El consumo de frijoles es una de las costumbres que respalda el programa de desarrollo de producción de granos, aprobado en el año 2012, como un principio esencial de nuestra política de seguridad alimentaria, además de la necesidad económica de no buscar afuera lo que es posible producir en nuestros campos.
Yojan García Rodas, jefe del Departamento de Cultivos Varios del Ministerio de la Agricultura, comenta a Granma sobre esta producción y la de otros granos estratégicos como el maíz y el garbanzo, en el contexto de las dificultades económicas del pasado año y los retos del presente.
«Con respecto a otros años la cifra comprometida con el balance para este 2020 ha sufrido una significativa disminución, dadas las notables dificultades de 2019, en el que solo se pudo cubrir con fertilizantes y otros productos necesarios un 5 % de las 47 000 hectáreas planificadas.
«En el frijol, por ejemplo, se planificaron cerca de 25 000 toneladas (t), lo que representa menos del 50 % del periodo anterior; en el caso del maíz para consumo animal tenemos contratadas 63 000 t de entrega al Ministerio del Comercio Interior, mientras el año anterior la cifra era de 132 000 t», puntualiza.
Aun cuando los números han decrecido, el Ministerio de la Agricultura busca alternativas que ahorren recursos al país y sumen garantías a la alimentación de los cubanos.
«Hace varios años la estrategia ha sido incluir en el programa de producción variedades de garbanzo, ya que es una semilla más noble y gasta menos recursos en fertilizantes, pesticidas u otros. Hoy trabajamos en una línea de desarrollo con capital extranjero, y se están estudiando en el norte de Sancti Spíritus diez tipos de esa leguminosa para analizar cuáles pueden ser producidos en nuestras condiciones. Aunque ya se puede contar con seis variedades, y de ellas solo dos son importadas».
Por otro lado, García Rodas asegura que de las más de 49 variedades de frijol, 25 tienen muy buen potencial productivo y se encuentran al alcance de todas las unidades empresariales de base agropecuarias en todo el territorio nacional; de ellas nueve son rojos, diez negros, cuatro blancos y dos crema. En el caso del maíz se puede contar con seis variedades, y de ellas cuatro están al alcance de los productores.
En todo este escenario el Instituto de Investigación de Granos es fundamental, porque contribuye a obtener y desarrollar semillas de gran potencial, además del dinero que deja de drenarse en el exterior con la compra de esas variedades.
«Hoy Cuba destina a la canasta básica normada más de 70 000 toneladas de frijol. Si revisamos el precio de este grano en el mundo, nos percatamos de que lleva más de cinco o seis años en mil o 1 100 dólares la tonelada, lo que implica que por cada tonelada de granos que seamos capaces de producir eso es lo que dejamos de erogar fuera de nuestra frontera. Desde 2012 aproximadamente, la agricultura le ahorra al país en concepto de
frijol entre 40 y 54 millones de dólares».
El caso menos feliz, reconoce García Rodas, lo constituye el maíz para el alimento animal. «Hasta la fecha no se ha podido cumplir con el encargo, sobre todo porque el 70 % se siembra en primavera, y ahí atentan en contra de ese propósito todas las condiciones del clima. No obstante, se ha intentado paliar esa situación, y hemos crecido de 10 000 toneladas, que se entregaban al inicio del programa, hasta más de 40 000, que se entregan ya todos los años».
Las estrategias de producción que llevan a cabo el Ministerio de la Agricultura y las distintas instituciones de investigación son la clave para avanzar en la entrega de los granos a sus destinos fundamentales: el balance nacional, el turismo y la red de mercados agropecuarios. El respaldo del Gobierno, desde el comienzo de este programa, no ha cesado; aunque las condiciones económicas no favorezcan del todo este empeño, el propósito firme es sustituir importaciones y garantizar el alimento de la familia cubana.



















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Raul Cabrera dijo:
1
6 de febrero de 2020
21:01:56
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