ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Se han reparado con soluciones menores 170 transformadores. Foto: Frank Fonseca Espinosa

BAYAMO, Granma.–En el corazón de esta oriental provincia, siete hombres libran una batalla diaria y anónima contra la oscuridad. Sus manos, impregnadas de aceite, son testigos de una lucha titánica: mantener con vida los envejecidos transformadores eléctricos que llevan energía a hogares, hospitales y fábricas.

Esta es la realidad del taller de transformadores de la Empresa Eléctrica de Granma, ubicado en Bayamo.

La crisis de los transformadores es multicausal. La imposibilidad de adquirir equipos nuevos en el mercado internacional, con precios que rondan los 5 000 euros por unidad, se une al robo de aceite, a roturas frecuentes y a falta de financiamiento.

Frente a este panorama, la reparación y fabricación con materiales nacionales se ha convertido en la única salida, un esfuerzo que ahorra costos y garantiza cierta disponibilidad ante las averías.

En primera línea de esta contienda se encuentra la Fábrica de Transformadores de Manzanillo, la única de su tipo en el oriente cubano. Aquí, brigadas especializadas realizan un minucioso proceso que incluye desarme, recuperación de piezas, soldadura, ensamble y pruebas técnicas rigurosas.

Rodolfo Fernández Milanés, especialista principal del proceso, describe una realidad abrumadora.

Hasta septiembre, la meta de mantenimiento era de 306 transformadores. La cruda estadística revela que solo han recuperado 75 de los 298 que ingresaron, reparando otros 170 con soluciones menores.

«Antes, los mantenimientos capitales eran otra cosa», recuerda Fernández con nostalgia. «Se bajaba un transformador, había stock… Ya eso es casi imposible».

El ingenio ha surgido como la principal herramienta. Ante la falta de máquinas para tratar el aceite dieléctrico, el equipo desarrolló un sistema artesanal: miden el aislamiento del aceite entrante y, si es viable, lo reutilizan en otro equipo. «Mensualmente, a veces utilizamos 400, 500, 700 litros, en dependencia de lo que llegue», explica Rodolfo.

Sin un analizador de rigidez, deben viajar hasta Trinidad para realizar pruebas, y sin un equipo para medir la relación de transformación, el proceso se vuelve manual y agotador.

En este contexto, las prioridades las encabezan los hospitales, seguidos por fábricas de alimentos, sistemas de bombeo de agua y grandes agroalimentarias.

«Cuando vienen, enseguida nos dicen que es de tal lugar, y entonces uno sabe que hay un nivel de prioridad que darle», comenta Fernández.

Pero el enemigo es persistente. La vida útil de un transformador es de 20 a 25 años; en Granma, muchos superan las tres décadas de servicio. A esto se suma una demanda creciente por hornillas de inducción y nuevos electrodomésticos, que llevan los equipos a su máxima capacidad.

Siete hombres –tres operarios, un técnico, un especialista de redes, un soldador y Fernández– constituyen el corazón de esta operación. Su jornada no conoce de horarios ni días libres. «Yo llamo a un trabajador un sábado, un domingo, y ahí están cumpliendo», cuenta con orgullo.

Entre ellos destaca Antonio Vicente, «Tony», un operario con 40 años de servicio, a quien Fernández define como «el número uno».

A pesar de las adversidades, hay espacio para la esperanza. A través de un convenio con el centro politécnico local, el taller forma a la próxima generación. Jóvenes como «Rodolfito», que se quedó a trabajar tras sus prácticas, representan la semilla del futuro.

«Tengo que ir pensando en cuando Tony se me vaya… Tengo que tener un sustituto», reflexiona el especialista.

Cuando se le pregunta por la importancia de su trabajo, Fernández responde con modestia: «Estamos cumpliendo con el deber que nos toca». Pero luego, con la convicción de quien conoce cada tuerca del sistema, sentencia: «El transformador es el elemento fundamental en la red eléctrica. La distribución sin el transformador no es nada».

En este contexto de escasez, la batalla que este grupo de hombres libra callada y modestamente, seguirá siendo decisiva. Su compromiso, forjado a base de ingenio y sacrificio, deviene resistencia frente a las vulnerabilidades actuales del Sistema Eléctrico Nacional.

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