calixto garcía, Holguín.–Cobijado por un sombrero de yarey de ala en circunferencia, que lo cubre de hombro a hombro, y en conversación amena e instructiva, Yanier Fajardo Rabelo «desgrana» los conceptos y los procedimientos laborales por los que crece el número de personas interesadas en conocer la evolución productiva de La Bendecida, finca que hace cuatro años años creó, en la zona de Jagüeyes, tras recibir en usufructo, por el Decreto 358, cerca de una caballería de tierra que liberó del marabú.
El hoy asociado a la cooperativa de producción agropecuaria Cristino Naranjo acentúa que poner en producción esa área se corresponde con una idea que defendió por largo tiempo: echar a andar una finca rústica, que se pueda explotar correctamente, lo que se logra si evitas pérdidas.
«Lo primero es la rentabilidad. No pueden existir ni sueño ni proyecto agrícola sin ese principio», transmite, amparado por los resultados. El salario promedio mensual de cada uno de los 24 trabajadores de la finca es de 25 000 pesos para los que asumen las labores agrícolas, y entre 12 000 y 14 000 para los de la minindustria.
Es posible, afirma con sus conocimientos en contabilidad adquiridos en la Universidad, porque las utilidades, en general, las invierte en mayor atención al trabajador.
«El pago es semanal. A la vez, se les da a los trabajadores merienda y almuerzo. Les pagamos la Seguridad Social y les cubrimos los gastos por certificados médicos».
La claridad de las decisiones tomadas desde la arrancada se aprecia tan pronto se pone un pie en aquella estancia. Lo primero fue insertarse en la producción de frutales y cultivos varios, complementada con una minindustria, un módulo pecuario, y un estanque para la cría de peces, a lo que se unirá, al concluir el actual verano, la práctica de la apicultura, con 25 colmenas.
«Todo se vende al Estado», afirmó.
El módulo pecuario está compuesto por cerdos de capa oscura, ovejos de varias razas, gallinas rústicas. De igual modo, allí crían patos y guanajos.
«La minindustria es rústica, porque las máquinas las hicimos nosotros. Este año, con materia prima producida fundamentalmente aquí, y otra parte comprada a productores de los alrededores, logramos diez toneladas de condimentos y pulpa de tomate, que vendemos a establecimientos de Comercio de Holguín, Rafael Freyre, Cacocum, Urbano Noris y Mayarí», explicó Yanier.
Por su carácter previsor, pocas cosas lo sorprenden. La prueba está en las 14 000 plantas de ají sembradas poco antes de la visita de Granma, con el fin de asegurar materia prima para la minindustria en el periodo en el que proveedores cercanos no dispondrán de esa hortaliza.
«Si logro la cosecha, me sale muy por debajo de los 15 000 o 20 000 pesos a lo que se comercializa hoy un quintal».
Cuando se convocó a desarrollar a escala familiar la acuicultura, en todos los lugares donde sea posible, ya tenía un estanque de cerca de tres hectáreas, en el que sembró alevines de tilapia, carpa y tenca blanca y manchada, entre otras especies. El pasado año capturaron cuatro toneladas, comercializadas a 50 pesos la libra mediante la Granja Urbana.
Cuando le surge una idea que cree válida, no teme acometerla. Respeta rigurosamente el hábito de trazarse, diariamente, no menos de seis tareas. Esta vez, dice, una ha sido atender a la prensa. «Planifico cada paso. Soy el timonel de la finca. En la medida en que resuelva los problemas aquí, dejo de ser una carga para el Gobierno del municipio».
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Rodolfo González dijo:
1
7 de septiembre de 2025
09:40:49
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