Otras voces, otros ámbitos, así le llamó Truman Capote a uno de sus libros que en sigilo y sin autorización ahora uso. Pienso que «otras voces y otros ámbitos» encierra la idea de escuchar, conocer y saber del otro.
Eso fue lo que pasó un día de junio, el 28 para ser exactos, de 2013. Estábamos en medio de un intercambio tenso y sesgado sobre el ICAIC y el cine cubano, cuando Díaz-Canel nos contó que había hablado mucho con Alfredo sobre la problemática del cine cubano. Alfredo ya había puntualizado y expuesto sus ideas: «Se acabó el ICAIC como poder omnímodo que yo fundé. El ICAIC es obsoleto… hay que rediseñarlo de punta a cabo… diré más: que la revolución digital ha resuelto muchos de los problemas más complejos que tenía el trabajo de producción cinematográfica, obliga a una nueva estructura, a un nuevo diseño de cómo, desde el papel que le toque al Estado, dirigir el trabajo cinematográfico; dirigir no es mandar, dirigir es ayudar, es decir, contribuir a que el cine sea realizable».
El propio Díaz-Canel promovió «adelantar el proceso de reordenamiento del cine. Hacerlo con una visión amplia, el análisis incluía reordenamiento de la producción, el cine independiente, y el papel de la crítica cinematográfica». Y aclara: «si se entendió que era solo un análisis para el Icaic es un error. Se entendió o interpretó mal», y precisa: «la toma de decisiones en nuestro país estará incompleta siempre que no se consulte».1
Recuerdo las interminables reuniones, las discusiones y el aprendizaje, así como los razonamientos de las particularidades del cine cubano, y cómo hacer para que en otras circunstancias y con otros actores se conservaran las premisas fundacionales, entre ellas, aquella de arte e industria. La afirmación de Alfredo de «ahora hay un cine independiente, es un fenómeno que hay que aprender a asimilar», sería la piedra angular del futuro debate. Una confrontación muy polarizada se desató alrededor del cine independiente o de la producción independiente. Hubo ensayos por desechar, cambiar, soslayar o ignorar el apellido independiente y enseguida se puso de manifiesto y se revelaba que las dudas nada tenían que ver con la semántica: era la ideología. Se hizo cada vez más claro que solo la voluntad política podía (y pudo con absoluta razón y legitimidad) resolver este problema.
Vivir la experiencia del debate y seguir no fue fácil para ninguna de las partes, aunque para esa fecha ya había una experiencia exitosa acumulada en la gestión económica que descargaba al Estado de actividades que encontraron mejor respuesta en la esfera no-estatal. Suspicacias y prejuicios saltaban a cada momento, la idea de formar parte desde la gestación de la transformación del ámbito cinematográfico fue incomprendida, y la palabra más repetida: participación. Asistir a los intercambios, construir consensos, ser decisores. Fue este momento el más complejo y difícil de asumir: «la victoria posible de una tendencia sobre las otras no puede ser consecuencia de la supresión de las demás»,2 dicen en 1963 un grupo de cineastas. Hay mucho de terquedad en los cineastas.
Se reinicia el 2 de julio el último ciclo de encuentros entre la presidencia del Icaic y un grupo de directores, productores, guionistas, fotógrafos, editores, donde se analiza detalladamente el alcance y la puesta en marcha, en septiembre, de las principales normas jurídicas para el desarrollo creativo de la producción cinematográfica y audiovisual.
En este contexto tiene la Asamblea de Cineastas del 19 de julio, en el cine 23 y 12, un importante significado. Ese día el Presidente del Icaic subraya una vez más que fue crucial la participación efectiva de los cineastas y técnicos en varias etapas de trabajo de 2013 a 2019. Ha sido el permanente intercambio y los debates lo que permitió llegar a importantes ideas y borradores, para concebir y diseñar el futuro sistema del cine cubano. De estos intercambios nació, entre otras, la propuesta de incluir en el aprobado Decreto-Ley 373 conceptos contenidos en la Ley que creó al Icaic por su absoluta vigencia.
Igualmente se examinó y debatió el alcance del Acuerdo 8613 del Consejo de Ministros, que establece la creación de un Fondo de Fomento del Cine, que estimula la creación de nuevas obras; una Comisión Fílmica y la Oficina de Atención a la Producción, que facilitará la producción nacional (independiente) y la extranjera.
Construir un proyecto complejo y retador de un Icaic-otro, que debe conjugar y coordinar no solo recursos técnicos y materiales, sino también fomentar el nacimiento de proyectos con miradas y acercamientos a diversas temáticas es, precisamente, lo que el Decreto-Ley 373 facilita. Subsisten preocupaciones e inquietudes sobre cómo se gestionará el Fondo de Fomento, cómo resolver el eje Promoción-Exhibición-Distribución y, también preguntas sobre la importancia de estar o no en el Registro del Creador Independiente. Realmente volvemos al punto de partida: defender un proyecto cultural con relaciones de trabajo cimentadas en la confianza mutua y el respeto a todas las tendencias artísticas, con la impronta y la dinámica de este momento.
Es casi seguro que se seguirán modificando las relaciones entre cineastas e instituciones, el público y las películas. Tal vez dejemos de decir «vamos al cine», ese espacio de encuentro, socialización de ideas, de intercambio entre diferentes clases sociales y raciales. ¿Se reprogramarán las relaciones sociales en nuevos espacios concentradores de servicios? ¿El visionaje de películas será reducido al marco familiar, a pequeños espacios de iguales? ¿Se perderá para siempre la magia de la sala oscura que nos igualaba?
Está por ver cómo será este encuentro con las nuevas y diversas obras que producirá el cercano futuro cine cubano. Volverá Mayakovski a inquietarnos con estos versos: «Para ustedes el cine es un espectáculo. Para mí, casi una cosmovisión. / El cine es el innovador de las literaturas / El cine es el destructor de la estética /El cine es la intrepidez /El cine es el divulgador de las ideas».
Fuentes:
1 Sitio Web/Uneac, 28 de junio 2013/1:32pm. Consejo Nacional de la Uneac.
2 Declaración publicada en La Gaceta de Cuba, Uneac, 1964.
COMENTAR
Responder comentario