Un dibujo que captura, con la línea firme y los colores vivos de la adolescencia, el instante fundacional de la epopeya, le valió al pionero Rafael Daniel Hernández Pérez el máximo lauro. En sus manos, el desembarco del yate Granma no es un hecho distante en los libros, sino una estela de heroísmo que llega, nítida, hasta el hoy. El joven estudiante de la secundaria básica Mártires de Camagüey recibió el Premio Nacional del Concurso Amigos de las FAR (Fuerzas Armadas Revolucionarias), en artes plásticas, de manos de quien es símbolo viviente de ese legado: el Héroe de la República de Cuba, Primer Coronel Orlando Cardoso Villavicencio.
El acto, celebrado en el centro escolar que lleva el nombre de aquellos a quienes se juró defender, estuvo presidido por las máximas autoridades del Consejo de Defensa Provincial, encabezadas por su presidente, Walter Simón. Allí se respiró la solemnidad de un compromiso que se renueva. El estudiante, con la sencillez que impone la gloria verdadera, dedicó su triunfo al ejemplo de los que desembarcaron, un 2 de diciembre de 1956, por la libertad.
La directora de la secundaria, Yaima Leiva Vargas, explicó que este reconocimiento es fruto de la semilla que se siembra cada día: la de un estudiante aplicado, el apoyo inquebrantable de la familia y la prioridad que un sistema educativo humanista concede a la formación integral, donde el amor a la Patria y el conocimiento de su historia son pilares esenciales. No es un logro aislado, sino el resultado natural de una pedagogía que forja conciencias.
El concurso Amigos de las FAR, como recordó la capitana Celia María Delgado Padrón, oficial de la sección de la Unión de Jóvenes Comunistas en las FAR, nació en 1978 por iniciativa del General de Ejército Raúl Castro Ruz. Desde entonces, no ha dejado de ser un cauce vital para que el sentir de las nuevas generaciones hacia sus Fuerzas Armadas Revolucionarias encuentre expresión en el arte o una carta saludo. Es el diálogo permanente entre el ayer combatiente y el futuro que se dibuja, literalmente, con las manos de los niños.
Más que un certamen, este es un ejercicio de memoria y de promesa. En el trazo preciso de Rafael Daniel, en su elección del tema, late la certeza de que la historia patria no es un archivo, sino un mapa. Y que el mejor homenaje a los Mártires de Camagüey, a los del Granma, a todos los que dieron la vida, es que los jóvenes de ahora comprendan, admiren y continúen, desde sus trincheras de creación y estudio, la obra inmensa de la Revolución.



















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