Desde sus versos, Martí emociona y cautiva. Andan desbordados de honor y belleza, pulsan su espíritu amantísimo e indomable repasando el tiempo y el hoy, como magnífica senda de futuro temprano, como esa vívida quietud que demanda el alma para crear, crecer y construirse cada día al empeño del ser humano mejor.
Digo siempre que su esencia tanto me emociona como me lastima, pues poder asistir a la revelación, casi milagro, de vida tan generosa y elevado sentimiento desconcierta al corazón.
Me acerqué desde siempre a su obra, traté y trato de traducirlo en música, lo hago y siempre regreso «como de un baño de luz». Hermoso modo de conocer a un hombre íntegro y profundamente comprometido desde la infinita pureza, poderoso modo de transitar la existencia a fina brújula.



















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