Guantánamo.–Ya sobre el quirófano, abrumada por el presentimiento de que aquella del 14 de julio del 2019 sería su última mañana, Adela se puso una mano en el vientre y…«¡por favor, salven a mi pequeño!», y en ese instante pudo ver como se humedecían los ojos del doctor Joaquín Rodríguez Gómez, quien se aprestaba a aplicarle un procedimiento anestésico.
Joaquín y los demás integrantes del equipo dirigido por el máster Ledicel Nils Gámez, especialista de primer grado en Obstetricia, y jefe de los Servicios Gineco-obstétricos en el Hospital General Docente Doctor Agostinho Neto, de Guantánamo, se disponían a salvarle la vida a la joven y a su bebé por nacer.
La probabilidad de un desenlace fatal latía hasta en las estadísticas, algo que sabían los galenos: la muchacha era presa de una complicación de alta mortalidad materna en el mundo.
ANTECEDENTES
Todo comenzó seis días antes. A las 12 y 38 minutos de la madrugada del 8 de julio, Adela Ramírez Ortega llegó con hipertensión arterial y falta de aire al Agostinho Neto, procedente de su área de salud en el reparto San Justo, al este de la ciudad de Guantánamo. De inmediato decidieron su ingreso.
Los exámenes subsiguientes confirmaron que la joven padecía de preeclampsia, trastorno que el doctor Ledicel define como «enfermedad específica de la mujer en el embarazo», y que, según la literatura médica, es de origen desconocido y puede progresar de leve a grave, en forma rápida, inesperada, y a veces fulminante.
Responsable de la mayor cantidad de decesos de féminas en países como Colombia y México, y considerada entre las tres primeras causas de muerte materna y perinatal en el mundo, la preeclampsia, mata cada año a más de 200 000 mujeres, afirma el galeno, apoyándose en datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Entre el 8 y el 10 % de las gestadas contraen ese mal, y en los países ricos –queno son subdesarrollados ni sufren bloqueos de ninguna índole–, aparece en igual proporción a la del resto del mundo, aunque en ellos la mortalidad es mucho menor.
Numerosas indagaciones científicas ratifican que las causas de la preeclampsia están por determinar, y coinciden en cuán difícil resulta diagnosticarlas, razonamiento que comparte el doctor Ledicel.
«Hay pruebas que en algunos casos alertan con mayor tiempo sobre la posible presencia del trastorno en ciertas embarazadas», explica el especialista, «pero esos estudios requieren de equipos de ecografía doppler ultramodernos y de reactivos químicos, muy costosos en todos los casos».
Cuba adquiere esos recursos en mercados lejanos y en cuantía limitada, abunda el entrevistado, y aclara que, de no ser por el recrudecido bloqueo económico de Estados Unidos sobre la Isla, podríamos comprarlos a menor costo y en mayor cantidad, en el país norteño.
Al no poder disponer de esos medios en todas las provincias, el país decidió concentrarlos por regiones, añadió Nils Gámez. Para esos análisis Guantánamo envía las muestras a Santiago de Cuba, una solución que consume más tiempo y recursos, «pero en nuestra circunstancia es la más viable», razona.
El jefe de los Servicios Gineco-obstétricos en el Agostinho Neto, cita la combinación de experiencia, calidad y humana y profesionalidad de su equipo, como herramientas que les permitieron salvar a Adela Ramírez Ortega y a su bebé.
«La situación llegó a un extremo difícil el 13 de julio, –narra el especialista–, el trastorno hipertensivo estaba controlado, pero, al iniciar la preinducción del parto aparecieron juntos un edema pulmonar y una cardiopatía dilatada, el cuadro era crítico».
A las 11 y 38 de la noche la paciente fue trasladada a la sala de cuidados intensivos, donde la recibió el doctor Guillermo Rodríguez Méndez, quien recuerda que «el estado de la muchacha nos puso tensos, logramos estabilizarla tras varias horas, a la mañana siguiente le hicieron cesárea».

EL LLANTO DE LA ALEGRÍA
El reloj marcaba las10 y 52 de la mañana del 14 de julio, cuando el llanto de un niño anunciaba el alumbramiento. Era Frank Ernesto. «Dioses» vestidos de verde lo sacaron con vida del vientre de su mamá; pesó seis libras y diez onzas. Sus salvadores respiraron alivio.
Pero la madre de Frank no salía del estado crítico y la llevaron de nuevo a la sala de cuidados intensivos, donde permaneció doce días. Luego, en otro local, continuó bajo tratamiento especial por parte de los cardiólogos hasta el 26 de agosto, cuando fue dada de alta.
La estancia de la joven en la principal institución hospitalaria de Guantánamo se prolongó por 50 días, «que me estremecieron», confiesa Adela, sonriente, «no tengo palabras para agradecerles a los médicos y a las enfermeras, Dios lo bendiga a todos», exclama.
Ledicel por su parte, en nombre propio y de sus colegas, jura que no hay recompensa mayor que la gratitud que reciben a diario de gente como Adela, «nada nos hace sentir tanto regocijo como saber que salvamos una vida, por eso nos duele tanto que algunos, movidos por sentimientos de odio y maldad, nos califiquen de esclavos».
Ya en la despedida, mi interlocutor aclara, «en lo que va de año, hasta hoy 25 de octubre tenemos una incidencia del 7,1 % de preeclampsia en nuestro hospital, hemos realizado 3 493 partos y la mortalidad materna está en cero, pese a los escollos, nadie podrá bloquear lo que llevamos en el alma y el pensamiento».



















COMENTAR
Hector Gabriel Escalona Rojas dijo:
21
8 de noviembre de 2019
21:22:28
Jessica dijo:
22
9 de noviembre de 2019
08:23:27
Miriam dijo:
23
9 de noviembre de 2019
10:04:23
Odalys Aguilera dijo:
24
9 de noviembre de 2019
12:07:10
Responder comentario