Impunes se sienten aún muchos de los «vivos» –siempre prestos a sacar tajadas de las adversidades y lucrar a costa de las necesidades ajenas– frente a un combate popular y gubernamental, que si bien le ha plantado cara a su nociva existencia desde el mismo inicio de la Tarea Ordenamiento, está lejos de arrancar el mal de raíz.
Esta otra pandemia con rostros de personas, que ha hecho «metástasis» en varios rincones de la nación, lacerando la economía familiar, se aprovecha ahora, también, del complejo escenario que vive el país para la importación de productos; un fenómeno que ha encontrado su mejor caldo de cultivo en el desabastecimiento de la red comercial, a raíz de una crisis económica mundial, agravada por la COVID-19 y que, en Cuba, impacta con mayor fuerza por el recrudecimiento del bloqueo económico, comercial y la persecución financiera de EE. UU. contra este archipiélago.
Aquí ha habido que ajustarse fuerte el cinturón para sostener ese empeño del país de llegarle a toda la población, al menos, con la canasta familiar normada.
Que no es suficiente, se sabe, como también conocemos que la añorada estabilidad en la ofertas del comercio interior no depende solo de la voluntad del Gobierno, ni que será un proceso resuelto a corto plazo.
En estas mismas páginas se informó que, desde el comienzo de la pandemia, en marzo de 2020, y solo hasta el mes de septiembre del pasado año, la economía cubana ya contabilizaba más de mil millones de pesos empleados en el enfrentamiento al nuevo coronavirus.
Se registraban, para esa fecha, unos 366 millones de pesos en gastos por garantías salariales a trabajadores que habían permanecido en su casas como medida de prevención frente a la enfermedad; un financiamiento asumido por el presupuesto del Estado bajo la premisa de que «salvando las vidas, estamos salvando el presente y el futuro del país».
Hay que decir que no por ello se ha descuidado un solo asunto que ataña a los cubanos, aun cuando el déficit en el abastecimiento de productos sea una realidad no resuelta, que nos duele y preocupa a casi todos; una brecha aprovechada por «los vivos» para proponernos artículos necesarios –a veces indispensables– al doble, al triple y más de su precio original, lo mismo en la calle que en grupos informales de venta en redes sociales tales como Whatsapp, Facebook y Telegram, y hasta con un costo adicional por el servicio a domicilio.
Pero esto también se sabe, como se sabe que no todo lo propuesto vía web tiene el sello de la ilegalidad. Hablo de los que «engordan» sus bolsillos revendiendo lo que «está perdido» en un mercado paralelo al agropecuario, con mañas y estrategias similares.
Y aunque mantener a raya a esos «vive bien» al margen de nuestras leyes, sigue siendo una responsabilidad de los inspectores y otras autoridades designadas, lo cierto es que, el silencio y la impunidad frente a los precios abusivos y el llamado mercado negro –no solo en los alimentos, sino en cualquier producto o artículo– no deberían encontrar aliados en el pueblo, cuando está claro que esta batalla es un asunto de todos.
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GValD dijo:
1
2 de marzo de 2021
11:47:35
pp Respondió:
3 de marzo de 2021
12:29:38
Blanca dijo:
2
2 de marzo de 2021
17:24:46
Alberto García dijo:
3
2 de marzo de 2021
18:05:18
Ricardo Martinez dijo:
4
2 de marzo de 2021
18:07:20
Xey zamora dijo:
5
3 de marzo de 2021
07:04:10
jose ramon gutierrez marquez dijo:
6
3 de marzo de 2021
07:07:58
Eduardo dijo:
7
3 de marzo de 2021
09:40:03
Andrés dijo:
8
3 de marzo de 2021
14:16:20
ana lourdes ruiz ruiz dijo:
9
5 de marzo de 2021
10:45:12
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