La asistencia frecuente de la población a la pescadería de Placetas constituye una buena señal de la aceptación de los productos que allí se venden. Kenia Marín, trabajadora de la Oficina Nacional de Administración Tributaria (ONAT) en el municipio, es una de las más asiduas concurrentes al lugar, donde, según ella, encuentra parte del sustento que necesita para alimentar a su familia.
«Tengo unos muchachos en mi casa que son "fieras" para la comida y debo estar inventando para satisfacer su desmedido apetito», nos dice la joven entre sonrisas, mientras compra dos paquetes de croquetas y uno de filete de clarias.
Como ve, los precios son bastante asequibles. Las croquetas a cincuenta centavos cada una, es decir cinco pesos cada envoltorio de diez; el clarias lo venden a 21, lo cual me parece muy bien para el bolsillo de una trabajadora como yo, explica Kenia, quien reconoce la calidad de la oferta.
Otro cliente frecuente de ese sitio es Ovet Martínez Díaz, un placeteño que consume casi a diario las hamburguesas, el filete, las croquetas o los picadillos condimentados, entre otros productos derivados de la acuicultura, que se comercializan en esa pescadería.
«Ha sido una idea muy buena esta de producir pescado, elaborarlo y venderlo aquí en el municipio. Antes, dependíamos únicamente de lo que trajera la provincia o de la carne de cerdo del municipio, y esa también se puso difícil de adquirir ahora, por razones que todos conocemos, así que ha sido una bendición poder contar con este centro», expresa Ovet.
Producir en el patio de la casa
Detrás de la satisfacción de los placeteños por los alimentos que ya reciben provenientes de la acuicultura, está el esfuerzo y la iniciativa de personas como Leonides Pérez López y los hermanos Lidia y Omar Cano Obregón, los productores privados que iniciaron en este territorio la cría de peces de agua dulce a través de convenios con Pescavilla.
Muy temprano, cuando los gallos comienzan a alegrar sus fincas, ya ellos están de pie para iniciar una faena que se extiende durante todo el día. «Lo primero es atender los animales, mudar las vacas, echarle comida a los puercos y ya a las siete de la mañana estamos prendidos con las clarias», nos dice Leonides Pérez López, quien pertenece a la CCS Horacio Rodríguez.
Ahora él tiene un estanque en producción de claria y ya se alista para incorporar otros e incrementar así sus entregas al municipio. «Yo pienso aportar en esta primera siembra unas ocho toneladas de pescado, cifra que seguirá creciendo en la medida que consolide la experiencia», explica el recio campesino.
«Mi meta, como guajiro soñador que soy, es llegar a entregar en cada ciclo de cría unas cien toneladas de pescado, algo que es posible si no falta la comida, los alevines y, desde luego, el manejo adecuado de mi parte», asegura el productor, quien se siente a gusto con la idea de aportar alimentos para sus coterráneos.
Sobre el empleo eficiente del agua, afirma que en su finca todo se aprovecha, y para demostrarlo nos muestra varios diques de arroz que son irrigados por el líquido recirculado de los estanques, el cual es empleado para la fertilización del grano.
Por su parte, Omar Antonio Cano Obregón, residente en la finca Vega de Lana, próxima al poblado de Falcón, no quiere ser segundo de nadie en eso de producir peces de agua dulce, en especial el clarias, que es lo que más le gusta.
Acoger esta idea ha sido muy gratificante para la familia. Aquí tengo a mi hermana Lidia, que es profesora de la Universidad Central «Marta Abreu» de Las Villas y a mi hijo Leandro, quienes me ayudan en todo lo que pueden para poder salir adelante, asegura el agricultor, quien ya hizo entrega de los primeros 420 kilogramos de pescado y el día de nuestra visita realizaba la segunda.
Sobre el amor hacia este nuevo oficio, señala que es tanto el cariño que les ha tomado a los peces, que estos, al escuchar su voz o sus silbidos se concentran en el lugar indicado para recibir el alimento.
Este es un animal de muy fácil manejo, dice Omar Antonio Caro. Concuerda en que de todos modos su cría artificial lleva varios requisitos técnicos que no pueden ser violados. Así, por ejemplo, hay que recircularles el agua todos los días, administrarles la comida en las proporciones y la hora indicada, y también, en la medida en que van creciendo, ir separando los de mayor talla de los menores.
Precisa que, según el convenio, el ciclo de cría debe ser de 180 días, sin embargo, la práctica ha demostrado que puede acortarse, y en tres meses y medio o cuatro comenzar la cosecha de la siembra, cuando alcanza un kilo o más de peso por animal, algo posible de cumplirse todos los requisitos que lleva una labor como esa.
En experiencias como la que se vive allí en Falcón, no podía faltar el detalle femenino, esta vez de la mano de Lidia, la hermana de Omar Antonio Caro, avezada profesora de Filosofía. Ella le encamina la documentación y las compras de los insumos necesarios para el proyecto, y es capaz de contribuir también en las labores más complejas.
«La familia y los amigos dicen que si estoy loca y yo me limito a decirles que me divierto muchísimo y hasta me relajo con las cosas de mi hermano», nos dice Lidia, quien añade que es también una manera honrada de mejorar la economía familiar.
Reconoce la importancia que tuvo la capacitación recibida, de los especialistas de Pescavilla, en el adiestramiento del manejo de los peces, lo que les permitirá llegar en un periodo breve a tener 24 000 alevines en los tres estanques que poseen para la cría.
En el municipio está la base del desarrollo del país
Que un municipio produzca la mayoría de los alimentos que necesita, es una meta realizable si en la filosofía del gobierno del territorio está alcanzar ese propósito. Concretar esa aspiración significaría aliviar una de las pesadas cargas que lleva el Estado sobre sí, lo cual facilitaría también el desarrollo local, tal como está expresado en la estrategia económica del país recién aprobada.
En ese sentido, la experiencia que lleva adelante la Empresa Pesquera en Villa Clara Pescavilla, en el municipio villaclareño de Placetas, constituye un buen ejemplo de lo que puede lograrse cuando se juntan todas las manos.
A partir de las necesidades alimentarias de uno de los territorios de mayor población en la provincia, además de ser uno de los más envejecidos del país, fue concebido un proyecto de desarrollo local que comprende la producción de peces de agua dulce, la construcción de un centro para su procesamiento y pescaderías para su comercialización.
Tal idea se corresponde con lo que ha orientado la dirección del país, del encadenamiento y el cierre de ciclos de producción-comercialización, que tengan en cuenta las potencialidades de cada territorio y sus características, reconoce Alfredo Pérez Rojas, presidente del Gobierno en la localidad, y añade que para su concreción fue aprobado un financiamiento inicial de más de 700 000 pesos.
En estos momentos son dos los productores privados dedicados a la cría intensiva de peces en el municipio, cifra que debe incrementarse en un futuro, señala René Peña Carrazana, director de Pescavilla, quien ve en esta alternativa una vía rápida y eficiente para incrementar la entrega de proteínas a la población.
«Nosotros le garantizamos los alevines y la mayor parte de la comida que consumen las clarias y las tilapias, mientras ellos crean las condiciones y se encargan de su crianza y atención, con el compromiso de entregar el 100 % de la producción al Estado», refiere el directivo.
Todo lo que se produzca allí va a parar a un moderno centro de procesamiento construido en Placetas, donde se elaboran filetes de pescado, croquetas, picadillos, hamburguesas y otros productos que a diario se expenden en la pescadería de la localidad, con una tremenda aceptación, explica Peña Carrazana.
Al respecto, Luis Orlando Venegas Cepeda, administrador de la pequeña minindustria procesadora de pescado de la Villa de los Laureles, expresó que allí procesan clarias, tenca y tilapia, de donde sale todo el picadillo condimentado en aceite o en salsa, filetes, tronchos, croquetas y otras ofertas que van a parar a la pescadería del pueblo, donde tienen una buena clientela.
En estos momentos, los cuatro trabajadores de la planta confeccionan una variedad de productos muy por debajo de su verdadero potencial, el cual seguirá creciendo, en la medida en que se incremente también la cantidad de pescado entregado por los referidos acuicultores y otros que se incorporen al proyecto.
En Contexto
Potenciar la acuicultura resulta una de las acciones necesarias para enfrentar los efectos de la COVID-19. Aprovechar en ese empeño los cientos de kilómetros de canales con que cuenta el país ha sido uno de los llamados en los Consejos de Ministros.
El Programa para la actividad pesquera hasta 2030 incluye el «desarrollo de capacidades productivas y acciones en la acuicultura y la pesca en plataforma; a partir de los cuales se prevé incrementar considerablemente las toneladas de captura, así como recuperar productos y surtidos que den respuesta a las demandas del mercado, diversifiquen la exportación y contribuyan a la sustitución de exportaciones».
Fuente: Presidencia de Cuba
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Omar Rodríguez López dijo:
1
19 de septiembre de 2020
17:34:15
jose luis dijo:
2
19 de septiembre de 2020
22:04:36
Sergio Hernández García dijo:
3
20 de septiembre de 2020
18:30:37
Omar Medina dijo:
4
20 de septiembre de 2020
22:06:04
Walter dijo:
5
25 de octubre de 2020
15:27:41
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