La celebración, este 14 de marzo, del Día de la Prensa Cubana, me lleva a la historia misma de la profesión de periodista, y, como es lógico, al Martí periodista y al Fidel periodista.
Fue, en este día de 1892, cuando se publicó el primer número del periódico Patria, creado por José Martí para servir como vocero de la emigración cubana y como vía eficaz para intensificar la campaña de propaganda revolucionaria a favor de la lucha por la independencia de Cuba y Puerto Rico.
En esa edición Martí, en un artículo que titula «Nuestras ideas», describió los objetivos de Patria y expone: «Para juntar y amar, y para vivir en la pasión de la verdad, nace este periódico».
En otra oportunidad, refiriéndose a «Patria», escribe: «Se necesita un periódico, para que, a la hora del peligro, vele por la libertad, contribuya a que las fuerzas independentistas sean invencibles por la unión, y evite que el enemigo nos vuelva a vencer por nuestro desorden».
El 15 de abril de 1887, publica en el diario «La Nación», de Buenos Aires: «¡Grande es la palabra cuando cabalga en la razón! Penetra entonces más que la larga espada».
A Fidel, el genial seguidor de las ideas y el ejemplo de Martí, lo recuerdo en los congresos de la UPEC explicando y sugiriendo sobre la prensa que debemos hacer. Fue el creador de muchos espacios, como la Mesa Redonda, la Televisión Municipal, y otros, que acompañaron y siguen acompañando desde la verdad y la razón, pero sin apologías ni imposiciones, un proyecto revolucionario que cada vez más, como ha dicho el presidente Miguel Díaz Canel, tiene que dar el lugar que le pertenece a la comunicación, la prensa, a los periodistas.
En el XI Congreso de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC), noviembre del 2023, en una sala del Palacio de las Convenciones, una amalgama de colegas jóvenes y otros más curtidos en los sabores y sinsabores de la profesión, hablaron, con plena libertad y con sentido crítico, sobre el periodismo que estamos haciendo y de cómo hacer cada vez más visible la realidad del país en nuestros medios.
Y traigo este tema a mi reflexión, no sólo por compartirlo, sino como elemento positivo del debate y los razonamientos de muchos jóvenes del gremio, ya fuesen de Camagüey o Villa Clara, Santiago de Cuba o Mayabeque –ante la presencia de las más altas autoridades del Partido y la Presidencia del país–.
No únicamente se criticó, sino que se hicieron propuestas para encaminar este asunto que, les confieso, de una u otra forma ha estado en el orden del día de Congresos y Plenos de la UPEC, así como en el contexto de asambleas de base del gremio a través del tiempo.
Pienso, luego de llevar 61 años como periodista, que no siempre se ha logrado la necesaria formación de cuadros para dirigir los medios. Tampoco, a que, a este sector profesional, se le considere merecedor de un salario digno y de acuerdo a la labor que lleva adelante. Confieso también mi criterio de que hemos sido los periodistas, los más criticados, tanto por lo que no hacemos según la opinión de cada cual, como por lo que hacemos y alguien no comparte.
Hace unas semanas, junto a otros dos colegas que me visitaron interesados por mi estado de salud, veíamos por la televisión el acto de condecoración de valiosos y destacados obreros, campesinos y de otras profesiones, que se les reconocía como Héroes del Trabajo.
El tema del periodismo afloró nuevamente, cuando uno de los dos colegas. de los que yo era anfitrión, me preguntó: «tú que llevas un montón de años en esto, cuántos periodistas cubanos han sido reconocidos como Héroes del Trabajo».
De verdad que la cifra, por mínima que estoy seguro es, no la conozco. Expliqué y quise ser más convincente, hablando de mi más reciente estancia en el Hospital Cardiovascular, y la entrega de médicos, enfermeras y otros trabajadores, que cuidan almas y salvan vidas, y quizás ninguno de ellos haya recibido tan merecido reconocimiento.
En fin, este 14 de marzo, celebramos el Día de la Prensa Cubana, cada vez más comprometidos con la profesión que ejercemos, y sabiendo que son muchas las deudas pendientes, pero ninguna que pueda opacar la ética y el compromiso de la verdad con nuestro proyecto, sujeto a críticas, pero también al respeto y el reconocimiento moral.
COMENTAR
Responder comentario