Jatibonico, Sancti Spíritus.– Si a estas alturas en el central Uruguay no se han detenido los molinos en medio de esa suerte de asalto silencioso que representa la aparición, en los últimos días, de casos positivos a la COVID-19, es únicamente gracias a la filosofía de colmena que, por décadas, se ha venido sedimentando en la industria espirituana.
Según confirmó a la prensa Vladimir Gómez, director de la entidad, este ha sido uno de los lances más difíciles que haya tenido que afrontar la fábrica a lo largo de su historia, no solo por los tropiezos en la realización de una zafra ya lastrada por el deficiente abasto de materia prima y otros males, sino porque en la operación «va también la salud de nuestra gente y la de sus familiares».

De todo cuanto se ha hecho por tal de mantener la vitalidad de la zafra sin poner en riesgo la vida de los más de 800 trabajadores del central Uruguay, dan cuenta el permanente seguimiento dado por las autoridades al evento; la labor de los especialistas de Salud Pública, quienes literalmente se han convertido en zafreros vestidos de verde; el pesquisaje intensivo aplicado a los tres turnos de trabajo –se han realizado cientos de pruebas de pcr, más de 500 en un solo día– y la atención a los positivos y sus contactos.
«El área que más se afectó fue el Laboratorio –relata el director–. Allí los que no enfermaron se aislaron, uno de los positivos fue el primer químico, no teníamos sustituto, apelamos a un joven recién graduado. Eso obligó a formar un grupo emergente con personal de otras áreas, que fuera capaz de llevar los controles imprescindibles para operar la industria, buscar eficiencia y mantener el control de la calidad del azúcar».
Una de las mayores complejidades en el enfrentamiento al contagio del central Uruguay radica en la dispersión de sus trabajadores: cada turno agrupa a más de 250 personas entre operarios y otras fuerzas vinculadas al proceso, e involucra tres rutas de transporte obrero con puntos de nacimiento en Taguasco, Arroyo Blanco y Majagua, esta última en Ciego de Ávila.
Desde el pasado 14 de febrero, y hasta el día de ayer se había reportado varios casos positivos en el Laboratorio, en Fabricación y en Basculador; mientras decenas de trabajadores fueron trasladados a centros de aislamiento, y otros se encuentran en sus casas.
Para tener una idea del empeño puesto en la industria, basta saber que los integrantes del llamado turno de Majagua trabajaron tres días consecutivos para cubrir el aislamiento de los demás, algo que esta semana ha repetido el de Arroyo Blanco; que el nuevo team del laboratorio hace vida allí, en condiciones de aislamiento, y que uno de los enfermos, Salvador Pizarro De Rojas, ha seguido mandando señales a sus suplentes porque, aunque «esté en el hospital, mi cabeza ha seguido en la industria».



















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