ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Foto: Nieve Molina

Siempre hay personas en la entrada. Nadie que no sea médico quiere estar ahí dentro. Pero, irremediablemente, por las puertas de Emergencia del Hospital Calixto García pasan a diario más de 250 pacientes. Varios requieren una operación. Urgente.

Hasta hace dos semanas, el posoperatorio de ese servicio tuvo –como muchos otros– camas que no permitían ángulo alguno. Los años y el ajetreo carcomieron cualquier indicio de modernidad tecnológica y, no pocas veces, trajeron roturas definitivas.

Dice Raquel Olivera, vicedirectora de Aseguramiento Médico en la institución, que «estas camas no las puede construir un carpintero porque tienen una serie de características específicas para que el paciente se sienta cómodo, sea cual sea la circunstancia en que se encuentre».

A veces, no pueden arreglarlas, por más que quieran. De sustituirlas ni hablar. «Eso cuesta bastante». El hospital lleva 489 y, «ahora mismo», no las tiene todas.

Foto: Nieves Molina

ALLÁ

Muchos años habían pasado desde la última vez que el Partido Comunista Francés (PCF) envió un contenedor. Por eso dice Rémi Didier que los conocimientos logísticos no los tenían.

Él es militante de la organización y, junto a un grupo de colegas, estuvo a cargo de esas tareas. Cuenta que tardaron casi un año en juntarlo todo, que colaboraron «muchas personas, asociaciones de solidaridad, pequeñas estructuras de Salud y, en menor medida, grandes estructuras».

Charlotte Balavoine, principal responsable de la iniciativa, reconoce a la Confederación General del Trabajo, en Francia, como otra orquestante del proyecto, además del PCF.

El donativo forma parte de una gran «campaña de solidaridad política y material con Cuba en contra del bloqueo y el imperialismo estadounidense». No fue fácil lograr su llegada al puerto del Mariel, en el que, además, estuvo alrededor de un mes, debido a lentitud administrativa y «cuestiones de transportación».

Enviar a Cuba no solo este contenedor desde Francia, sino cualquier otro desde cualquier otra parte, es una de las tantas simplezas que, sin restricciones por medio, no tendría nudo ninguno.

Como explica Rémi, «muchos actores económicos o instituciones de Salud no quieren comprometerse con Cuba por temor a represalias económicas. Entonces, se hace difícil obtener insumos de grandes compañías o instituciones. Al igual que abrir una cuenta en el banco para alguna operación con la Isla».

Lo mismo pasa en el envío. «Quizá, solo un 10 % de las empresas de logística acepta enviar un contenedor a Cuba. La consecuencia es que los trámites son más complicados y el precio más caro».

Tuvieron que «inventar todo el tiempo». Por eso en el contenedor hubo mucho de ciudadanos comunes. Y, para trabajar con grandes instituciones sanitarias, el pcf creó, a lo largo de Francia, «asociaciones locales, en las que no se lee “Cuba” en el nombre para evitar el miedo a ser tocado por el bloqueo».

Así recolectaron sillones de ruedas, muletas, analgésicos, sicofármacos, colchones, herramientas quirúrgicas, mesas, espejuelos, aparatos clínicos, «material gastable», y 25 camas médicas.

Dice Charlotte que «este primer contenedor es el símbolo de la actividad» que están haciendo, para mostrar a la población francesa el verdadero impacto del bloqueo en Cuba y, al mismo tiempo, «proponer que se ayude concretamente al país».

El cielo, sobre el hospital, supo bien de estas andanzas. Foto: Nieves Molina

AQUÍ

El contenedor entró a mares nuestros en agosto. Al Hospital Universitario General Calixto García, hace dos semanas.

Para descargarlo hubo médicos, una secretaria, custodios, personal administrativo: «trabajadores de aquí». Tardaron unas dos horas en acomodar aquellos «bultos».

De lo primero que se dispuso fue del material gastable: jeringuillas, torundas, mascarillas… Y la caja de espejuelos de distintas medidas se repartió en la feria de Salud que hacen los sábados. «Se beneficiaron trabajadores, pacientes, acompañantes. Todo el que necesitó espejuelos, cogió de allí».

Lo de las camas era más difícil, porque a los pacientes que las requieren no se les puede estar moviendo de un lado para otro. Además, «necesitábamos profesionales de Electromedicina para hacerlo con la mayor seguridad, y que no tuvieran afectaciones de ningún tipo».

Poco a poco, se sustituyeron las siete del posoperatorio de Emergencia y las siete de Cardiología. Además, se destinaron «diez al pos y preoperatorio de Neurocirugía».

El doctor Ahmed Rubier Ortega, jefe del Centro Neuroquirúrgico, explica que la movilidad de esos equipos médicos contribuye a «disminuir el edema cerebral, mejorar el retorno venoso del cerebro y la ventilación del paciente… Lo que permite una recuperación más rápida y, por consecuencia, menor uso de medicamentos».

Las camas anteriores reemplazarán a otras con peores condiciones y estas, a su vez, se pondrán en «salas abiertas, que no tienen ya espacio para ingresar más personas», dice Iliovanys Betancourt, directora del hospital.

Los colchones que «venían extras» piensan colocarlos en la Unidad de Quemados o en el posoperatorio del Centro de Urgencia. Y las «mesitas» ya están puestas.

Una parte de los sillones de ruedas, de los andadores y de las muletas la donarán a un lugar en el que tengan «mayor explotación», como un hogar de ancianos. «Si sabemos que existe otro centro en el que eso tendría mejor vida, se comparte, para que se use más, porque la sala de rehabilitación nuestra es pequeña».

De los medicamentos que llegaron, «algunos los teníamos con baja cobertura y otros en falta, principalmente los analgésicos. Resolvimos cantidad con eso», dice Aisa Acosta, jefa de Farmacia. Según sus cálculos, eso les alcanzará para unos dos meses.

Ya repartieron una mínima porción a cada servicio y abrieron lo de la entrega a trabajadores porque «hay quien tiene un familiar que lo necesita».

«Hijos de mis trabajadores se pueden morir porque no tienen cosas que no entran ya a las farmacias de la calle y que, a veces, vienen en los donativos. Y yo se los doy. Al final, el que donó lo que quiere es que sea para el pueblo y mis trabajadores son parte del pueblo», aclara la Directora.

Según Raquel, este donativo no cubre todas las necesidades que tiene la institución, «pero beneficiará a muchas personas y, realmente, lo reciben con agrado. Además, viabiliza aquello que, en algún momento, se entorpece por los problemas que hoy tenemos para trasladar las cosas, para hacer que fluya todo».

Como dice Iliovanys, «estos donativos le dan una bocanada de aire a nuestro sistema de Salud. Son un respiro».

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