ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA

El amanecer del 26 de julio de 1953, con los disparos y la sangre vertida por los jóvenes que caían frente a los muros del Moncada, al decir del General de Ejército Raúl Castro Ruz, estableció el método correcto y fundamental de lucha de nuestro pueblo para destruir, definitivamente, el andamiaje del sistema económico, político y social existente, e inició el comienzo del fin del capitalismo en Cuba.

Imperaba entonces una cruenta represión contra el pueblo y un sistema inconstitucional instaurado por el sanguinario general Fulgencio Batista, mediante el golpe de Estado, perpetrado el 10 de marzo de 1952, previo a las elecciones que debieron realizarse ese año en un país agobiado por la corrupción político-administrativa, la pobreza, el hambre, el desempleo y el entreguismo al imperialismo norteamericano.

Frente a semejante situación, lejos de asumir una firme actitud de combate ante el régimen del zarpazo, extremadamente pasiva se mantuvo la vieja dirigencia política opositora en la nación, y fue justamente Fidel Castro Ruz quien, proveniente de las filas ortodoxas y cansado de denunciar por vías judiciales y públicas tan desgarrador cuadro, organiza en secreto la carga impostergable.

UN CAMBIO EN LA HISTORIA

El doctor en Ciencias Históricas Frank Josué Solar Cabrales, presidente de la Cátedra Honorífica para el estudio del pensamiento y la obra del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, de la Universidad de Oriente, asegura que el joven abogado sorprendió con la ejecución del valiente y arriesgado asalto, que aceleró un cambio en la historia de la nación, porque sin ser todavía un dirigente reconocido por grandes masas, traza y lleva a cabo una acción armada, donde nadie lo esperaba.

«En secreto absoluto –expone–, contando con jóvenes, obreros, trabajadores, fundamentalmente identificados con la ortodoxia, y valiéndose, además, de recursos muy escasos aportados por sus propios compañeros, a través de bienes personales y ahorros de años, y no con recursos procedentes de la corrupción o mal habidos, de los partidos auténticos, es que se prepara y realiza la operación contra los cuarteles militares Moncada, de Santiago de Cuba –entonces segunda fortaleza del país–, y Carlos Manuel de Céspedes, de Bayamo.

«Como bien se ha dicho, el asalto es “una alborada en la mañana de la Santa Ana”, pues este primer golpe armado no solo resulta una sorpresa total para la tiranía batistiana, sino también para esa dirigencia opositora tradicional que prometía y nunca hacía nada. Lo será, incluso, para las fuerzas tradicionales de izquierda que, sin fe en éxito alguno, apelaban más a grandes huelgas y manifestaciones.

«Por tanto, el 26 de Julio significó la ascendencia de una nueva dirección revolucionaria, decidida a defender, hasta las últimas consecuencias, ideales que respondían al clamor popular, de ahí que la fecha reserve a la historia de Cuba una generación de jóvenes dispuestos al derrocamiento de la tiranía y a cumplir un programa coherente con las soluciones posibles a las demandas urgentes de la mayoría del pueblo».

LOS DIGNOS IDEALES

Si bien no contaron con las armas adecuadas, los escasos meses en que tiene lugar la preparación del asalto fueron suficientes para robustecer en los combatientes una convicción, un ideario sólido basado en la prédica de Martí, que los moviera a participar, con pleno convencimiento, de la operación armada en defensa de una dignidad genuina que, actualmente intereses diversionistas en pro de un neoanexionismo mercenario, pretenden tergiversar y reescribir contra la Revolución Cubana.

«Aquellos años  cuentan entre los más sombríos de Cuba, y es por eso que Fidel no ve otra salida que la que pueda movilizar a la fuerza revolucionaria del pueblo, pero no en una confrontación de envergadura y que promueva un inútil derramamiento de sangre, sino que apele al factor sorpresa para tomar el cuartel y reducir a los guardias a la obediencia; aunque esto, a la postre, falla.

UNIDAD CON EL PUEBLO

Más expedito hubiese sido, en ese tiempo, acceder a personeros en la Isla o a regímenes corruptos del área para conseguir dinero, armas u otros recursos requeridos en la gesta; pero, precisa Solar Cabrales, para Fidel era muy importante conservar, desde el primer instante, la pureza y la ética de su movimiento, tal como reflejó, con ejemplos conmovedores, en el juicio tras los sucesos del 26 de Julio.

«Raúl le llama método correcto a la forma en que se emprendió la lucha, porque, además del aporte logístico popular, se previó el apoyo del pueblo santiaguero, que una vez conocidas las razones del ataque al cuartel, colaboró con los combatientes. De las clases más humildes del propio pueblo se nutriría, tiempo después, el Ejército Rebelde que levantó en armas la Sierra Maestra, emancipó al país y triunfó el 1ro. de enero de 1959, y ese mismo pueblo sigue siendo el que resiste el ataque multidimensional contra la Revolución, se mantiene unido en el enfrentamiento a una pandemia, y salió al paso de las burdas, groseras y violentas provocaciones del pasado 11 de julio.

«Meditando lo dicho por Raúl, sobre el inicio del comienzo del fin del capitalismo en Cuba, uno advierte que con el revés del Moncada cualquier otro movimiento armado se hubiese extinguido al instante, pero la mayor reserva de estos mambises del siglo xx estribaba en la capacidad de Fidel para convertir los reveses en victoria, en la convicción de no rendirse jamás.

«El 26 de Julio proyecta una luz de extraordinaria dimensión, marca un camino y un modo de lucha sin precedentes en América Latina, y en la misma forma en que traza el derrotero del pueblo cubano, inspiraría a otros movimientos revolucionarios.

«Primero fueron cinco años, cinco meses y cinco días de dura guerra frente al ejército mejor pertrechado por Estados Unidos en América, y ahora ya suman más de 62 años de ensañamiento de la superpotencia contra la pequeña Cuba».

No hay mejor prueba de que el Moncada fue fragua de la heroica resistencia de nuestro pueblo. La herencia de esa profunda fe en la victoria que movió a la Generación del Centenario es raíz en la fuerza de la Revolución.

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