fidel es todo». Y extiende los brazos, tal si quisiera atrapar en sus manos lo inmenso de ese instante.

María Elena Febles, mujer, ama de casa, cubana, fidelista, también cree que el guerrillero de la Sierra Maestra lo es «todo». «Su mayor legado es la valentía, la dignidad, el orgullo de ser cubano», afirma con la voz entrecortada, mientras asegura que a sus hijos y nietos les contará que fue «el hombre más grande, y que tuvimos la suerte de ser cubanos y nacer con él».

Por su parte, Ramón Pez Ferro, asaltante al cuartel Moncada guarda entre sus recuerdos más preciados haber estado junto a Fidel y Abel Santamaría, jefe del grupo que tomó el hospital Saturnino Lora.

«Me convida a estar aquí el amor, el respeto profundo, la identidad total con Fidel a lo largo de los años. Era un deber moral, un deseo, una inclinación espontánea. Para nosotros no está muerto, seguirá viviendo en nuestros corazones, en nuestros sentimientos. El mejor homenaje será continuar su obra, por la misma senda que trazó, hasta lograr la total consolidación no solo de la Revolución, también de la justicia en el mundo».

De esa convicción se sostiene también Elián González, quien llegó temprano al Memorial José Martí para rendir honores al Comandante. «Tiene el poder de ser invencible, de ser inmortal. Fidel sigue vivo en el corazón de todos los cubanos, se engrandece, se hace historia. Nunca morirá».

En su mente se llevará el recuerdo del Fidel humano, el que puede equivocarse, pero sabe rectificar sus errores, el que es amigo en el mayor sentido de esta palabra, «porque es el amigo de todos: del débil, del desamparado, del que lo necesita». Como ejemplo, subraya el puente solidario que tendió con los pueblos de África, cuando salió a librarlos del Ébola. «Hizo todo lo posible porque llegara ese granito de la Revolución a cada rincón del mundo».

Y el niño que quedó en la memoria de Cuba, ahora joven, ahora hombre, nos regala la última vez que compartió con Fidel. «Estaba en camino de decidir qué iba a estudiar. Por mucho que traté de preguntarle, de que me ayudara a elegir, no lo hizo, y esa fue su mayor educación. Es que Fidel nos prepara, nos da los medios, pero no está para decidir por no­sotros, nos deja decidir, que seamos los partícipes de nuestra vida».

Desde ahora en adelante tengo más fe en el pueblo cubano —dijo— porque de alguna for­ma nos preparó para este día. Ahora nos soltó la mano…, ahora somos millones de cubanos que vamos a alzar esa voz, que vamos a seguir sus ideas.

Pasados unos minutos del me­diodía, al final de una de las largas filas se encontraba Marco Anto­nio Domínguez Pérez,  quien trabajó en la seguridad del líder de la Revolución durante 28 años.

«Nunca se creyó que era un fuera de serie. Nunca se creyó que era mejor que nadie. In­clusive, a mí me hizo muchas preguntas sobre muchas cosas. Siempre quería saber, averiguar. Era una persona fuera de lo común».

Foto: Jorge Luis González

Los últimos en ofrendar un momento de respeto y recordación en una de las arterias de la Plaza fueron los españoles Carlos y Ana, a quienes la noticia los sorprendió de vacaciones en Cuba. Era imperdonable no llegar hasta este sitio histórico, era impensable ver lo que vieron sus ojos, y no exclamar, como lo hicieron: «Si te lo cuentan no te lo crees.

Hay que vivirlo. Es impresionante».

No es de extrañar, entonces, que no bastara el lunes, ni las horas del martes, ni alcance la vida para que tu gente te hable y se despida, porque es imposible decir adiós a quien no se ha ido, porque es imposible en un instante abrazar tu grandeza.

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Esther dijo:

1

30 de noviembre de 2016

09:27:44


Hasta siempre, mi viejo querido, vivirás en mi corazón por siempre, al igual que en el corazón de todos los que te amábamos bien, por las muestras de tristeza y cariño parece toda mi CUBA, mi Comandante Fidel ¡Descansa en Paz! Tus ideas se multiplicaran y perduraran en la continuidad de la Revolución, la juventud y la niñez, toda esta generación de pueblo te ofrecerán de premio por tu historia un digno relevo. Hasta La victoria siempre Fidel, tu el más grande de todos.

Reyes dijo:

2

30 de noviembre de 2016

13:32:55


Fidel sabía que lo más importante era nuestra educación, para que nadie nos engañara, por eso nos enseñó a leer y a escribir y después nos dijo LEE, por sabía que cada uno debe sacar sus propias conclusiones y no dejarse llevar por las de otros. FIDEL es FIDEL.

Emperatriz dijo:

3

30 de noviembre de 2016

15:23:54


¡Vivan los niños!