
La lengua, símbolo de identidad y medio de comunicación social es el título de la declaración emitida ayer por la Academia Cubana de la Lengua (ACuL) en el acto de celebración por el Día del Idioma, habitual espacio que cada 23 de abril tiene lugar en el capitalino parque San Juan de Dios, entre Aguiar y Empedrado.
Una ofrenda floral ante la estatua de Miguel de Cervantes y las palabras del escritor académico Leonardo Padura en el Día del Idioma de los hispanohablantes, formaron parte del encuentro, encabezado por el presidente de la ACuL, Jorge Fornet Gil, y al que asistió el jurado del Premio Casa de las Américas, que sesiona hasta el viernes 25, junto a académicos de la ACuL, y miembros del cuerpo diplomático de países hispanohablantes.
Pronunciada por la profesora de la Universidad de la Habana, Dra. Maritza Carrillo Guibert, académica que ocupa el sillón Ñ de la institución, la Declaración de la Academia Cubana de la Lengua para la defensa, preservación y fortalecimiento de la variedad cubana del español expresa, desde sus primeras líneas, que «el acontecer histórico, social y político cubano se testimonia en nuestra variedad de la lengua española», y explica que «nuestro idioma, mestizo, diverso y transculturado, es parte de ese permanente proceso en que se elabora y se construye la idea de lo que somos».
La ACuL, «consciente del deber de la lengua en el proyecto nacional y cultural de Cuba, ha contribuido a la promoción, el estudio y el cultivo de la lengua española en su singularidad caribeña, americana y universal, a través de la acción individual de sus académicos, bien en una vertiente más conservadora, apegada a la norma castellana, o más progresista, que legitimaba los usos propios y la defensa de la identidad», refiere el texto.
A las cuantiosas actividades realizadas por la institución, entre ellas homenajes a escritores cubanos, ciclos de conferencias sobre revistas culturales, sobre el proceso de enseñanza-aprendizaje de la lengua, apreciación literaria y sobre las obras académicas panhispánicas publicadas; al desarrollo de talleres internaciones, además de «una encomiable labor para establecer, desde una dimensión científica, los principios de una política lingüística en el país», alude el documento, que se reconoce como «un organismo dinámico, al tanto de los cambios e innovaciones que ocurren en el español de Cuba, con la certeza de que la lengua vive en el pueblo, en los hablantes que, con su práctica directa, con sus creaciones, a veces intuitivas y otras con pleno conocimiento, la enriquecen y distinguen».
Los desafíos que enfrentan hoy las instituciones educativas y culturales cubanas, los cuales concibe la ACuL como propios, aparecen en la Declaración, consciente de que se asiste «a una transformación tecnológica sin precedentes».
La ACuL expresa su preocupación de cara a «una serie de tendencias que hacen necesaria una atención especial al cuidado de la lengua», lo cual se suscriben unas palabras martianas al decir que: «No andan las bellezas tan de sobra en la vida, para que desdeñemos así las de nuestra hermosísima lengua»; y al respecto llama a hablantes e instituciones, a desterrar «expresiones inapropiadas que provocan actitudes y conductas agresivas», a cuidar «la ortografía, especialmente en los espacios públicos», a rechazar «despropósitos en el ámbito de la visualidad», a respetar «los principios elementales de la comunicación» y a evitar «la fuerte presencia del inglés y su empleo indiscriminado e innecesario».
«Si bien se reconoce el papel que desempeñan las lenguas de contacto en áreas como el turismo, el comercio, algunas actividades culturales y en el discurso científico, no se justifica el desplazamiento del español de sus medios naturales, ni mucho menos como lengua materna en las relaciones diplomáticas, la propaganda y la publicidad», sostiene el texto.
Para preservar y fortalecer nuestra lengua «el bien más importante de nuestro patrimonio cultural», y que comparten casi 600 millones de personas en el Planeta, la institución recomienda la articulación de estrategias «para incrementar la percepción del español como capital cultural», una tarea que deben encabezar promotores sociales, maestros, personalidades públicas y trabajadores de los medios «en pos de articular una política de aprecio, defensa y estímulo de la variedad cubana de la lengua española, así como también de nuestras mejores tradiciones lingüísticas».
En un aparte, se insta, por parte de la institución, «al empleo cabal de la lengua que hemos recibido como herencia y patrimonio vivo, así como a la congruencia entre lo que se dice y la imagen que se proyecta, lo que puede constituir una contrapropuesta a la penetración de modelos empobrecedores, no cultos o exógenos, pues las intervenciones en el espacio público tienden a establecer una jerarquización en el orden social, a modelar las identidades y a construir subjetividades en cada instancia histórica».
Para concluir, la ACuL ratifica «su vocación de servicio y su voluntad de acompañar a los medios de comunicación, en la medida en que se requiera, en la construcción de un modelo lingüístico inclusivo, equilibrado y respetuoso de nuestra idiosincrasia e identidad, así como también su apoyo a los esfuerzos de los actores sociales e instituciones encargados de asegurar el desarrollo y la normalización del español, nuestro idioma oficial, como ha quedado refrendado en la Constitución de la República de Cuba».
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