ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA

Hace dos décadas –por fijar una fecha pretérita, al azar– nadie hubiera imaginado que un litro de aceite vegetal llegaría a costar 900 pesos y más, en dependencia del lugar, de la necesidad del cliente y de las agallas del vendedor.

Tampoco era de suponer que, con tanto ímpetu inicial, se languidecerían ideas y proyectos concretos que pretendían fomentar la siembra de plantas oleaginosas para desarrollar la producción de aceite dentro del país, no depender tanto de los vaivenes del mercado internacional y evitar o reducir gastos económicos por importaciones de ese producto.

Uno de los cultivos en que se fijó la pupila fue el girasol, cuyo aceite, dicho sea de paso, es sumamente sano, libre de colesterol.

Archivos de prensa nacional y local dan fe de experiencias en puntos como la Finca Integral de Semillas, perteneciente a la unidad empresarial de base Semillas Cienfuegos; en Buey Arriba, Granma; en la parcela del campesino Leonel Duarte Marrero, en las afueras de Guanabacoa, cuyas plantas llegaron a dar hasta 70 flores por ejemplar…

Allá por el año 1996, el Instituto de Investigaciones Hortícolas Liliana Dimítrova obtuvo, incluso, un importante premio por el procesamiento de la semilla, mediante tecnologías de fácil fabricación.

O soy muy malo hurgando en las parcelas del ciberespacio, o en las del suelo se ha hecho muy poco desde entonces, porque la información a mano es realmente pobre, muy escasa.

En esa tendencia, a sacar pie del acelerador, pensaba días atrás, al constatar en Bolivia, Ciego de Ávila, el entusiasmo con que despegó la siembra de las primeras 40 hectáreas de girasol.

Según Eddy Torres Acosta, director general de la Empresa Municipal Agroindustrial, en la zona de Manga Larga se pretende plantar 180 hectáreas, en suelos otrora dedicados a la caña, en los que ahora se puede combinar la producción de arroz y de girasol.

Por el modo en que se previó la preparación de tierras (con maquinaria propia), el acceso a la semilla necesaria, garantía de agua, encadenamiento con formas de gestión no estatales para aseguramiento de recursos imprescindibles…, no parece haber exceso de entusiasmo ni improvisación, aun cuando la memoria agrícola no registra antecedentes de siembra de esa planta allí.

Resultados de un productor manzanillero indican que no es una locura «agarrar por el cuello al girasol» y que, con una máquina bien diseñada, aunque criolla, se puede obtener aceite, imprescindible en toda cocina.

Hay quienes afirman que una hectárea de esa planta, incluso con bajos rendimientos, puede aportar alrededor de 600 litros de aceite. La práctica se encargará de corroborar si así es, o si es posible lograr más, mediante ese «extra» que suelen poner los apasionados, tal vez con menos recursos, pero con más dedicación e iniciativas.

Por cierto, el cultivo abre también horizonte de la alimentación animal si se tiene en cuenta que, según expertos, el subproducto de la extracción contiene un 23 % de proteínas.

Referencias han dado cuenta de ciertos pasos en territorio espirituano y en municipios como el de Amancio, en Las Tunas, a partir de la siembra de ajonjolí, en este caso. Enhorabuena.

Algo urge hacer y, sobre todo, seguir haciendo luego. Lo inaudito es que, pudiendo girar el cuello hacia surcos repletos de girasoles o de otras plantas oleaginosas, haya quienes solamente lo tuercen hacia la carretera, a la espera del camioncito procedente del puerto.

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