A la primera parte de la 54 Serie Nacional le van quedando a partir de mañana solo seis juegos para cada conjunto y este epílogo llega marcado por el prólogo de la Serie del Caribe, la segunda a la cual Cuba asistirá tras el regreso en febrero pasado en la Isla de Margarita, Venezuela. Estos últimos días de aspiraciones o frustraciones son signados, también por segunda ocasión, por las intenciones de contratación en ligas extranjeras de peloteros cubanos.
Tendría que ocurrir una debacle para que los primeros seis equipos de la tabla de posiciones (Matanzas, Granma, Industriales, Ciego de Ávila, Artemisa e Isla de la Juventud) no aparezcan entre los ocho clasificados a la etapa elite, mientras que el sexteto que le sigue (Holguín, Santiago de Cuba, Villa Clara, Las Tunas, Pinar del Río y Sancti Spíritus) disputan los dos boletos vacantes. Sin embargo, y pese a la paridad que pone en tensión a los terrenos y multiplica el espectáculo, no es de este final de contienda, aunque sí a propósito de él, que volvemos a llamar la atención sobre el sistema competitivo del béisbol cubano.
Jorge Peláez; Alberto Brito; Juan J. Basulto; Orlando Garcés; José A. Sánchez; Danniar Díaz; Germinal Rodríguez, desde Alemania; Hugo Tissert, desde Venezuela; Rogelio Hernández; Francisco Mesa; Rafael L. Rodríguez; Armando Perdomo; José R. García; Gilberto Ponce; Deynier González; Gabriel Llauradó; Reinier Alonso; Guido Guerrero; Hernán Pereda, médico en Brasil; Rafael Ruiz Jiménez; Yosmani Aguilera; María Elena Guardo, desde Venezuela; Alejandro Díaz; Gaspar J. Baguet; Bartolomé Remón Arias, el insustituible cienfueguero Tino Iturralde y muchos, muchísimos más, nos han escrito con la misma preocupación y con las diferencias propias cuando se habla de pelota. Hay consenso de que 16 conjuntos es demasiado para el principal evento de nuestro pasatiempo nacional.
Hemos insistido en que un cambio de estructura del principal torneo no resuelve el problema, ha de pensarse en un sistema de calendario competitivo, al que nos gusta llamar temporada, que aúne los principales objetivos de este deporte, pasión de todo los que habitamos esta isla, desde la participación hasta la elevación de su techo de calidad.
Desde la pasada Serie del Caribe hemos sopesado la idea de ese sistema, que ha de aglutinar series provinciales, juegos escolares, campeonato juvenil del país, serie nacional y un torneo elite que proponemos nombrarlo Liga Cubana de Béisbol, con seis elencos en pugna. De la misma manera que la lid caribeña de equipos campeones, el Clásico Mundial y el Súper-12, así como los eventos centro y panamericanos, los de diferentes categorías y otros, han de incluirse en ese ordenamiento.
Un calendario típico de ese método sería: marzo y abril, las provinciales; de junio a octubre, la nacional, con categoría Sub-23 en el 80 % de las nóminas y con 16 equipos representativos de cada provincia del país; entre febrero y octubre los que sean contratados en ligas foráneas se desempeñarían en ellas, y Liga Cubana de Béisbol, entre noviembre y enero.
Estaríamos, sin violar los principios de participación de nuestro movimiento deportivo y del béisbol en particular, conectando la temporada cubana con las exigencias del calendario internacional. Si vamos a la Serie del Caribe con el conjunto ganador de la Liga, tendríamos, además de los refuerzos, una selección acabada de salir de una lid de mucho más calidad que la que jugamos ahora. Lo mismo aportaría en año de Clásico Mundial. La propuesta no excluye la territorialidad, expresada en la Serie Nacional, ni tampoco las oportunidades de participación, al verla nacer desde la provincia.
La Serie Nacional Sub-23 permite mantener en acción a la mayoría de los jugadores talentos que han transitado por la pirámide del alto rendimiento y la Liga, con seis colectivos de 30 peloteros, agruparía a los mejores 180 hombres del país y daría la posibilidad de que los contratados se incluyan, después del adecuado descanso, en la temporada nacional.
En la Dirección Nacional de Béisbol conocimos en boca de su director, Heriberto Suárez, que se estudian varias fórmulas que tributarían a ese objetivo. Le insistimos en que ya no queda mucho tiempo, incluso, corremos el riesgo de asistir a la Serie del Caribe, en febrero próximo ya no con un campeón de hace diez años, sino con la amenaza de que no esté dentro de los ocho del grupo elite de la actual campaña.
“Quiero decirle a la afición que iremos a ganar la Serie del Caribe y haríamos las adecuaciones necesarias del campeón pinareño de la 53 Serie Nacional, igual que hacen el resto de los concursantes en esa competencia. Y en cuanto al tema competitivo en casa, coincidimos con la idea de un sistema y está claro que la próxima contienda ha de tener una modificación. Estudiamos en estos momentos varias ideas”.
El tiempo apremia, pero la prisa no debe hacernos perder ni el más mínimo detalle en un fenómeno social como es la pelota. Debemos dotar a la Serie Nacional y a la Liga con insumos, desde el uniforme, pasando por los implementos, condiciones del estadio y participación del público en el espectáculo, de todos los resortes para elevar la motivación, como también que las estructuras organizativas de la Liga tomen características de franquicias, con juntas directivas, subordinadas a la Presidencia de este certamen, la cual debe estar en la principal autoridad de la Dirección Nacional de Béisbol. Tenemos lo más importante, el recurso humano, tanto en los jugadores como en entrenadores, los mismo que han hecho ganadores en este 2014 a las selecciones Sub-15, Sub-18, en el tope Cuba-USA y en los recientes Juegos Centroamericanos y del Caribe, solo resta ordenarlos.
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Noel meliz dijo:
41
16 de diciembre de 2014
23:48:30
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