ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Zaida es también poeta; letras e imágenes hablan de amor, de lo interno y externo de nuestra tierra, y de mucho más allá. Foto: Dunia Álvarez Palacios

Si una sola palabra bastara para retratar y definir la obra de Zaida, sería silvestre. Ella vive, sueña y crea en una naturaleza mágica, por donde corren caudalosas –como su imaginación–, las aguas del Río, que la mantienen siempre fértil, alerta, en plena vigilia, día y noche, como los habitantes del más profundo bosque. Su apellido da fe de ello…

Y también, desde el pasado sábado 19 de abril, la exposición Aliento, abierta en la sala transitoria del tercer piso del Museo Nacional de Bellas Artes (Edificio de Arte Cubano), con motivo del Premio Nacional de Artes Plásticas, obtenido en 2023.

La muestra reúne 44 obras (dibujos, pinturas, esculturas de bronce y cristal de murano), y abre, bien ancho, el potente «lente» artístico de la creadora, a través de los años, desde sus inicios hasta hoy. Fantasía, autenticidad, imaginación se dan la mano en un juego de gran fertilidad, en el cual las ocurrencias, el canto natural, los trazos virtuosos y la sensual vibración ocupan los primeros planos.

Por el catálogo de recursos utilizados en esta vasta obra, se aprecia la permanencia de la línea –infalible recurso expresivo de la creadora–, más cierta constancia de la aguada, la tinta... una técnica mixta que seduce desde la primera mirada.

El tiempo ha pasado. Sin embargo, Zaida del Río (Guadalupe, Las Villas, 1954),  graduada de la Escuela Nacional de Arte (1974), del Instituto Superior de Arte (1987) y de l’Ecole des Beaux Arts, en París (1989), sigue en su lugar, rodeada de arte –del bueno–; sacudiéndose la piel y «escarbando» adentro para sacar los recuerdos, memorias, y sueños, engendrando sus creaciones a ritmo y fuego lentos, preparando siempre el terreno para prontas cosechas artísticas que golpean nuestros sentidos con ese gesto preciso, la frágil elegancia y mucha decisión.

Zaida es cubana. La Isla parece rebelarse en sus entrañas creativas, el monte despierta en su pincel-creyón con los resplandores de la mañana, y la noche no duerme en sus imágenes, revolotea con la naturaleza que hierve en sus venas de mujer. Adjetivos y sinónimos –de belleza– acumula entre capas y capas de líneas, manchas, gestos y algunos colores que se posan porque sí.

Por medio de formas erigidas por urdimbre, trama, desapariciones y apariciones de la línea, Zaida del Río expresa sus inquietudes artísticas a través de estos fragmentos en los que «habla» de historias del hombre, recrea elementos mágicos y se mira un poco por dentro. «Casi siempre me pinto –me dijo hace muchos años la espontánea creadora–. Todo lo que hago es muy personal, me inspiro en mis vivencias, mi obra es un retrato fiel de los caminos que he tomado en cada momento. Para comprender mejor el mundo me basta con el espejo de mi casa. Todavía no me he cansado de mí misma».

Su obra no tiene ningún misterio, y si lo hubiera, vendría de esa poesía interna, intensa que la mueve e incita, que la lleva por parajes de ensueño que ella solo ve. Zaida es su obra.

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