ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Foto: Estudios Revolución

El compromiso con la verdad fue ratificado hoy por profesionales y directivos de los medios de comunicación cubanos durante el intercambio sostenido con el Primer Secretario del Partido y Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez.

«Creo que tenemos que defender dos ideas que ustedes han expresado aquí en lo fundamental: entender la gestión de la comunicación como algo vital para la Revolución en estos momentos; y cómo uno ve que la tenemos que gestionar desde la verdad, desde la investigación, desde la responsabilidad, desde la objetividad, y también desde los sentimientos y las convicciones», dijo el mandatario.

La batalla cultural y simbólica centró parte de los debates, así como la importancia de la inmediatez noticiosa, la articulación entre el discurso y la realidad, y el saber hablarle a públicos diversos.

Sobre la importancia de la crítica, de afinar la intencionalidad, de propiciar la participación y la interacción, así como de la pluralidad de discursos y enfoques, se habló en el encuentro.

En la misma jornada, y por tercera ocasión en menos de seis meses, regresó el Presidente de la República a la Universidad de Ciencias de la Cultura Física y el Deporte Manuel Fajardo, para intercambiar con sus estudiantes y profesores sobre sus inquietudes y retos.

Los jóvenes hicieron propuestas de alcance social en el funcionamiento de estructuras de Gobierno, hablaron del aporte de un organopónico que fomentan para su centro y comunidades cercanas, y sobre dificultades en el funcionamiento de centros de aislamiento donde apoyan.

Es importante entender, comentó el Presidente, que estamos en un momento difícil, pero que de momentos tan difíciles como estos la Revolución ha salido siempre victoriosa. «Aquí no cabe espacio ni para el desánimo ni para la pesadumbre». 

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Jorge Herrera dijo:

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20 de agosto de 2021

10:11:42


Efectivamente Cuba necesita hoy de una comunicación más eficiente y efectiva entre todos los grupos que conforman nuestra sociedad. Entre las cosas buenas que nos ha dejado la pandemia están los aprendizajes derivados de las situaciones que hemos tenido que enfrentar. Son muchos los aportes en cuanto a conocimiento de nosotros mismos. Hoy estamos conscientes de que una parte de nuestro pueblo no es tan disciplinado y responsable como debía ser; que no todos los cubanos son tan solidarios como durante años nos han enseñado a ser a fuerza de ejemplo; y que unos pocos no son lo agradecidos que deberían, porque no creo exagerar si digo que no hay cubano que no tenga más de una razón para amar, respetar y defender la obra revolucionaria. La revolución abrió oportunidades para todos y los que han sabido aprovecharlas han visto crecer ostensiblemente sus perspectivas, sus sueños y su realidad. Por el contrario, los que no se han esforzado, los que no han estudiado, los que no aportan, pretenden vivir de ella y en buena medida lo logran y al mismo tiempo se alquilan para destruirla. Ese es su “programa”: matar a la gallina de los huevos de oro. Para nosotros, los que si aportamos, y que seguimos siendo mayoría es imprescindible salvar la revolución. Dejar que se pierda equivaldría al suicidio, pues lo perderíamos todo. Para entender qué pasaría si eso ocurriera solo hay que mirarse en el espejo de países como el actual Brasil, o como la Argentina de Macri, o como la Bolivia de Yanine Añez. Por tanto, no hay opción: o la salvamos o la salvamos. Pero salvarla implica un esfuerzo en muchos sentidos, especialmente en el análisis crítico y autocrítico de nuestra realidad para identificar errores y visualizar a tiempo decisiones que pueden representar en un futuro, seguras fuentes de problemas. El cubano de hoy dedica más tiempo a discutir sobre las manifestaciones de los problemas que sobre sus causas y esto propicia que las dificultades gocen de buena salud y tengan una larga vida. Ejemplo de ello es la situación en que se encuentran algunas comunidades en diversos territorios de nuestro país. Ahora se ha convocado a los ministerios a buscar soluciones que permitan elevar el nivel de vida de esas personas, pero cabe preguntarse: ¿Por qué se produjo este problema si en cada pedazo de Cuba existe el Poder Popular? ¿Qué hicieron los gobiernos provinciales y municipales para impedir que esto sucediera? ¿Por qué no se pide cuenta públicamente a los responsables? Todos los días hay que recordar el concepto de Revolución de Fidel y sobre todo su llamado a “cambiar todo lo que deba ser cambiado” Tampoco puede olvidarse que las contradicciones son la fuente del desarrollo y en el socialismo, que es sinónimo de desarrollo continuo, esa máxima adquiere especial importancia. Lo que no podemos dejar que surjan y crezcan son las contradicciones ANTAGÓNICAS, pero las no antagónicas merecen más atención. Los revolucionarios tenemos que empezar a actuar de un modo diferente. No podemos esperar otros 11 de julio. Hay que trabajar para detectar a tiempo las insatisfacciones existentes donde quiera que estén y buscarles solución. Hay que empezar a exigirle a cada uno que haga lo que le toca hacer y que lo haga bien. Creo que es mi obligación aportar lo que pueda a este proceso. Los trabajadores estatales, y no creo que ningún sector se escape, tenemos muchas insatisfacciones, algunas de ellas nuevas, surgidas luego de la aplicación del reordenamiento. Es casi generalizado el criterio de que los sindicatos solo están para cobrar la cotización y en buena medida es así, salvo las excepciones que no creo que sean muchas. Si esto sucede en casi todos los sectores entonces su origen está en el funcionamiento de la CTC. Estoy convencido que esa organización necesita cambios. Un país con una rica historia sindical hecha por hombres como Jesús Menéndez, Aracelio Iglesias, José María Pérez y muchos otros, necesita una CTC más activa, con mayor participación en la búsqueda de soluciones y no con un discurso que a veces parece más el de un administrador que el de un líder sindical. Estoy convencido que nuestra CTC debe y tiene que hacer un mejor uso del concepto dado por Fidel, precisamente un primero de mayo, Día Internacional de los Trabajadores; tiene que estar más al tanto de las preocupaciones de los trabajadores. Esa tarea no es difícil y no está en absoluto reñida con el desarrollo y mucho menos con el apoyo a la revolución. Para cumplirla SOLO hay que ESCUCHAR MÁS Y HABLAR MENOS, y sobre todo lograr mayor coherencia entre los que SE DICE Y LO QUE SE HACE.