ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Estatua de la Libertad, y al fondo el campanario de la iglesia de Nuestra Señora del Buen Viaje. Foto: Freddy Pérez Cabrera

Entre los pueblos que en Cuba pueden sentirse orgullosos de su historia, leyendas y tradiciones, está San Juan de los Remedios, la octava villa fundada por los españoles, que este 24 de junio arriba a su aniversario 510.

Con un pasado muy particular, sobresale por sus famosas parrandas, un fenómeno cultural que, por su colorido y belleza, resulta único en Cuba; y que, dado su arraigo en el país, fue declarado Patrimonio Cultural de la Nación y Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.

Sus habitantes disfrutan hablar de leyendas como la de El Palomar, esa en la que el amante enloqueció ante la muerte prematura de su esposa, y convirtió el torreón de la casona en nido de amor del desaparecido matrimonio, fábula contada por la maestría de Don Fernando Ortiz en la obra Una pelea cubana contra los demonios, en la cual también se habla de una villa «endemoniada y exorcizada».

Tampoco su gente olvida lo que ocurrió en la iglesia del Santo Cristo, demolida en 1882, en la cual se dice que, por sus alrededores, sale un cura encapuchado con una vela en la mano en noches de luna llena, mito que emula con sus famosas fiestas sanjuaneras, en las que siete juanes «primerizos» dan caza al güije de la cañada, hecho que ocurre cada año en la noche del 23 y la madrugada del día 24 de junio.

Los remedianos se regocijan con saberse hijos de la única ciudad de Cuba que cuenta con dos iglesias católicas en un mismo parque, y que la Parroquial Mayor San Juan Bautista no solo es la más antigua de la Isla, sino que posee uno de los altares más ostentosos y bellos del mundo, tallado en madera y laminado en oro, obra del artesano Rogelio Attá.

Sin embargo, nada da más satisfacción a este pueblo que sentirse dueño de las Parrandas, un acontecimiento cultural que es capaz de encender el deseo y las pasiones de sus habitantes, y de los cientos de visitantes que, motivados por el agasajo, vienen cada 24 de diciembre a festejar la rivalidad entre los barrios El Carmen y El Salvador.

En 1820 nació aquella fiesta, la que con el paso del tiempo se convirtió en una de las de mayor trascendencia en el país. Son días en que la ciudad se divide en dos bandos: El Carmen, representado por el gavilán, y San Salvador, identificado por el gallo; rivalidad que alcanza su clímax el día de las competencias de las carrozas, en las que el fuego ocupa un lugar prominente.

Lo más significativo de ese jolgorio es la participación popular, que de manera masiva se involucra en la organización de las carrozas, los trabajos de plaza (adornos, luces...), y en el montaje de los fuegos artificiales. De ahí que, en los meses y días previos a la celebración, puede verse a carpinteros, electricistas, vestuaristas, diseñadores, costureros, pintores y decoradores, entre otros actores, trabajar hasta el cansancio por el bien de su barrio.

A más de medio milenio de fundada, la vetusta urbe villaclareña luce hermosa. Foto: Freddy Pérez Cabrera

 

SÍMBOLOS DE REMEDIOS

Muchas cosas distinguen a la Octava Villa, más allá de las Parrandas. Una de ellas es ser la cuna de uno de los artistas grandes que ha dado este país: Alejandro García Caturla, precursor de la música sinfónica en Cuba, y a quien Alejo Carpentier calificó como «el temperamento musical más rico y generoso que haya aparecido en la Isla».

Entre sus composiciones más famosas se encuentran Tres danzas cubanas, Comparsa (dedicada a Fernando Ortiz), Tres Preludios, y Berceuse campesina, aunque el arsenal de creaciones del genial músico, asesinado el 12 de noviembre de 1940, por su honesta actuación como juez, es mucho más amplio.

De Remedios son también Francisco Javier Balmaseda, periodista y escritor de ideas independentistas, quien fundara en 1863 una biblioteca pública y varias revistas de corte literario; además de la artista Zaida del Río, pintora, dibujante y grabadora, Premio Nacional de Artes Plásticas 2023.

Figuras también importantes en la vida cultural de este terruño son el escritor y poeta Luis Manuel Pérez Boitel, dueño de múltiples premios a nivel nacional e internacional, entre los cuales destaca el Premio Casa de las Américas de poesía, en 2002; así como Dani Hernández, primer bailarín del Ballet Nacional de Cuba, seleccionado por la prestigiosa revista de ballet Dance Europa entre los cien mejores bailarines del mundo.

Mas, si algún símbolo identifica a la ciudad de Remedios es su imponente iglesia Parroquial Mayor San Juan Bautista, institución que se levanta majestuosa y bien conservada a un costado del parque central, erigida entre los años 1545 y 1550, y considerada entre las más antiguas de Cuba.

En el año 1850 aparece uno de los elementos característicos, su torre, construida por el arquitecto francés D. Luis Rolland. Tiene cien pies de altura y tres niveles, cada uno de los cuales exhibe un estilo diferente: dórico, jónico y corintio.

Sin embargo, resultó Eutimio Falla Bonet el gran restaurador de la Parroquial Mayor de Remedios, quien llegó a esta urbe en 1943 para investigar la historia de la villa.

A él se debe la mayor rehabilitación que ha beneficiado la institución desde su fundación. Duró diez años y concluyó en marzo de 1954, periodo en el cual fueron redescubiertos los techos, restaurada la decoración, restituidos los pisos de losas de capellanía y las barandas del coro, además de devolverle las líneas curvas a la fachada.

Entre las principales acciones acometidas por Falla Bonet estuvo la colocación de representaciones barrocas en las naves laterales, además de construir el altar mayor, tallado en cedro y laminado en oro de 22 quilates, a partir de la utilización de piezas del siglo xviii, lo cual constituye una verdadera obra maestra.

A él también se debe una de las esculturas más valiosas que atesora esta iglesia, una talla comprada en España que pertenece a la escuela sevillana del siglo xviii. Consiste en una representación de la Inmaculada Concepción –una de las pocas existentes en el mundo– que representa a María embarazada y en posición del baile flamenco, con las manos a un lado y el vestido haciendo una afarolada.

Este 24 de junio, cuando la villa arriba a sus 510 años de fundada, la vetusta urbe villaclareña luce bellísima y extraña, capaz de encender las pasiones de sus habitantes y de los visitantes que, de seguro, festejarán a la ciudad.

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