Cuesta entender lo que algunas personas definen como nacer en el cuerpo equivocado, cuando nunca se ha luchado por reivindicar una identidad de género que no está acorde con el sexo biológico. Ser víctimas de comentarios peyorativos por autopercibirse diferentes, resulta complejo de concebir cuando no se habita en la misma piel.
¿Cómo es vivir defendiendo lo que se quiere ser, sin pedir permiso, en un mundo cis-heteronormativo?
«Supone un reto diario para las personas trans». Bryan Maxwell Jardines Borges, de 32 años y nacido en Santiago de Cuba, lo dice sin disimulo. «La sociedad es muy diversa; si bien hay quienes logran simpatizar y respetar las identidades, existen otros con una concepción retrógrada, que no entienden y discriminan».
Un breve recorrido por su historia delata autodescubrimiento, disforia de género, incomprensión, prejuicios, amparo laboral y batallas «a capa y espada», hasta lograr lo que es hoy: un trans masculino.
«Al principio, nunca imaginé que mi forma de pensar y de ser fuera por disforia. Aunque sí me percibía como diferente, me identificaba como una mujer lesbiana, y poco a poco comencé a indagar sobre la comunidad trans y me dije: esas personas soy yo».
Luego conoció otras anécdotas como la suya; asistió a las consultas en el clínico quirúrgico Juan Bruno Zayas, de Santiago de Cuba, para comenzar la transición hormonal; y con su activismo fundó la red TransCuba en la provincia oriental.
«Todos los obstáculos que tuve al comienzo fueron los que me llenaron de valor, y con eso pude crecer. Aunque mi familia aún no acepta mi identidad de género, y es de las cuestiones que más me afectan, nadie puede venir y hacerme sentir mal por algo que yo no pedí. Mi decisión se debe respetar», dice, y resulta tan sencillo escucharlo que, por segundos, se olvidan esos días en que mirarse al espejo suponía pugna con su cuerpo.
LAS CONQUISTAS Y LOS DERECHOS
Los grupos LGBTQ+ no permanecen invisibilizados en la Isla: desde alianzas con los centros de Higiene y Epidemiología en cada territorio, activismo en las universidades, colaboraciones con los centros de Salud, talleres y ferias comunitarias; hasta los progresos legislativos con la Constitución, el Código de las Familias, el Protocolo de actuación ante situaciones de discriminación, violencia y acoso en el ámbito laboral por razones de género, orientación sexual, identidad de género…, y otras políticas, se ha incidido en la concepción de los derechos para todas las personas, como también, se ha instruido sobre los roles y estereotipos de género.
Con esta premisa coincide Yuleiski Moré Arma, asesor jurídico del Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex). En su diálogo con Granma añadió que elevar el amor al rango de ley era una deuda histórica con las poblaciones género diversas y no heteronormativas.
«El hecho de que se dedique todo un capítulo en el “Código de los afectos”, a los asuntos relativos a la violencia y al reconocimiento de las infancias como sujetos de derechos, simboliza también un avance en el reconocimiento de los derechos LGBTQ+; pues existen infantes trans que no se sienten cómodos con el género impuesto al nacer.
«Son los y las activistas quienes, desde sus lugares de acción, han logrado sensibilizar en el reconocimiento de los derechos para todas las personas. Desde el Cenesex se coordinan redes sociales comunitarias que han desempeñado un papel importante para la visibilidad del grupo: como la red TransCuba y la red de Mujeres Lesbianas y Bisexuales que, acompañadas por la red de juristas por los derechos sexuales, han ganado en conocimiento para hacer efectivo el ejercicio legislativo».
Al respecto, Fátima Abdulá Ruiz, jefa del Departamento Asesor Jurídico del Cenesex, añade que, precisamente, son las organizaciones las que como sociedad civil han impulsado, junto al Estado, las iniciativas para obtener el resultado progresivo vigente: «Los que han sido blanco de discriminación colocan, desde el ámbito práctico, las experiencias y criterios, y ello va de la mano con voluntad política para enriquecer las leyes».
Un próximo avance, con el cual estaríamos saldando una deuda, será la Ley de Registro del Estado Civil, que está prevista para aprobarse en la Asamblea Nacional del Poder Popular, y en ella se reconocerán derechos específicos como el cambio de nombre.
Sin embargo, si no se realizan acciones educativas y comunicacionales, de forma constante, lo que se ha logrado a nivel político-legislativo no tendrá valor, dijo Mariela Castro Espín, directora del Cenesex, en la conferencia de prensa sobre la Jornada contra la Homofobia y Transfobia. Y resaltó que se deben generar espacios de diálogos, para así eliminar los prejuicios, y desterrar desde la base las discriminaciones, «porque la cultura no cambia con un decreto».
DESTERRAR LOS PREJUICIOS
A menudo las personas trans son víctimas de acoso, rechazo, imposición en su forma de vestir que debe estar –supuestamente– acorde con el sexo registral, y muchas presentan vulnerabilidades socio-jurídicas, todo ello causado por las barreras sicológicas. Por eso, continúa siendo un reto la aplicación efectiva de las leyes.
Para Fátima Abdulá, el proceso de transformación legislativa ha sido amplio durante los seis años de desarrollo; no obstante, resta comprobar la funcionalidad. Ella sabe que los estereotipos de género son los cimientos en las manifestaciones discriminatorias y abundan en muchos operadores del Derecho.
«Estas construcciones actúan en nuestro imaginario de manera silenciosa, a veces sin darnos cuenta, y forman parte de la sociedad patriarcal». Por ende, se requiere trabajar en la cultura jurídica y de género, así como educar a los decisores para lograr la efectividad normativa que se pretende, señala.
Asimismo, «queda labrar una cultura jurídica de género y, en correspondencia con la perspectiva de género, interpretar las normativas y políticas públicas.
«Aunque tengamos leyes avanzadas, si no somos capaces de interpretarlas, el resultado seguirá siendo la discriminación, porque lo importante es que las legislaciones sean garantes en el ejercicio de los derechos de las personas».
Bien lo sabe Bryan Jardines, quien expresa que la homofobia y la transfobia –males que atentan contra los derechos humanos– están latentes en la sociedad.
«Hay que tener mucho amor propio para soportar los comentarios negativos. Con el tiempo, he logrado empoderarme y abrir puertas que estaban vetadas. Respetar las creencias y las formas de pensar es lo que tenemos que hacer para convivir todos en sociedad».
SOBRE LA JORNADA
- Bajo el lema El amor es Ley, la jornada impulsada por el Cenesex se celebra hasta mañana.
- Tiene como objetivo contribuir al ejercicio efectivo de los derechos de todas las personas mediante la educación integral de la sexualidad.
- La celebración comprende un programa de actividades académicas, educativas, comunitarias, comunicacionales y artísticas en todas las provincias del país, como jornadas nacionales de diálogo científico y activismo social.
QUÉ SIGNIFICA...
Bifobia: Término utilizado para describir el odio o la discriminación contra las personas bisexuales, o que se perciben a sí mismas como bisexuales.
Cis-Heteronormativo: Construcción social con las que se rigen las personas cuya identidad de género se corresponde con la asignada al nacer. Se presenta como un modelo único de relación sexo-afectiva y parental, y establece ventajas para las personas que se rigen por este sistema.
Disforia de género: Antes llamada trastorno de identidad de género, es un diagnóstico que involucra un malestar asociado a una discordancia entre la identidad de género y el sexo asignado al nacer, con el que las personas afectadas no se identifican ni sienten como propio.
La lucha contra la homofobia y la transfobia es parte de los ideales de equidad y justicia del socialismo en #Cuba. Felicidades a quienes por 18 años han organizado las Jornadas para educar y superar prejuicios y estereotipos. El amor ya es Ley. Hagámoslo triunfar siempre pic.twitter.com/KugIwPttYY
— Miguel Díaz-Canel Bermúdez (@DiazCanelB) May 17, 2025
COMENTAR
Responder comentario