Como la gran gladiadora que dice ser, la gm pinareña Yerisbel Miranda vino de menos a más en el recién finalizado Campeonato Nacional de Ajedrez, para llevarse un pergamino que hace tiempo le resultaba esquivo, y que tanto deseaba tener de vuelta.
Debió esperar ocho años para alcanzarlo nuevamente, y lo ha disfrutado muchísimo, porque no aspiraba a nada más importante que volver a reinar aquí, en su tierra, junto a su familia y a todas las personas que la han visto crecer en la vida y en el juego ciencia.
Minutos después de vencer a la camagüeyana Ineymig Hernández, con lo cual completó los siete puntos y medio, inalcanzables para el resto de las competidoras, nos develó, los entretelones del torneo que acaba de ganar, y los de su vida como ajedrecista.
–¿Qué título has disfrutado más, el anterior o este?
–Los dos por igual, aunque el primero un poquito más. Este fue un torneo muy fuerte y de mucha rivalidad, en el que todas las jugadoras, experimentadas o noveles, salieron a ganar su partida. Luego de vencer en 2017, había estado cerca del título en otras ocasiones, pero al final no lo lograba.
–Dijiste que en el ajedrez hay más rivalidad en los certámenes de mujeres que en el de los hombres. ¿A qué se debe?
–No sé si es debido, tal vez, a que ellos son más cautelosos, o se preparan más; pero hacen muchas más tablas que nosotras. Por ejemplo, en este torneo, cerca del 80 % de las partidas tuvieron decisión, y buena parte de ellas se jugó hasta el límite, con mucha combatividad. A lo mejor, también tiene que ver con las características de la mujer cubana, que somos muy luchadoras.
–Viniste de menos a más en el torneo. ¿Es tu característica?
–No siempre es así. Perdí en la primera salida con la gm Yaniela Forgás, una jugadora muy fuerte. Luego hice algunas tablas, y como en la cuarta ronda vi que estaba en el lugar 14. Me dije: «qué pasa, tú siempre has sido muy competitiva, viniste a ganar y a realizar un buen papel». A partir de entonces, empecé a remontar, y ya sabes el final.
–¿Cuál fue la partida más difícil?
–La que jugué con Roxangel Obregón, es muy buena ajedrecista. Me llevaba un punto de ventaja, y si perdía podía despedirme del título. Fue un duelo muy intenso, hasta el límite, que se extendió a 108 movidas; las dos cometimos errores y las dos tuvimos oportunidades de vencer. Lo logré yo, y eso me abrió las puertas del Campeonato.
–¿En qué fase del juego te consideras más fuerte?
–No suelo ser muy buena en las aperturas. Creo que lo hago mejor en el medio juego, pues soy muy pragmática y analítica. También me desempeño bien en los finales.
–¿Tus ídolos en el ajedrez?
–Siempre seguí las partidas de Leinier Domínguez, pero mi referente es José Raúl Capablanca, un genio del ajedrez mundial.
–¿Satisfecha con tu actuación como miembro del equipo nacional?
–Las olimpiadas y los torneos de máximo nivel son muy fuertes, y en los últimos no nos ha ido muy bien. Pienso que podemos dar más y nos debemos un mejor resultado, para lo cual hay que prepararse.
–¿Próximas metas?
–La principal era ser la campeona de Cuba. Llevaba varios años en los que no pude serlo. Cuando lo conseguí, en 2017, aún era muy joven, ni siquiera era Gran Maestra, por eso mi máxima aspiración acaba de ser concretada. Ahora seguiré jugando otros torneos. Próximamente, por derecho propio, estaré en el Zonal Centroamericano.
–¿Cómo valoras el ajedrez femenino en Cuba?
–Hay muchas jóvenes talentosas y bien preparadas que vienen empujando con fuerza, en especial en Villa Clara, donde se le brinda un gran apoyo a este deporte. Creo que el futuro es prometedor.
–¿Qué le falta para estar en la élite del ajedrez mundial?
–Con 37 años es difícil. Tengo una familia que me ayuda, pero no es fácil. Me cuesta mucho trabajo despegarme de ellos, en especial de mi niña, Lucía, a quien dedico este título que me llena de felicidad.
COMENTAR
Responder comentario