
Cuesta mucho detener el ritmo habitual que lleva el doctor Pedro Pablo Rodríguez frente a la Edición Crítica de las Obras Completas de José Martí. Al habernos concedido esta entrevista, a propósito de la reciente publicación del tomo 29, lo hallamos revisando documentos, haciendo indicaciones.
Se detiene, porque nuestro diálogo lo invita a volver a Martí, ese cuyo rostro –dice– es como si fuera el de un familiar cercano, el que a veces cuando lo está leyendo, le parece que habla con él.
Antes de acomodarse habla de los comienzos, cuando en 1977 Fina y Cintio iniciaron el proyecto y lograron sacar dos tomos. Después quedó detenido y en el 90 se reanima la idea de retomarlo. «Se conformó un equipo de trabajo que organizamos Ramón de Armas y yo, sobre la base del proyecto de Cintio y Fina, aunque haciéndole adaptaciones, y para lo que fueron consultados. En cada nueva entrega siempre ponemos que es un proyecto de ellos, no solo porque da un prestigio, sino porque se les reconoce como autores de la idea original».
–¿Con qué regularidad salen los tomos? ¿De qué depende?
–Algunos se hacen más rápido, otros demoran más. Lo normal es que un tomo demore entre dos y tres años. Trabajamos con dos fases que están integradas. Una es la investigación, el texto se revisa contra la fuente. No es lo mismo un manuscrito de Martí, que es lo que él escribió, que lo que escribió en los periódicos, entonces buscamos los periódicos. La segunda, es la edición, y la editora es la primera lectora.
–¿De cuántos miembros consta el equipo? ¿Cómo se forman sus integrantes?
–Somos 11, contando a la secretaria. Lo primero es tener un conocimiento amplio de su obra y de su época, de América Latina y el mundo, y manejar los elementos esenciales del trabajo editorial, de manera que el trabajo llegue al editor con muchos problemas resueltos, lo que disminuye la posibilidad de errores. Modernizamos la ortografía, y con eso disminuimos muchas erratas. Por ejemplo, no ponemos los acentos como se ponían en la época de Martí. Le damos la información correcta al lector, lo ponemos bien y decimos cómo lo puso él. A veces vivimos más en el siglo xix que en el xxi. El equipo se apasiona con el trabajo y es común escuchar entre ellos: –«Mira lo que está escribiendo este hombre aquí».
–¿Cuál es la mayor fortaleza de la edición crítica? ¿Cuál es el principal riesgo?
–La mayor fortaleza sería su objetivo básico: tratar de entregar al lector lo que Martí escribió y cuando lo digo así me refiero a entregarle también lo que él mismo desechó. Se supone que el lector pueda conocer el proceso de escritura. Cómo se fue escribiendo el texto y cómo se convirtió en la edición final.
«Para los estudiosos de estilo es muy importante, porque pueden ver cómo precisaba su idea, cómo armaba un poema, cómo lo trabajaba para mantener la métrica, para conseguir una imagen mejor… es el taller de escritura. El riesgo es que se haga una lectura errada, lo cual no prevalece. En aquellos casos en que estamos casi seguros de lo que se dice, si no estamos convencidos ponemos debajo lección dudosa. No podemos traicionar a Martí ni a su palabra. Para mí, Martí es el escritor más grande de la lengua española, junto con Cervantes, él es el Cervantes del mundo moderno, con una riqueza de palabras, de imágenes, de expresión… Entonces hay que tener mucho tacto».
–En tantos años de trabajo, ¿cuál sería el hallazgo más grande?
–Convencerme de que es uno de los más grandes escritores del mundo, uno de los más grandes pensadores universales, y haber enriquecido el conjunto de textos de Martí.
–El tomo 29 recoge crónicas escritas en Nueva York, donde está la vida de los Estados Unidos…
–Cuando uno lee esos trabajos comprende de inmediato la profundidad de la mirada crítica de Martí sobre los Estados Unidos. Y no es que hable mal sobre los ee. uu., sino que él comprende lo que estaba pasando entonces, que el país se estaba convirtiendo en la Roma americana, y un imperio de nuevo tipo era un problema hasta para su propia población. Está criticando y de qué manera una sociedad que está perdiendo valores, su sentido de cuando nació como nación, de algunos de sus aspectos originales y del daño que eso les hace a los intereses de las mayorías de la población de EE. UU. y su firme, sistemática, constante y crítica denuncia del imperialismo naciente.
–¿Qué siente Pedro Pablo cuando toca un manuscrito de Martí?
–Todo el que trabaja a Martí desde cualquier campo se siente emocionado. Pero la palabra, que es la manera de vivir al lado suyo, siempre apela al sentimiento, a la espiritualidad y a los valores de los seres humanos. Y este, creo, es el secreto de por qué Martí es un hombre cada vez más universal, de por qué desde las diferentes culturas las personas que lo van conociendo se convierten en apasionados y en enamorados de Martí.
«En el mundo oriental muchos están descubriendo ahora a Martí y es curioso porque son culturas aparentemente tan distintas a las nuestras…, culturas donde el símbolo es tan importante y, sin embargo, se sienten tocados por Martí cuando lo estudian. Uno va descubriendo que en la mayoría de las personas que se toman en serio ese acercamiento establecen un vínculo emocional con él. Y eso pasa con todo el mundo. Uno va descubriendo que, en América Latina, Europa, África, la mayoría de las personas que se toman en serio ese acercamiento, se sienten emocionadas por Martí, establecen un vínculo emocional.
«Yo lo tengo y lo tengo desde muy joven. Yo recuerdo que de niño mi madre me leyó La Edad de Oro. Me impactó de tal manera que me acerqué definitivamente a Martí. Y claro, me pongo a pensar que hoy mi propio trabajo me obliga a usar la razón. Pero no me domina la razón. La emoción me domina. Siento que mi vida es esa. Que ese es mi gran deber como cubano. Y como cubano de esta época. Porque creo que este país mientras siga siendo y cada vez sea más martiano seremos mejores cubanos y mejores personas. Y contribuiremos mejor a que este mundo vaya por otros caminos, que no son por los que lamentablemente va. Yo creo que vamos hacia la destrucción del planeta, hacia la destrucción de la especie. A eso nos va a conducir el capitalismo, a eso nos está conduciendo y estamos en una pelea inacabable por tener seres humanos dignos y no meros consumidores tontos. Y a eso es a lo que nos quieren cada vez más encaminar. Y creo que ese es un problema central de la Cuba de hoy. Y Martí es decisivo. Martí es decisivo para entenderlo. Porque Martí no nos da una explicación simplemente racional –es racional, muy racional– pero siempre pasa por la orilla del sentimiento, las emociones, que es en definitiva lo que nos mueve a todos. Usted en una guerra muere por la Patria. La Patria de pronto se simboliza en la bandera, en el escudo, pero la Patria es mucho más: no son solamente sus símbolos, son los sentimientos que usted ha ido formando como persona, como individuo, que lo hacen sentirse patriota, o que lo hacen sentirse parte de la humanidad.
«Martí nos hace reflexionar hasta de nuestros defectos. Martí tenía una confianza ilimitada en el ser humano. Y a veces cuando lo leemos, decimos, ¡caramba qué crítico, qué comprensión de las bajezas, las debilidades, de los horrores de la personalidad humana!, y a la vez qué capacidad de expresar que el ser humano sí puede crecer y transformarse, de levantarse de sus caídas y de nunca quedar aplastado y darnos ánimo para eso.
«Martí es parte de mi vida y de mis emociones. Yo trato mucho en mi comunicación de presentar al ser humano en esa enorme riqueza de matices que tenía. Martí pensó siempre, en primer término, en los pobres de la tierra. Echó su suerte con ellos y esas son las cosas que se le meten a uno adentro».
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