ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Gerdan Fonseca ha obtenido medallas en todas las ediciones de los Juegos Parapanamericanos en que ha participado. Foto: Calixto N. Llanes

Los puños del destino intentaron noquear a Gerdan Fonseca Bernal cuando exhibía el título juvenil de boxeo, en la división de 81 kilogramos, y recibió su primera convocatoria para la preselección a un certamen internacional.

Detrás de esa ilusión, en julio de 1993, recogió sus documentos en la Escuela Superior de Perfeccionamiento Atlético (ESPA) de Camagüey y, al abordar el tren hacia Lugareño, su pueblo, en el municipio de Minas, resbaló. El infortunio requirió amputarle la parte inferior de su pierna izquierda.

Completó la rehabilitación en el Hospital Amalia Simoni, de su provincia, y en el Frank País, en La Habana. Aunque las circunstancias lo obligaron a abandonar el pugilismo, incursionó en el paratletismo.

«Me apoyaron mi familia; amigos de la ESPA, como Yadira Espinosa y el púgil Yako Rodríguez; los entrenadores de boxeo Waldo Santiago y Humberto Orta; el director de la institución docente, Andrés Gilberto Macías. Puestos de acuerdo con el encargado del deporte camagüeyano para personas con discapacidad, Cristino Santiago, me presentaron al primer profesor de mi nueva etapa, Paulino Reinerio Vargas.

«Probé el baloncesto en silla de ruedas, pero me centré en los lanzamientos del campo y pista. Debuté en el Campeonato Nacional de 1996, desde la postura sentada, en la sexta categoría –según las denominaciones de entonces–, con el oro en bala y en disco, y el subtítulo en jabalina, detrás del monarca de Atlanta–1996, Guillermo Pérez.

«Cuando transité a los envíos de pie, a él lo ubicaron en el apartado médico-funcional f42, y a mí en el f44, en el cual logré los lauros de mis especialidades en lides nacionales. Conquisté tres coronas en los primeros Juegos Parapanamericanos, celebrados en México, que los recuerdo con mucho orgullo».

Él poseía buenas marcas para Sidney-2000, pero otorgaron pocas plazas al país, y priorizaron a exponentes más establecidos. Sin embargo, el próximo año lo eligieron a otra gran fiesta planetaria: el xv Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes en Argelia.

En 2003 casi pierde, sin competir, sus segundos Panamericanos, escenificados en Mar del Plata, Argentina. «La comitiva del deporte rey carecía de pasajes de ida, y nuestro departamento rector sacrificó al voleibol sentado para cedernos sus boletos a un grupo de atletas con posibilidades de garantizar la presencia en Atenas-2004.

«Alcancé el segundo lugar en el disco, y dominé la jabalina y la bala, y en esta última clasifiqué para la capital de Grecia, con la opción de inscribirme en otro evento, el disco, en el que terminé décimo.

«Logré el bronce paralímpico en la bala, con 14,76 metros. Iba detrás del líder, después de dos intentos. En el tercero superé los 15, pero los jueces lo invalidaron, al parecer, por un gesto eufórico que interpretaron como indebido. Ya en la ronda final, el estadounidense Edwin Cockrell lanzó 14,81 metros, y descendí un escalón en el podio».

Fue tercero también en el Mundial de Assen, Países Bajos, en 2006, y clasificó a la cita paralímpica de Beijing-2008, a pesar de los resbalones por la lluvia. En la bala de los Panamericanos de Río de Janeiro, llegó a 15,08, pero un sistema de puntuación aplicado ante la unión de categorías me relegó a la plata, en esa prueba y en el disco.

«En los Paralímpicos de la capital china me batí sin mi entrenadora, Xiomara Rivero, quien retornó a Cuba por una enfermedad de su esposo. Inicié con la misma marca de Atenas, y me mantuve por encima de 15 metros, con tope de 15,65, pero, otra vez en la ronda final, el sudafricano llevó el implemento más allá de 15,70, y volví a quedar tercero. Mi compañero Leonardo Díaz me llamó el titán de bronce».

En los Parapanamericanos de Guadalajara-2011 excluyeron la bala y el disco, e intensifiqué mi preparación en la jabalina. Aunque terminé segundo, la clasificación global me impidió disfrutar de los Paralímpicos de Londres. También obtuve plata en la cita continental, en Toronto-2015, y octavo, un año después, en los Paralímpicos de Río.

«En la justa continental de Lima-2019 me redimí con la victoria, y 55,88, pero no me concedió el pase directo a Tokio, y tampoco lo concreté en lides posteriores. A partir de 2022 me readapté a la postura sentada, con un bronce de 43,33 en la jabalina, en mis séptimos Parapanamericanos, en Santiago de Chile».

Gerdan Fonseca cuenta, entre las razones merecedoras de su esfuerzo, con su hijo Diogo. Está muy agradecido de su familia, de sus amigos y de la comunidad de Lugareño; y siente orgullo de su Revolución y de la Aclifim, por la oportunidad de cumplir los sueños.

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