Pinar del Río. –Desde lo alto de una loma, a pocos metros de la muralla de humo que se levanta hasta el cielo, Vidal Carmona deja por un momento de golpear con un ramajo las lenguas de fuego que amenazan con saltarse la trocha, y responde con tristeza: «Esto es un desastre. Aquí se han quemado una tonga de hectáreas de bosques».
En sus 45 años de trabajador forestal, asegura haber ayudado a apagar «muchas candelas», pero ninguna como esta.
Vidal es uno de los más de 500 hombres que, justo ahora, combaten el incendio de muy grandes proporciones que se extiende por las montañas de dos municipios pinareños.
A una semana de haberse originado en territorio de Minas de Matahambre, el evento permanece sin control y avanzando violentamente en varias direcciones.
Solo en la jornada del jueves, sus llamas alcanzaron unas 700 hectáreas, mientras que este viernes se extendieron a 900 más.
Al cierre de esta edición, evaluaciones preliminares arrojaban en total unas 2 800 hectáreas afectadas entre Minas y San Juan y Martínez, y los pronósticos indicaban que esa cifra seguiría creciendo.
«Aquí se ha trabajado duro, pero es que el fuego se está pasando por dondequiera. Ayer mismo hicimos una trocha y la cruzó», explica Vidal.
La intensa sequía que vive Pinar del Río, los vientos y la gran cantidad de material combustible en los bosques que representa toda la vegetación seca, han complicado sobremanera las labores de extinción, en un terreno abrupto por el que los buldócer es y los camiones cisterna a veces no consiguen abrirse paso.
Alfredo Gutiérrez, intendente de Minas de Matahambre y jefe del grupo temporal que desde este territorio coordina las acciones de combate al siniestro, asegura que se han tomado todas las precauciones para proteger a la población cercana, y también las casas de cura natural de tabaco que existen en el territorio. «Por el momento, en ese sentido, no hay peligro», dice.
No obstante, enfrentar un fenómeno de esta magnitud siempre entraña riesgos. A sus 26 años, Willian Caro ya lo ha comprobado varias veces. Hace solo unas horas, por ejemplo, mientras avanzaba con una antorcha, aplicando una contracandela, se vio de pronto rodeado por el fuego.
«Me cerró por los dos lados y no podía subir. Tuve que esperar a que se calmara un poco el aire y se bajaran las llamas, para correr hacia arriba, donde estaban mis compañeros».

A pesar del peligro, este joven guardabosques del municipio de Guane, que hace cinco días permanece en territorio de Minas de Matahambre en el combate al incendio, sabe cuán importante es esta labor.
«Aquí no solo se están quemando los árboles, hay muchas especies de animales que se pierden también, y eso es muy triste».
En la mañana del viernes se comenzó a lanzar agua desde un helicóptero a los frentes principales del incendio, y cinco buldóceres laboraban al mismo tiempo en la apertura de una gran trocha para tratar de circularlo.
En tanto, más de medio millar de hombres del Cuerpo de Guardabosques (CGB) y el sistema de la Agricultura, incluyendo las cinco empresas forestales de Pinar del Río, batallaban en el límite de estas franjas de tierra abiertas en el lomerío, para tratar de evitar que las llamas vuelvan a saltarlas.
El jefe del grupo temporal explica que es algo que ya ha ocurrido más de cinco veces en los últimos días, debido a que son bosques adultos de pinos muy altos, y aunque haya trochas, el fuego salta de un lado a otro por las copas de los árboles.
Por tanto, persiste la tensión en torno a uno de los mayores incendios forestales que hayan ocurrido en esta provincia, donde la lluvia se resiste a caer, y cientos de hombres permanecen en el lomerío, batallando, como en la célebre novela de J. H. Rosny, La conquista del fuego.
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