
Desde el domingo 4 de mayo, la locutora Argelia Pera Trapero es Premio Nacional de Radio 2025; pero la historia por la que se avala tal distinción comenzó hace mucho, cuando la agasajada, siendo una niña, acompañaba, aquí en La Habana, a su papá, el también distinguido radialista Antonio Pera, a la Cadena Oriental de Radio que, aunque enclavada en Santiago de Cuba, había instalado repetidoras en diferentes sitios del país.
Sobre aquellos tiempos y sobre los actuales, nos cuenta Argelia, con visible conmoción, al rememorar los inicios asociados al medio al que ha dedicado más de 50 años de su vida, aún en activo, a la edad de 73 años.
«La emisora estaba ubicada en el Vedado, en el edificio de la actual Facultad de Economía. Mi papá había llegado de Santiago. Al continuar su labor aquí, nos llevaba a mi hermana y a mí con él. Un día, un grabador, que luego lo sería de la Egrem, nos grabó a las dos, y éramos las «reinas» de los comerciales de la época. Creo que así empezó todo. Además, papi repasaba los libretos en casa y era nuestro patrón».
Sobre sus estudios y posterior desempeño, Argelia nos explica que es de la segunda graduación de los Cursos de Locución del entonces icrt, y «aunque me jubilé en 2012, no he descansado. Ya en ese momento impartía clases de Locución en el Centro de Estudios de Radio y Televisión, y era miembro de la Cátedra de Locución. Hace casi seis años volví a Radio Reloj, donde he consolidado mi profesión, por necesidad de la emisora y gusto mío. Actualmente, trabajo con ellos como contrato eventual».
Aunque recuerda con alegría la primera vez que, ya graduada, habló por la radio, en la emisora Progreso, con su profesor Eduardo Rosillo, se le ilumina la voz cuando piensa en Radio Reloj: «Cuando se reconoce mi Emisora, la alegría es inmensa; siempre ha sido referente de locución y periodismo».
Hay un placer muy grande cuando se ama lo que se hace. Argelia lo refiere: «Disfruto mucho lo que hago; siempre he tenido muy claro que se vive para la profesión, no se vive de ella. Es mi trabajo, pero como me gusta tanto, procuro que las cosas me salgan bien. Mi padre me dijo, cuando quise tomar el curso de locución, que era algo serio, que requería estudio, que había que destacarse y no ser del montón, y eso he tratado de cumplirlo».
Quisimos saber su opinión sobre cuáles son los extras que se añaden a una buena voz. «Claro que una buena voz, es ¡una buena voz! Pero hay que acompañarla con una buena dicción, con entonación, con naturalidad... hay que estar convencidos para poder convencer al oyente; hay que interpretar, no es leer por leer, hay que “ponerle bomba” a lo que decimos. Decía Germán Pinelli que él seguía mucho lo que yo hacía para corregir lo incorrecto. ¿Y quién era Pinelli? Lo mejor de lo mejor».
De su sentir frente a la noticia, Argelia dice evocar a sus padres, a sus maestros, a muchos compañeros que ya no están. «No trabajamos para un premio, pero nos gusta que se nos reconozca. Agradezco mucho al público que siempre me ha mostrado su cariño, y ese es el más grande de los premios. Yo, mientras pueda, seguiré en el combate».
COMENTAR
Responder comentario