
A ratos, en algún momento con sistemática presencia, Salvo Montalbano ha sido visita familiar los sábados por la noche en Multivisión. Ahora mismo acaba de regresar con dos entregas consecutivas: Salvo amado, Livia mía y La red de protección. Si los espectadores observaron los créditos, se fijaron que la dirección fue compartida entre el hasta entonces habitual Alberto Sironi y el actor protagonista Luca Zingaretti. Todo se debió a una triste circunstancia: al término del rodaje simultáneo de estos capítulos y un tercero del que hablaremos después, Sironi falleció.
El suceso luctuoso aconteció el 5 de agosto de 2019. Enfermo de gravedad no quiso dejar la tarea inconclusa y para ello se auxilió en la etapa final de Zingaretti, quien asumió con posteridad el montaje y puesta a punto de las producciones. Para colmo, dos semanas antes del deceso del realizador había muerto el creador de Montalbano, el novelista Andrea Camillieri, reconocido como uno de los autores de literatura policial más fecundos de nuestra época.
Implicado desde el mismo punto de partida de la serie en 1999, Camillieri no participó directamente en la escritura del guion de los episodios recién estrenados entre nosotros. Apeló en La red de protección a la colaboración de los libretistas Francesco Bruni, Salvatore De Mola y Leonardo Marini, para culminar la encomienda, que recrea una novela suya que circuló en 2017. El narrador, prácticamente ciego, dictó la mayor parte del texto a su asistente Valentina Alferj.
En el caso de Salvo amado, Livia mía, Bruni armó por completo la historia, a base de dos relatos precedentes de Camillieri: A menos que la quieras… mi Livia y El viejo ladrón. El veterano escritor dio el visto bueno antes de morir y a Sironi le pareció el guion como salido del propio horno creativo de Camillieri. La operación se repitió con el tercer episodio, El método Catalanotti, con la singularidad de que se trataba de la última novela publicada en vida por el escritor en el verano de 2018.
Salvo amado… y La red de protección llegaron a la pantalla doméstica italiana en marzo y abril del año pasado. El primero de estos telefilmes, de manera excepcional, tuvo su estreno antes en la gran pantalla, pues aterrizó en los cines como un evento en homenaje a Camillieri y Sironi, seguido por miles de espectadores en salas no afectadas por las regulaciones sanitarias en medio de la pandemia. La RAI y los productores asociados dejaron en espera por un año El método Catalanotti, que justo anoche, 8 de marzo, en toda Italia debió verse por primera vez.
Con este sumaron 37 episodios de la saga Montalbano, sin incluir los 12 capítulos de la serie El joven Montalbano, filmada entre 2012 y 2015 y escrita también por Camillieri, con el protagonismo del popular actor Michele Riondino y en el papel de Livia, Sarah Felberbaum. La última Livia, Sonia Bergamasco, proviene de la sólida escuela de Giorgio Strehler en el Piccolo Teatro de Milán.
¿Por qué atrae Montalbano? El equilibrio entre el sentido de la justicia y la comprensión de la naturaleza humana, el conocimiento del mundo de la mafia sin comprometerse con esta, pero tomándolo en cuenta como factor social que inevitablemente gravita sobre la vida siciliana, la solidaridad con los migrantes se presentan como fortalezas de un personaje que rinde culto a la célebre gastronomía local, que confía en su asistente Fazio /Peppino Mazzota), desconfía de la ligereza de su segundo Mimí (Cesari Bocci), sobrelleva los disparates del inefable Catarella (Angelo Russo) y vive un romance a distancia con Livia.
El ambiente influye: Vigata, pequeña villa ficticia típicamente siciliana, que toma por referencia a Porto Empedocle, sitio natal de Camillieri, y la banda sonora de Franco Piersanti, de sabor mediterráneo con un toque piazzoliano. La red de protección es un ejemplo de la empatía entre escritura, realización y actuación: en apariencias deshilvanada, el enigma de una muerte pasada, el descubrimiento de la identidad de los autores del atentado a una escuela y la irrupción del cine dentro del cine confluyen en un trazo único. Camillieri, Sironi y Zingaretti coincidieron en la exaltación de Vigata como escenario televisual, la certidumbre, y para ellos novedosa, del uso criminal del ciberespacio, y el gusto por el drama de tinte operático verista, como se desprende del destino de los hermanos Sabatello.
Todo apunta al cierre de Montalbano, aun cuando en la vasta producción de Camilieri quedan historias no llevadas a la televisión, y la RAI no se resiste a prescindir de una de sus vetas doradas. Zingaretti no piensa igual: «El problema es que había un autor que nos escribía los textos año tras año que se ha ido, y un director que los rodaba que también se ha ido».
Seguro estoy de que allá y aquí habrá nostalgia por Montalbano.
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