ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
«Agradezco mucho a la Revolución, porque si hoy puedo garantizar el futuro de un país siendo pediatra, es gracias a ella». Foto: Carmen Maturell

Sus primeros pasos como doctora estuvieron signados por sus andanzas, a través de los sinuosos parajes que cada mañana recorría, hasta llegar a aquel pueblito rural del hoy municipio de Palma Soriano. Al momento de su conversación con Granma, era la pediatra en activo más longeva de Santiago de Cuba.

Mercedes Pérez Reyes comenzó estudiando mecanografía y costura. «Siempre me ha gustado ayudar a los otros y contribuir, aunque no sea significativamente, en la vida de los demás, por eso decidí estudiar Medicina», confiesa. Justo 65 años después recuerda su emoción cuando pisó por primera vez las instalaciones de las becas universitarias, fundadas por el Comandante en Jefe Fidel Castro.

Mientras mira algunas fotos, explica que, como parte del servicio médico rural creado en el año 1960, varios doctores recién graduados marcharon a los lugares más recónditos de la serranía, para brindar sus servicios gratuitos a quienes, hasta esos momentos, no habían tenido acceso a los servicios de  salud.

«Trabajé alrededor de dos años en Palma Soriano. En ese entonces solo éramos cinco especialistas y nos ayudábamos mutuamente. Estábamos en una casita, un consultorio improvisado, porque no había hospital».

La pediatra de 88 años recuerda, de aquellas jornadas, la intensidad, las consultas sin descanso, el aprendizaje... Entre los momentos tensos rescata del olvido la primera transfusión de sangre que hizo a un paciente en esas serranías.

«Sin duda fue una experiencia muy enriquecedora. No solo atendía a los recién nacidos, también tuve que ejercer la Medicina Interna. El pilar que nos sostenía era el de hacer el bien por la salud de los demás».

Si algo tiene bien afianzado en su memoria, y durante los 55 años de ejercicio de la Pediatría lo ha cumplido, es la promesa que le hizo a Fidel aquella vez que lo conoció: ser médica revolucionaria y llevar a cualquier sitio, ya sea campo o ciudad, hospital o carpa, el noble acto de salvar.

Por eso, añade, «me especialicé en Neonatología, tuve que atender partos, examiné física y clínicamente a niños y a niñas, y a todos los vi como hijos propios».

En la nueva Cuba que se erigía tras 1959, luego de haber eliminado la privatización de los servicios sociales, el Plan de Sanidad Rural y Medicina Preventiva fue uno de los tantos hitos que permitieron que, al igual que todo el pueblo, los campesinos cubanos recibieran tratamiento médico gratuito.

Mercedes Pérez agrega que tenían el compromiso de ser excelentes profesionales, precisamente por ser los primeros becarios universitarios.

«Agradezco mucho a la Revolución, porque si hoy puedo garantizar el futuro de un país siendo pediatra, es gracias a ella».

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