GUANTÁNAMO.–Uno a uno, vistos en plano «macro», los daños que dejó el ciclón Oscar sobre la «cabellera vegetal» del Este guantanamero parecen «micros», máculas diminutas esparcidas sin orden, como a capricho, un «tin marín» sobre el lienzo verde infinito.
Mas, la observación cercana, y las estadísticas, rebaten esa apariencia. La sumatoria del «uno a uno» supera las 146 700 hectáreas de patrimonio vegetal vapuleadas, sobre todo en Maisí y Baracoa.
Estas últimas localidades, en pose de barlovento a la llegada del huracán, afrontaron las ráfagas más violentas. Cacaotales, cafetales, frutales, plantaciones silvícolas y de coco aún arrastran secuelas de los vientos huracanados.
Según el máster en Ciencias Gerardo Begué Quiala, director científico de la Unidad de Servicios Ambientales del Parque Natural Alejandro de Humboldt, sistemas agrícolas y antrópicos como estos son más vulnerables a la ventolera de un huracán.
Aclara que tal vulnerabilidad obedece a que la densidad vegetal es más baja en esos sistemas, «donde los bosques no hacen bloques compactos, los vientos penetran, se encajonan, y los estragos se maximizan.
«El impacto del huracán en los agroecosistemas del Este de Guantánamo están influidos por ese factor que acabo de explicar –matiza Gerardo–, las rachas no encontraron resistencia en la vegetación espaciada, de ahí la devastación».
Algo más de 39 300 de las hectáreas afectadas se ubican en zonas y bosques naturales, antes con buen estado de conservación, en nueve áreas protegidas del territorio.
GOLPES ALTOS Y GOLPES BAJOS
De lo que explica el científico, se infiere que la alta densidad vegetal y el estado óptimo de conservación les garantizan a los bosques una mayor resistencia a los vendavales ciclónicos, pero no un blindaje infalible de cara a tales fenómenos.
Los vientos –dice él investigador– encuentran brechas también en esos ecosistemas, en los cortafuegos, en cañones de ríos, cañadas y afluentes. Es lo que ocurrió en zonas boscosas, fundamentalmente de Maisí y Baracoa, aunque también en otras.
«Hubo parches de daños altos y extremos, los cuales suman algo más de 2 530 hectáreas en zonas protegidas, los más graves en la estructura de la vegetación; muchos árboles derribados, descopados, ladeados, y en otra parte, defoliación de la flora, y quema por fricción».
Pero estos bosques han demostrado capacidad para recuperarse en periodos cortos, y el especialista confía en esa cualidad. «Ya tenemos la experiencia del Matthew, un ciclón de categoría cuatro».
«Hizo daño extremo. Meses después, sin embargo, algunas parcelas de bosques totalmente defoliados y quemados por la fricción, empezaron a reverdecer (tendencia similar a la que se observa en áreas silvícolas golpeadas por Oscar)».
A Begué le preocupa más otro impacto, el que se expresa a través de una vegetación acostada y desarraigada, con muchos árboles partidos o descopados, «esos sí son daños considerables –valora–. Muchas de esas plantas se secan».
La mayor parte de las acciones recuperativas en las zonas afectadas será de forma natural y pasiva en el tiempo, el propio ecosistema con su capacidad intrínseca de resiliencia irá enmendando los daños, enfatiza el director científico de la Unidad de Servicios Ambientales del Parque Natural Alejandro de Humboldt.
A Imías y San Antonio del Sur, Oscar llegó con vientos «disminuidos», ya era tormenta tropical cuando allanó estos lares. Aun así, ni la flora ni la fauna salieron indemnes de la embestida. Sufrieron el jobo, la leucaena, y también variedades de café en Los Calderos de Imías.
Según el director científico de la Unidad de Servicios Ambientales del Parque Natural Alejandro de Humboldt, poblaciones de maguey, guamá, palma real, ocuje africano, guásima, coco, majagua, pinos y algarrobos, entre otros bienes ecosistémicos, igualmente salieron dañadas.
Al mismo tiempo, de las fuertes crecidas y desbordamientos de ríos que afectaron el hábitat de otras especies, no logró escapar la edafofauna (fauna del suelo). Se reportan poblaciones alteradas por los arrastres, entre ellas la megabiota (ejemplares vivos de más de dos milímetros, mm), la mesobiota (de 0,1 a 0,2 mm) y la microbiota (los de menos de 0,1 mm).
Se trata de organismos que, de acuerdo con referencias científicas, asumen una contribución nutritiva importante para el ecosistema, y con ello favorecen el flujo de energía y la calidad de los suelos.
Por lo demás, en las áreas muestreadas en San Antonio del Sur e Imías, según informe del Citma, no hubo comportamiento anómalo de animales silvestres ni se obtuvo evidencia de muertes de ejemplares en esa categoría de la fauna.
TAPONES DE CIENCIA QUE CIERRAN BRECHAS
Una propuesta desde la ciencia invita a revertir los daños que el huracán Oscar ocasionó. Los municipios afectados saben del proyecto, idea de la delegación del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente, del Centro de Estudios para el Desarrollo Local, la Universidad de Guantánamo y de la Defensa Civil en el territorio.
Preventiva en su enfoque, la iniciativa propone acciones que, de concretarse, eliminarán unas vulnerabilidades y evitarán que resurjan otras en la población y en la infraestructura socioeconómica.
Es un remedio integral y contempla la corrección en viviendas, entidades estatales, otros inmuebles, espacios de cultivo y de producción de posturas, drenajes, infraestructura vial, reforestación y uso de la tierra.
Tiene en cuenta las particularidades de cada escenario, algunos tan complejos como el río Sabanalamar, en San Antonio del Sur, por cuya, cuenca, en forma de embudo, el agua se precipita al mar, y lo hace con tal fuerza bajo lluvias intensas, que provoca muy peligrosas inundaciones. Prevenir, entonces, es la palabra de orden.
COMENTAR
Responder comentario