No pretenden estas líneas valorar la película Conducta, «dura, sentimental y agarrapescuezo», como la catalogó en su momento el amigo y crítico cinematográfico Rolando Pérez Betancourt.
La intención del nombre de esta crónica y la referencia al filme, aunque tiene su génesis en el contenido mismo de la palabra, más se acerca a la denuncia, al rechazo y –por qué no– a la condena a esas actitudes negativas que acompañan a la actuación de coleros, revendedores, acaparadores, corruptos y ladrones que todavía aparecen pegados a los malos hábitos, como la hiedra a la pared.
La película de Ernesto Daranas refleja males que están presentes en la sociedad que construimos. Chala, el niño hijo de una madre alcohólica, cría palomas que se convierten en un símbolo cuando, al final, emprenden vuelo como el pensamiento mismo del menor.
El entramado social hoy, del cual la cinta puede ser referencia, nos invita a reflexionar y actuar, y a no seguir permitiendo que crezcan y se expandan por doquier algunas lacras que quieren empañar a una sociedad que brilla con luz y dignidad propias.
No podemos olvidar que también –por obra de la Revolución– nuestra Cuba tiene muchas Carmelas, maestras empeñadas en el bien, como quien hizo de Chala más que su hijo, la docente que critica y ayuda, la que sufre por los tropiezos, pero se impone ante ellos.
Hoy, nuestro país, como el mundo todo, pasa por una dura prueba, que va más allá de formar a un niño como Chala o dejarlo en sus desvíos –lo que nunca se haría–, y de este gran desafío vamos saliendo triunfadores.
Pero la victoria no será completa mientras haya hombres y mujeres que tuercen el sendero y enrumban hacia el delito, el robo, el egoísmo perverso destructor de conciencias.
No podemos admitir tampoco que alguien, por afición o por arraigada creencia, viole las normas establecidas por las autoridades de Salud para el control de la COVID-19, y organice una fiesta, con la participación de familiares, vecinos, amigos y hasta de quienes acudieron al convite desde una cercana provincia.
O que un bar, abierto sin las medidas sanitarias establecidas, se convierta en un foco de contagio. Los irresponsables merecerían la aplicación de lo normado en la ley, por haber incurrido en el delito de propagación de enfermedades.
De igual forma, habrá que enhebrar la fórmula y encontrar la que coloque en el sendero del trabajo productivo a esa pléyade que pulula en las puertas de las tiendas, rastros de materiales de la construcción y otros establecimientos comerciales, a fin de sacar ganancias fáciles con el robo, el desvío de recursos, la venta de turnos o el acaparamiento de mercancías que revenden a precios exorbitantes.
Comparto con quienes abogan por que se arranquen de raíz tales plagas. A esa pandemia también hay que acorralarla y vencerla.
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de Nuevitas dijo:
1
11 de agosto de 2020
10:14:04
Rosa María dijo:
2
11 de agosto de 2020
11:01:10
JRosell dijo:
3
11 de agosto de 2020
12:11:37
Jorge dijo:
4
11 de agosto de 2020
13:45:11
Yudel Piloto Calás dijo:
5
11 de agosto de 2020
13:53:40
José luis Respondió:
13 de agosto de 2020
14:17:30
violeta.chaviano dijo:
6
11 de agosto de 2020
17:41:12
Wanda Gutiérrez dijo:
7
11 de agosto de 2020
23:23:04
Anibal dijo:
8
12 de agosto de 2020
00:37:30
tomyone dijo:
9
12 de agosto de 2020
10:30:24
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