El año que nieve, colección de cuentos del periodista y escritor Rubén Rodríguez González, mereció en este apartado el Premio Alejo Carpentier 2019, distinción que otorgan el Instituto Cubano del Libro y la Editorial Letras Cubanas.
Alejado de toda pomposidad, su autor nos regala una decena de cuentos que urden las emociones de hombres y mujeres comunes envueltos en situaciones críticas. Temas universales como el amor, la familia, las estrecheces económicas y las migraciones permean estas historias que a su paso recorren diferentes etapas de vida.
«Es un libro doloroso, no complaciente, con mucho de vocación testimonial y preocupación estética». Así lo define su autor, en conversación con Granma.
–¿Qué lugar le concede a la ficción en su vida profesional?
–La ficción, o fantasía, ha sido desde la infancia tabla de salvación y alternativa lúdica. Entre la ficción y la realidad que la engendra existen vasos comunicantes: la realidad es el terreno fértil del que nacen las ficciones. Contar historias, como fue de pequeño dibujarlas, es mi hobby y mi pasión. Me la paso haciendo cuentos, escuchándolos, escribiéndolos o leyéndolos. La ficción me protege y defiende. Es coraza y lanza. Al igual que el periodismo, es el medio para dejar testimonio de mi tiempo, de la historia contemporánea de la Isla. Últimamente escribo más literatura que periodismo.
–¿Cuánto le aportó el periodismo en el momento de desarrollar esas habilidades narratológicas?
–El periodismo es básicamente narración. El llamado periodismo narrativo, como tendencia, apela a técnicas de la literatura de ficción para construir sus textos. El periodismo enseña síntesis, sintaxis y edición; desarrolla tu poder de observación, te dota de técnicas de investigación; te entrena en la escritura diaria con premura, sin esperar por la inspiración, entre otros recursos. Además de la parte vivencial, sociológica, tan importante para el narrador de ficciones.
–A la hora de escribir, ¿recurre a experiencias propias o se nutre de vivencias y testimonios ajenos?
–Primero, la ficción es básicamente invención. Mis historias, por lo general, las invento. Adoro los diálogos, donde suelo ser varias voces a la vez. Sin embargo, en la recolección de información me nutro de varias fuentes, tanto de lo autobiográfico, como de vivencias ajenas. Este material es tamizado, procesado, reciclado, deconstruido, camuflado y reinterpretado como esos platos rarillos de la cocina moderna. Algunos argumentos, atmósferas, personajes, emociones, sensaciones proceden de esa «base de datos», que proveen la observación, la escucha activa y el estudio de la naturaleza humana. Es imposible construir personajes si no te interesan el hombre y su circunstancia. Tienes que vivir para poder escribir sobre la vida. Nada es sencillo.
–¿Cuál género considera que demanda mayor exigencia o preparación?
–Posiblemente la novela amerita mayor exigencia por su extensión, argumento y sistema de personajes, así como el lapso mayor que abarca, por lo general, su narración. En ella se puede ser más verboso, más detallista. El cuento, por su parte, exige síntesis máxima y eso es un reto, pues como se sabe el exceso de objetos, acciones, personajes o tiempo narrado resta intensidad a la trama.
–¿Qué significó recibir este Premio, luego de 20 años escribiendo literatura?
–Fue un excelente obsequio en mis 50 años; que un jurado al que admiro distinga mis textos es un gran estímulo y me impulsa a emprender nuevos proyectos. Lograr este importante premio literario nacional me sirve como reafirmación de un estilo narrativo y confirma la validez de las zonas de la realidad que abordo. También otorga seguridad y confianza en cuanto al ejercicio literario. Significa que las historias recogidas en ese libro resultan verosímiles y conmueven, su principal cometido.












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Agustín Garcells Cordón dijo:
1
20 de abril de 2019
08:31:31
Lidia bacallao vega dijo:
2
22 de abril de 2019
07:14:59
Anniel dijo:
3
2 de julio de 2019
23:14:56
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