Sancti Spíritus.–Que la tasa de natalidad en esta provincia (con tendencia al descenso en los últimos años) comience a mostrar un giro favorable, al aumento, no debe sorprender a quienes interactúan en torno a ese y a otros indicadores de salud.
Información ofrecida recientemente a medios de prensa por el doctor Francisco García González, al frente del Programa de Atención Materno Infantil (PAMI) en la Dirección General de Salud, indica la posibilidad de cerrar diciembre con unos 2 600 nacimientos, cifra positiva para el territorio.
De ocurrir así, Sancti Spíritus estaría demostrando que se puede frenar el decrecimiento y comenzar a revertir el panorama. El asunto, sin embargo, no solo consiste en atar todos los cabos multifactoriales y multisectoriales que aseguran la natalidad. Hay que garantizar supervivencia, salud, calidad de vida. Y eso parece estar bien claro para los espirituanos, tanto desde el punto de vista conceptual como práctico.
Una realidad lo confirma: la provincia acumula calendarios entre las de mejores resultados en la tasa de mortalidad infantil. De hecho, en 2024 exhibió la más baja del país, con 3,6 menores de un año fallecidos por cada mil nacidos vivos. Hoy está en 3,1.
Imposible obviar que si desde hace un lustro Sancti Spíritus no reporta recién nacidos con ceguera por retinopatía de la prematuridad es por el modo en que se aplica el programa nacional correspondiente, en integrado empeño de médicos y enfermeras de la Unidad de Cuidados Intensivos Neonatales del Hospital Provincial Camilo Cienfuegos y del Centro Oftalmológico ubicado allí, tal y como afirma la doctora Lorena González Gómez, al frente de ese programa.



















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