
Rafael Acosta de Arriba, una de las figuras descollantes dentro de la labor investigativa y de promoción cultural en el país, recibió ayer el Premio Nacional de Investigación Cultural 2018, que otorga el Instituto Cubano Juan Marinello como reconocimiento a la obra de toda una vida. La historia, poesía y las artes visuales son algunas de las inquietudes profesionales y artísticas del destacado investigador. Al respecto ofreció una entrevista a Granma en la cual profundiza sobre estos detalles.
–Usted ha escrito poesía y obras historiográficas, como ha realizado estudios sobre artes plásticas, entre otras investigaciones. ¿Cuáles de estas manifestaciones han contribuido en mayor medida al desarrollo de su carrera?
–Todas, en similar proporción. En cada una de esas disciplinas encuentro alicientes particulares para la conquista del conocimiento. Desde luego, escribir poesía, que es lo más difícil en materia literaria, es un gusto especial. Creo que hay que estar en una suerte de estado de gracia para escribir buenos poemas.
–¿Qué lugar merece la historia dentro de su labor como investigador?
–Una buena parte de lo que investigo y escribo tiene que ver con la Historia (mi primer doctorado fue con un tema de ciencias históricas), digamos que junto con la escritura que dedico a las artes visuales son las dos líneas gruesas de mis investigaciones. Carlos Manuel de Céspedes, su accionar en la historia cubana y su pensamiento independentista, así como la década de los 60 del pasado siglo, son los dos temas fundamentales en mis indagaciones historiográficas.
–Y en sus trabajos sobre arte, ¿qué significación revisten las artes visuales?
–Estuve siete años al frente del Centro Nacional de Artes Plásticas y allí comencé mis investigaciones sobre el tema. Mi relación con los creadores fue fundamental: aprender cómo piensan, cómo investigan (los artistas visuales son, muchos de ellos, rigurosos investigadores del arte universal y del nacional) y cómo se produce su vínculo creativo con las ideas que sostienen. Con el tiempo profundicé mis estudios sobre la fotografía cubana y me sumergí en algunas obras, en particular, de artistas de diversas manifestaciones, como Agustín Cárdenas, Roberto Fabelo, Tomás Sánchez, Pedro de Oraá, Osvaldo y Roberto Salas, y Raúl Corrales, entre otros. Noto que en nuestra academia existen algunos desfasajes con lo que se escribe e investiga en otras latitudes, de ahí que haya profundizado en temas acerca de la visualidad.
–¿Cuál cree que sea la premisa que deba guiar a un estudioso de la cultura nacional?
–Mucho trabajo de mesa, encontrar buenas y rigurosas fuentes, contrastar luego lo escrito con otros especialistas, perfeccionar la prosa (ser un eterno inconforme con el lenguaje empleado), leer todo lo que se haya publicado sobre los temas investigados, pero, sobre todo, tener una postura de humildad ante el conocimiento. Gestar saberes no es tarea fácil, más bien es una empresa ardua y riesgosa y por lo tanto hay que dedicarle la mayor concentración posible. Investigar es una pasión, sin dudas.
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