En La Habana se notaba hace algún tiempo la inercia, y en muchísimos lugares había algo de eso que todos vemos, pero nadie resuelve.
El «gran basurero», el salidero –mientras en otros lados no llega ni una gota de agua hace meses–, la pipa que dicen que viene y no aparece, el apagón que ya llega sin avisar y se extiende más de lo planificado, y la desidia que parece normalizarse.
Pero esta es la Ciudad Maravilla, La Habana, la capital de todos los cubanos, y por ser de todos, justamente todos, tenemos que unir esfuerzo para «curarle heridas».
«Hay que ordenar las cosas en La Habana», decía recientemente el Presidente Díaz-Canel, a la vez que reafirmaba que esta es una convocatoria también para el país, y la población ha respondido.

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Es domingo, 5 de octubre. En una cuadra cualquiera del consejo popular 2, Pocito Palmar, del municipio capitalino de Marianao, Jesús Harozalena Las, de no menos de 60 años, está agachado recogiendo algunas hojas caídas de la mata. Luego tomará el escobillón y echará las latas «regadas» en un saco.
Quizá Jesús no sabe bien lo que hacen allí tantas personas, pero dice que se siente satisfecho porque «hay muchas enfermedades», y la limpieza, en un lugar que no es recurrente, «les viene bien a todos».
Desde hace alrededor de tres semanas, los desechos sólidos residían en la calle porque no «se asomaba ningún carro para recogerlos», y «aunque se está haciendo hoy, esperamos que exista sistematicidad».
Cerca del policlínico 27 de Noviembre, en esa misma zona, los vecinos se han sumado de a poco «porque, si se pide ayuda y hace falta, cooperamos sin ningún problema».
Ahora hay alrededor de diez personas. Dicen que comenzaron la recogida temprano, apenas sintieron el ajetreo de los carros, porque ver su cuadra «linda, sin suciedad alguna, es lo que desean».
Un «¡hay que recoger aquí y allá!, el barrio está muy sucio y los camiones se estacionarán en la esquina», los obligó a comprobar lo que acontecía. Porque, como comenta Yolanda, habían escuchado al Presidente exhortando a que se realizaran labores de higienización en toda la ciudad: «y así lo estamos haciendo, junto a las brigadas de los centros de trabajo».
Sin embargo, en algunos barrios de los municipios del Cerro y Centro Habana, parece que poco saben de la encomienda. Granma comprobó cómo anidan los basureros, sin atisbo alguno de brigadas de limpieza.
«Estamos horrorizados del churre y las epidemias. La ciudad hay que mantenerla higiénica, y no tenemos que esperar a que convoquen para hacerlo», dice Belkis Diéguez Diéguez, vecina de la localidad del Cerro.
Bien sabe la gente de aquí que hay mucha labor por hacer, que debe ser tarea de todos los días y que es algo que transversaliza la conciencia y la participación ciudadanas. Por eso dicen que «siempre estarán ahí, y con lo que sea contribuirán».


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