Desde que se diagnosticó el primer caso pediátrico con la COVID-19 en Cuba, el 21 de marzo de 2020, hasta el cierre del 27 de mayo de 2021 se acumulan unos 18 249 pacientes confirmados con el virus en este grupo poblacional, de los cuales 983 son menores de un año.
Resulta especialmente alarmante que de marzo a diciembre de 2020 fueron detectados solo 1 138 casos de esa cifra total, mientras que los más de 17 000 restantes han sido diagnosticados en lo que va de año, en medio de la alta transmisión generada por el tercer rebrote de la pandemia en el país.
El doctor Francisco Durán García, director nacional de Epidemiología del Ministerio de Salud Pública (Minsap), advirtió que durante los últimos quince días se han diagnosticado 2 688 niños, adolescentes y jóvenes con 18 años y menos, para un promedio de 179 casos por día, en tanto que permanecen activos unos 985, de ellos 80 menores de un año.
Lamentablemente, la alta transmisión y las complicaciones de la enfermedad ha provocado el fallecimiento este año de dos pacientes pediátricas, además del tránsito de varios de ellos por las salas de terapia intensiva, en estado grave o crítico.
Si bien es cierto que la mayoría de los pacientes pediátricos que se contagian en nuestro país sobreviven a la COVID-19 (94,5 % se ha recuperado), el solo hecho de enfermarse resulta peligroso por las complicaciones que pueden padecer en el periodo de la infección y por las posteriores secuelas que deja el padecimiento, que han sido estudiadas por varios grupos de especialistas.
De ahí que, ante la situación actual de incremento de los casos positivos al SARS-CoV-2 en las edades pediátricas, la oportunidad y la prevención continúan siendo los principales llamados a la familia para vencer la pandemia y, sobre todo, proteger a este grupo poblacional vulnerable del contacto con la peligrosa enfermedad.
Así lo aseguró, durante la habitual conferencia televisiva, la doctora Lissette del Rosario López González, jefa del Grupo Nacional de Pediatría del Minsap, quien señaló que el mito que existía en el mundo al inicio de la pandemia de que los niños no se enfermaban con el virus y que si lo hacían no transitaban por grandes complicaciones, ha sido desmontado en la práctica, y Cuba no ha escapado de esa realidad.
Las cifras –subrayó– reportan aumentos exponenciales de casos pediátricos, que cada día, prácticamente, son superados de forma negativa, por la cantidad de contagios que se están reportando en la nación, incluyendo en lactantes.
En los últimos siete días sobrepasamos los 70 niños menores de un año contagiados y eso es algo que tiene que ser una alerta para las familias y el Sistema Nacional de Salud, comentó la doctora López González y resaltó la responsabilidad de los mayores del hogar con el cuidado de los infantes más pequeños, ante la evidencia de que la principal fuente de contagio en la población infantil son los contactos con casos positivos al virus.
Con la nueva normalidad –abordó– hay un sector de la población que se va incorporando a determinadas tareas fuera del hogar y que luego de cumplir con sus labores regresa a casa, con el peligro de haber contraído o haber estado expuesto al patógeno; por lo que se hace necesario aprender a convivir dentro del hogar respetando las normas de bioseguridad para así proteger a los más vulnerables.
«No es infundir terror ni pánico, es sentir que todos tenemos un papel activo y fundamental en vencer la pandemia y proteger la infancia. A los niños tenemos que aprender a amarlos con la responsabilidad de los tiempos actuales», aseveró López González.
Asimismo, enfatizó que en el caso específico de la pediatría los mensajes que se transmiten y que van dirigidos a la prevención de la epidemia tienen que ser creíbles, cumplibles y acorde a las diferentes edades pediátricas, dadas las circunstancias de que esta especialidad abarca un amplio diapasón de edades que va desde el nacimiento hasta los 18 años.
En cuanto a la sintomatología que puede experimentar este grupo etario ante el contagio con la COVID-19, la Jefa del Grupo Nacional de Pediatría del Minsap precisó que son variadas y dependen de la edad y la percepción.
Expresó que al inicio de la pandemia el mayor porciento de los pacientes eran asintomáticos, mientras que en esta tercera ola la cantidad de sintomáticos ha aumentado, y no solo con manifestaciones leves, sino con formas más graves que han requerido en determinados casos de cuidados intensivos.
Como síntoma común mencionó la diarrea y en general los cuadros gastrointestinales, comúnmente asociados a estados de gravedad en varios pacientes pediátricos. De ahí que alertó a la familia que ante la presencia de este signo o cualquier otra sintomatología en un menor, debe ser evaluado por el equipo básico de Salud, porque «la COVID-19 no son solo síntomas respiratorios, y ser oportuno en el diagnóstico y en el abordaje terapéutico minimiza las secuelas y las complicaciones», indicó.
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